Benedicto XVI afirma que en un mundo que presenta la verdad como algo peligroso, educar es un acto de amor y responsabilidad que puede tener mayor alcance con un uso inteligente de internet

Lunes, 7 feb (RV).- Relativismo y emergencia educativa; formación en los seminarios y uso positivo de Internet; teología y oración; educación intercultural y enseñanza de la religión católica, han sido algunos de los temas tratados por el Papa en su discurso a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica. Acogiendo cordialmente a los participantes, el Santo Padre ha reiterado -ante el relativismo que pone en duda la verdad- la importancia y responsabilidad de la ‘caridad intelectual’, así como el papel la enseñanza de la religión católica en la educación intercultural, destacando la urgencia, en la actualidad, precisamente en lo que respecta a la educación y la formación:

“Las temáticas que afrontáis en estos días tienen como denominador común la educación y la formación, que son hoy uno de los desafíos mas urgentes que la Iglesia y sus instituciones están llamadas a afrontar. La obra educativa parece que se ha vuelto más ardua porque, en una cultura que demasiado a menudo hace del relativismo su propio credo, llega a faltar la luz de la verdad. Aún más se considera peligroso hablar de ‘verdad’, instilando así la duda sobre los valores de base de la existencia personal y comunitaria. Por ello, es importante el servicio que desarrollan en el mundo las numerosas instituciones formativas que se inspiran en la visión cristiana del hombre y de la realidad: educar es un acto de amor, ejercicio de ‘caridad intelectual’, que requiere responsabilidad, entrega y coherencia de vida”.

Haciendo hincapié en que el trabajo y las opciones que esta Congregación cumplirá en estos días de reflexión y de estudio contribuirán, ciertamente, a responder a la actual ‘emergencia educativa’, el Santo Padre ha recordado una vez más que el seminario es una etapa preciosa de la vida, en la que el candidato al sacerdocio vive la experiencia de ser ‘discípulo de Jesús’:

“Para este tiempo dedicado a la formación, se requiere cierto desapego, cierto ‘desierto’, porque el Señor habla al corazón con una voz que se percibe sólo si hay silencio. Pero también se requiere disponibilidad a vivir juntos, amar la ‘vida de familia y la dimensión comunitaria, que anticipan la ‘fraternidad sacramental’, que debe caracterizar cada presbiterio diocesano y que quise recordar también en mi reciente Carta a los seminaristas: ‘no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la “comunidad de discípulos”, el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos’”.
En particular, Benedicto XVI se ha referido al borrador del documento que están preparando sobre Internet y la formación en los seminarios, al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia:

“Internet, por su capacidad de superar las distancias y poner en contacto recíproco a las personas presenta grandes posibilidades también para la Iglesia y su misión. Con el necesario discernimiento para su uso inteligente y prudente, es un instrumento que puede servir no sólo para los estudios, sino también para la acción pastoral de los futuros presbíteros en los diversos campos eclesiales, como la evangelización, la acción misionera, la catequesis, los proyectos educativos, la gestión de las instituciones. También en este campo, es extremadamente importante poder contar con formadores adecuadamente preparados, para que sean guías fieles y siempre actualizadas, con el fin de acompañar a los candidatos al sacerdocio a un uso correcto y positivo de los medios informáticos».

Sin olvidar la pastoral vocacional, la llamada universal a seguir a Jesús y la necesidad de insistir claramente en el perfil del sacerdocio ministerial, y subrayando también la revisión de la Constitución apostólica Sapientia Christiana sobre los estudios eclesiásticos, el derecho canónico, los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas y, recientemente, la filosofía, el Papa ha alentado a impulsar cada vez más los lazos entre teología y estudio de la Sagrada Escritura:

“Pero el teólogo no debe olvidar que es también aquel que habla a Dios. Es indispensable, pues, mantener unidas la teología y la oración personal y comunitaria, especialmente litúrgica. La teología es ‘scientia fidei’ y la oración alimenta la fe. En la unión con Dios, se puede decir que ‘saboreamos’ el misterio, que se nos acerca. Y esta proximidad es luz para la inteligencia. Quisiera subrayar aún la conexión de la teología con las otras disciplinas, considerando que ésta se enseña en las universidades católicas y, en muchos casos, en las civiles”.

No sólo las universidades, sino también las escuelas católicas deben perseverar en mantener su propia identidad y su apertura a la ‘totalidad’ del ser humano, colaborando en la promoción de la unidad del saber, orientando al alumnado y al profesorado hacia la Luz del mundo:

“Ante todo, se requiere la valentía de anunciar el valor ‘amplio’ de la educación, para formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a la propia vida. Hoy se habla de educación intercultural, objeto de estudio también en vuestra plenaria. En este ámbito se requiere una fidelidad valiente e innovadora, que sepa conjugar una conciencia clara de la propia identidad y la apertura a la alteridad, en las exigencias del vivir juntos en las sociedad multiculturales. También a este fin, emerge el papel educativo de la enseñanza de la Religión católica como disciplina escolar en diálogo interdisciplinar con las demás”.

Recomendando un especial cuidado en la formación profesional, religiosa y espiritual de dirigentes y formadores, para que con su coherencia de vida e implicación personal, la presencia del educador cristiano se vuelva cada vez más expresión de amor y testimonio de la verdad, Benedicto XVI ha concluido su denso discurso agradeciendo el importante trabajo de los participantes en esta la plenaria de la Congregación para la Educación Católica - para los Seminarios e Institutos de Estudio y alentándolos a contemplar a Cristo, único Maestro, bajo el amparo de María Santísima, Sedes Sapientiae.