VIDEOMENSAJE DEL PAPA. ATRIO DE LOS GENTILES. PARÍS.
(Traducción no oficial del original francés)
Queridos jóvenes, queridos amigos:
Sé
que os habéis reunido en gran número en el atrio de Notre-Dame de París, siguiendo
la invitación del cardenal André Vingt-Trois, Arzobispo de París, y del cardenal Gianfranco
Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. Os saludo a todos, sin olvidar
a los hermanos y amigos de la Comunidad de Taizé. Doy las gracias al Pontificio Consejo
por haber acogido y dado curso a mi invitación de abrir en la Iglesia “atrios de los
gentiles", una imagen que evoca el espacio abierto en la amplia explanada junto al
Templo de Jerusalén, que permitía a todos los que no compartían la fe de Israel acercarse
al Templo e interrogarse sobre la religión. En aquel lugar podían encontrarse con
los escribas, hablar de la fe e incluso rezar al Dios desconocido. Y si, en aquella
época, el atrio era al mismo tiempo un lugar de exclusión, ya que los “gentiles” no
tenían derecho a entrar en el espacio sagrado, Cristo Jesús vino para “derribar el
muro que separaba” a judíos y gentiles. “Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos
en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la
noticia de la paz…”, como San Pablo nos dice (cf. Ef 2, 14-17). En el corazón
de la Ciudad de las Luces, frente a esta magnífica obra maestra de la cultura religiosa
francesa, Notre-Dame de París, se abre un gran atrio para dar un nuevo impulso al
encuentro respetuoso y amistoso entre personas de convicciones diferentes. Vosotros
jóvenes, creyentes y no creyentes, igual que en la vida cotidiana, esta noche queréis
estar juntos para reuniros y hablar de los grandes interrogantes de la existencia
humana. Hoy en día, muchos reconocen que no pertenecen a ninguna religión, pero desean
un mundo nuevo y más libre, más justo y más solidario, más pacífico y más feliz.
Al dirigirme a vosotros, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes
queréis interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de
una vida que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de
la religión que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir a vuestros amigos que
este tesoro que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece
que se reflexione sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad,
no pone en peligro la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los
grandes interrogantes de nuestro tiempo. Queridos amigos, tenéis que construir
puentes entre vosotros. Aprovechad la oportunidad que se os presenta para descubrir
en lo más profundo de vuestras conciencias, a través de una reflexión sólida y razonada,
los caminos de un diálogo precursor y profundo. Tenéis mucho que deciros unos a otros.
No cerréis vuestras conciencias a los retos y problemas que tenéis ante vosotros. Estoy
profundamente convencido de que el encuentro entre la realidad de la fe y de la razón
permite que el ser humano se encuentre a sí mismo. Pero muy a menudo la razón se doblega
a la presión de los intereses y a la atracción de lo útil, obligada a reconocer esto
como criterio último. La búsqueda de la verdad no es fácil. Y si cada uno está llamado
a decidirse con valentía por la verdad es porque no hay atajos hacia la felicidad
y la belleza de una vida plena. Jesús lo dice en el Evangelio: “La verdad os hará
libres”. Queridos jóvenes, es tarea vuestra lograr que en vuestros países y en
Europa creyentes y no creyentes reencuentren el camino del diálogo. Las religiones
no pueden tener miedo de una laicidad justa, de una laicidad abierta que permita a
cada uno y a cada una vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. Si se trata
de construir un mundo de libertad, igualdad y fraternidad, creyentes y no creyentes
tienen que sentirse libres de serlo, iguales en sus derechos de vivir su vida personal
y comunitaria con fidelidad a sus convicciones, y tienen que ser hermanos entre sí.
Un motivo fundamental de este atrio de los Gentiles es promover esta fraternidad más
allá de las convicciones, pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún,
reconociendo que sólo Dios, en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos
en la verdad como hermanos. La primera actitud que hay que tener o las acciones
que podéis realizar conjuntamente es respetar, ayudar y amar a todo ser humano, porque
es criatura de Dios y en cierto modo el camino que conduce a Él. Continuando lo que
estáis viviendo esta noche, contribuid a derribar los muros del miedo al otro, al
extranjero, al que no se os parece, miedo que nace a menudo del desconocimiento mutuo,
del escepticismo o de la indiferencia. Procurad estrechar lazos con todos los jóvenes
sin distinción alguna, es decir, sin olvidar a los que viven en la pobreza o en la
soledad, a los que sufren por culpa del paro, padecen una enfermedad o se sienten
al margen de la sociedad. Queridos jóvenes, no es sólo vuestra experiencia de vida
lo que podéis compartir, también vuestro modo de orar. Creyentes y no creyentes, presentes
en este atrio del Desconocido, estáis invitados a entrar también en el espacio sagrado,
a franquear el magnífico pórtico de Notre-Dame y entrar en la catedral para hacer
un rato de oración. Esta oración será para algunos de vosotros una oración a un Dios
conocido por la fe, pero también puede ser para otros una oración al Dios Desconocido.
Queridos jóvenes no creyentes, uniéndoos a aquellos que en Notre-Dame están rezando,
en este día de la Anunciación del Señor, abrid vuestros corazones a los textos sagrados,
dejaos interpelar por la belleza de los cantos, y si realmente lo deseáis, dejad que
los sentimientos que hay dentro de vosotros se eleven hacia el Dios Desconocido. Me
alegro de haber podido dirigirme a vosotros esta noche en esta inauguración del atrio
de los Gentiles. Espero que respondáis también a otras convocatorias que os propongo,
especialmente a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará este verano en
Madrid. El Dios que los creyentes aprenden a conocer os invita a descubrirlo y vivir
con Él cada vez más. ¡No tengáis miedo! Caminando juntos hacia un mundo nuevo, buscad
al Absoluto y buscad a Dios, incluso vosotros para quien Dios es el Dios Desconocido.
Y que Aquel que ama a todos y a cada uno de vosotros os bendiga y os guarde. Él cuenta
con vosotros para cuidar de los demás y del futuro. También vosotros podéis contar
con Él.
VIDEOMENSAJE DEL PAPA. ATRIO DE LOS GENTILES. PARÍS.