En el 150 aniversario de la unidad, el Papa manifiesta que los ayuntamientos de Italia
junto a las parroquias constituyen los núcleos de base de la sociedad civil
Sábado, 12 mar (RV).- A última hora de la mañana Benedicto XVI ha recibido en la Sala
Clementina del Palacio Apostólico a los miembros de la Asociación Nacional de Ayuntamientos
italianos a quienes ha agradecido, tras manifestarles su gratitud por su presencia,
en primer lugar las palabras del presidente de esta Asociación en las que ha aludido
a la tradición consolidada en el tiempo, como lo atestiguan las audiencias concedidas
por el venerable Juan Pablo II y por los precedentes pontífices.
Este hecho confirma
la unión particular que existe entre el Papa, obispo de Roma y primado de Italia,
y la nación italiana, cuyas características quedan de manifiesto en la variada multiplicidad
de ciudades y pueblos.
El Papa seguidamente ha manifestado que la primera
idea que le ha venido a la mente es la del origen de los ayuntamientos, expresión
de una comunidad que se encuentra, dialoga, festeja y proyecta conjuntamente, una
comunidad de creyentes que celebra la Liturgia del domingo, y que después se reúne
en las plazas de las ciudades antiguas o, en los campos, delante de la iglesia de
los pueblecitos.
Está siempre viva,
también hoy, la necesidad de demora en una comunidad fraterna donde, a ejemplo, parroquia
y pueblo sean al mismo tiempo artífices de un modus vivendi justo y solidario, a pesar
de todas las tensiones y sufrimientos de la vida moderna. La multiplicidad de asuntos,
de situaciones, no están en contradicción con la unidad de la nación, que está celebrando
su 150 aniversario.
Unidad y pluralidad son dos principios que consienten,
ha dicho el Papa, la subsidiaridad y la solidaridad, propias de las enseñanzas de
la Iglesia. Esta doctrina social tiene como objeto la verdad que no pertenecen solamente
al patrimonio del creyente, sino que son razonablemente conocidas por toda persona.
Y a este respecto el Papa ha aludido a su última Carta Encíclica Caritas in veritate.
“El principio de
subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa,
porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en el particularismo
social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo
que humilla al necesitado”.
Estos principios, ha proseguido el Santo Padre
deben aplicarse también a nivel local, en una doble dimensión: en relación con las
instancias públicas estatales, regionales y provinciales, así como en el de las autoridades
locales de las que dependen el cuerpo social y la formación intermedia presente en
el territorio. Estas últimas desarrollan una actividad de relevante utilidad social,
siendo promotoras de humanización y socialización, especialmente dedicadas a las categorías
más necesitadas.
Y tras recordar que de esas realidades forman parte también
las eclesiales el Papa ha confirmado lo siguiente:
Quiero subrayar
otra vez que la Iglesia no pide privilegios, sino poder desarrollar libremente su
misión, como pide un efectivo respeto de libertad religiosa. Esta consiente en Italia
la colaboración que existe entre la comunidad civil y la eclesial. Por desgracia,
en otros países las minorías cristianas son muchas veces víctimas de discriminaciones
y de persecuciones.
También a este respecto el Papa ha recordado, “el carácter
innegable de la libertad religiosa como fundamento de la libre y pacífica convivencia
entre los pueblos”. A este punto el Pontífice ha señalado la importancia de la “nacionalidad”,
que los miembros de la Asociación Nacional de Ayuntamientos italianos han puesto en
el centro de sus trabajos y ha proseguido, aludiendo al Congreso Eclesial de Verona,
que también desde entonces la “nacionalidad” constituye uno de los ámbitos fundamentales
de la vida y de la convivencia de las personas sin olvidar el próximo Congreso Eucarístico
Nacional de Ancona en el que se dedicará una jornada a esta temática.
Benedicto
XVI antes de concluir su discurso ha señalando que la nacionalidad se pone, precisamente,
en el contexto de la globalización, que se caracteriza, entre otras cosas, por los
grandes flujos migratorios y que hay que saber conjugar solidaridad y respeto por
las leyes, para que no se altere la convivencia social y se tengan en cuenta los principios
del derecho y de la tradición cultural y también religiosa de la que tiene su origen
la Nación italiana.
El Papa ha finalizado su discurso poniendo como ejemplo
de alcalde a Giorgio La Pira, cristiano ejemplar y administrador público estimado.
Invocando la maternal intercesión de la Virgen María, venerada por el pueblo italiano
en sus muchos Santuarios, lugares de espiritualidad, de arte y de cultura, y de los
santos Patronos Francisco de Asís y Catalina de Siena, ha bendecido a todos los presentes,
a sus colaboradores y a toda la nación italiana.