Benedicto XVI pide rapidez en la administración de la justicia del Cuerpo eclesial
y la verificación seria de las dudas sobre la validez del sacramento del matrimonio
Viernes, 4 feb (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia a los miembros
del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, con el cardenal prefecto Leo Burke,
obispos, secretarios, oficiales y todos los colaboradores. Esta ha sido la primera
vez que el Papa tiene un encuentro con el Tribunal de la Signatura Apostólica tras
la promulgación de la Lex propia, que el mismo Pontífice firmó el 21 de junio de 2008.
“La
función de dicho Tribunal -ha dicho el Papa en su discurso- no se limita al ejercicio
supremo de la función judicial, sino que tiene también como propio, en el ámbito ejecutivo,
la vigilancia sobre la recta administración de la justicia del Cuerpo eclesial”. Esto
comporta, como la Lex propia indica, la actualizada recogida de información sobre
el estado y la actividad de los tribunales locales; la sistematización y elaboración
de datos de los mismos; la individuación de estrategias para valorar los recursos
humanos e institucionales; así como el ejercicio constante de las funciones que deben
tener presente los moderadores y abogados de los tribunales locales diocesanos e interdiocesanos.
Se trata de una
obra coordinada y paciente, dirigida sobre todo a suministrar a los fieles una administración
de la justicia recta, preparada y eficiente, como yo mismo pedía, en relación a las
causas de nulidad del matrimonio, en la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum
caritatis. Allí donde pudiera surgir legítimamente una duda sobre la validez del Matrimonio
sacramental, se debe acometer todo cuanto sea necesario para verificar tal fundamento.
El Santo Padre ha añadido además que es necesario también asegurar, en
el respeto del derecho canónico, la presencia en el territorio de tribunales eclesiásticos,
su carácter pastoral, su correcta y pronta actividad. Que haya asimismo en cada diócesis
un número suficiente de personas preparadas para el funcionamiento de tales tribunales
y que el ministerio de los mismos sea adecuado a las justas exigencias de celeridad
y simplicidad a la que los fieles tienen derecho para el tratamiento de sus causas.
La vigilancia sobre
la recta administración de la justicia sería, sin embargo, carente si no comprendiera
también la función de tutela de la recta jurisprudencia. Los instrumentos de conocimiento
e intervención, que la Lex propia y la posición institucional proveen a la Signatura
Apostólica, permiten una acción que, en sinergía con el Tribunal de la Rota Romana,
se revela providencial para la Iglesia.
Benedicto XVI ha recordado asimismo,
que este Supremo Tribunal está también comprometido en otro campo delicado de la administración
de la justicia, que le fue confiado por el siervo de Dios el papa Pablo VI: la predisposición
de instrumentos de justicia, que constituyen un servicio de primaria importancia.
Si es verdad, en
efecto que la injusticia va afrontada sobre todo con las armas espirituales de la
oración, de la caridad, del perdón y de la penitencia, no se puede excluir, sin embargo,
en algunos casos, la oportunidad y la necesidad de que ésta sea afrontada con los
instrumentos procesales. Ellos constituyen, sobre todo, lugares de diálogo, que frecuentemente
conducen a la concordia y a la reconciliación.
Vienen también impulsadas
a tal fin, ha explicado el Papa, las iniciativas y normativas dirigidas a la institución
de oficinas o consejos que tengan como tarea buscar o sugerir justas soluciones.
En los otros
casos, es decir, cuando no se pueda mediar en la controversia pacíficamente, el desarrollo
del proceso contencioso administrativo comportará la definición judicial de la controversia:
pero también en este caso la actividad de Supremo Tribunal mira a la reconstitución
de la comunión eclesial, es decir, al restablecimiento de un orden objetivo conforme
al bien de la Iglesia. Solo esta comunión restablecida y justificada a través de la
motivación de la decisión judicial puede conducir en el campo eclesial a una autentica
paz y concordia.