Benedicto XVI insta a los cristianos a ofrecer el testimonio de la fe a un mundo que
se encuentra en dificultad y que tiene necesidad de regresar a Dios
Miércoles, 9 mar (RV).- Benedicto XVI ha instado esta tarde a los cristianos a ofrecer
el testimonio de la fe a un mundo que se encuentra en dificultad y que tiene necesidad
de regresar a Dios. En este Miércoles de Cenizas, el Papa ha insistido en el necesario
testimonio evangélico de los cristianos, porque “en la mayoría de los casos somos
el único Evangelio que leen todavía los hombres de hoy”.
El Santo Padre ha
presidido esta tarde la celebración eucarística en la Basílica de Santa Sabina, donde
también ha tenido lugar el tradicional rito de la bendición e imposición de la ceniza.
Previamente el Pontífice había presidido una asamblea de oración en la iglesia romana
de San Anselmo en el Aventino. Desde aquí partió la procesión penitencial hasta Santa
Sabina en la que han participado cardenales, arzobispos, obispos, los monjes benedictinos
de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y numerosos fieles.
En
el inicio de la Cuaresma, con el rito de la imposición de las cenizas, Benedicto XVI
ha recomendado vivir en plenitud esta experiencia espiritual, este “itinerario que
está íntimamente relacionado con las actitudes de la conciencia y presupone un sincero
propósito de revisión”.
“En el Evangelio de hoy, Jesús relee las tres obras
de piedad fundamentales previstas por la ley mosaica. La limosna, la oración y el
ayuno caracterizan al judío observante de la ley. Con el paso del tiempo estas prescripciones
habían sido mermadas por la herrumbre del formalismo exterior, o incluso se habían
transformado en signo de superioridad. Jesús evidencia de estas tres obras de piedad
una tentación común. Cuando se realiza algún acto de bondad, instintivamente surge
el deseo de ser estimados y admirados por ello. Y esto, por una parte nos encierra
en nosotros mismos, y por otra, nos proyecta fuera, hacia los que los demás piensan
y admiran de nosotros”.
En este contexto el Santo Padre ha retomado la
invitación de Jesús a redescubrir estas tres obras de piedad viviéndolas de forma
más profunda, “no por amor propio, sino por amor de Dios”. Para Benedicto XVI “limosna,
oración y ayuno son el camino de la pedagogía divina que nos acompañan hacia el encuentro
con el Señor Resucitado; un recorrido que hay que realizar sin ostentaciones, en la
certeza de que el Padre celeste sabe leer y ver en lo más profundo de nuestro corazón”.