En su encuentro con el clero el Pontífice subraya que la Iglesia no predica un cristianismo
‘a la carta’, ni se exime de anunciar toda la voluntad de Dios, incluso la incómoda
Jueves, 10 mar (RV).- También este año al comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI ha
recibido esta mañana al clero romano, al comienzo del camino pascual de la Iglesia.
El Santo Padre ha animado a todos a «hacer siempre todo lo posible» para que la Iglesia
de la diócesis del Papa «responda a su vocación y que nosotros en esta Viña del Señor’
seamos trabajadores fieles».
Evocando a san Pablo, que en los Hechos de los
Apóstoles, habla a los presbíteros de Éfeso, y a san Lucas, abrazando a los presbíteros
de todo tiempo», Benedicto XVI ha puesto de relieve la característica permanente del
sacerdocio: «No se es sacerdote sólo a tiempo parcial. Se es siempre con toda el alma,
con todo nuestro corazón. Este ser con Cristo y ser embajador de Cristo, este ser
para los demás es una misión que penetra nuestro ser y debe penetrar cada vez más
en la totalidad de nuestro ser».
En su ‘Lectio Divina’ a los presbíteros romanos,
Benedicto XVI ha reiterado que «la Iglesia es siempre, no sólo don de Dios y divina,
sino también humana». .... El amor es más fuerte que el odio.
«No pedimos alabanza,
no queremos aparentar, para nosotros no es criterio decisivo pensar qué dirán de nosotros
en la prensa o por doquier, sino qué dice Dios. Ésta es la verdadera humildad: no
aparentar ante los hombres, sino estar bajo el aspecto de Dios y trabajar con humildad
por Dios y así servir realmente también a la humanidad y a los hombres».
«Es
importante: no predica un cristianismo ‘a la carta’, según su propio gusto, predicando
un Evangelio según las ideas que prefiera, según sus propias ideas teológicas. No
se exime de anunciar toda, toda la voluntad de Dios, también la voluntad incómoda,
también los temas que personalmente no le gustan tanto».
«Ésta es una expresión
del reconocimiento de la unidad de la Iglesia entre judíos y gentiles. Un reconocimiento
formal del primado de Jerusalén en aquel tiempo, del primado de los primeros apóstoles.
Un reconocimiento de la unidad y de la universalidad de la Iglesia, que tiene en cuenta
también el martirio».
«¡No perdamos el celo, la alegría de ser llamados por
el Señor, y dejémonos renovar nuestra juventud espiritual, la alegría de poder ir
con Cristo hasta el fin, siempre con entusiasmo!»
«El sacerdocio no es algo
en que uno encuentra una ocupación, una profesión útil, bella que gusta y se elige.
No. Sólo Dios puede hacernos sacerdotes, sólo Dios puede elegir a sus sacerdotes y
ser percibe claramente el carácter sacramental del presbiterado y del sacerdocio».
«La
felicidad de ser Iglesia, alegría de ser Iglesia. Me parece que debemos volver a aprender
esto. Quizás el miedo del triunfalismo nos ha hecho olvidar qué es bello en la Iglesia
y ¡ello no es triunfalismo sino humildad!»