Gran alegría en el Consejo de Europa e instituciones europeas por la beatificación
de Juan Pablo II
Miércoles, 19 ene (RV).- El observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo
de Europa subrayó que el continente europeo - como señala constantemente Benedicto
XVI - tiene necesidad de la luz de la fe y destacó la gran alegría que reina en las
instituciones de la Unión Europea ante la beatificación de Juan Pablo II.
En
una entrevista de Alessandro Gisotti, Mons. Giordano reiteró la importancia de la
libertad religiosa, tema que se tratará en el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa,
en estos días, y al que el Papa, la Santa Sede y el mismo Mons. Giordano dedican grandes
energías:
«Es un momento, también éste, donde se nota – por suerte – una
nueva sensibilidad. Se ha tomado conciencia de la gravedad del tema de la libertad
de religión. El Papa nos invita a profundizar. Está en juego el hombre, están en juego
la dignidad y la grandeza del hombre. Defender la libertad de la religión es defender
la profundidad de la dignidad de la persona humana que se constituye con la relación
con lo divino, lo trascendente, por lo que tiene una dignidad altísima. Y, por otro
lado, se descubre que sólo la dimensión religiosa es una garantía, un cimiento de
la relación de los hombres entre sí».
Precisamente por iniciativa de Mons.
Aldo Giordano, el lunes se había celebrado en la Catedral de Estrasburgo una ‘Misa
por Europa’, dedicada en particular a los que trabajan en las instituciones del viejo
continente. Celebración que coincidió con el comienzo de la sesión plenaria del Parlamento
de la Unión Europea y que contó con una gran participación, como destaca Mons. Giordano,
en una entrevista de Alessandro Gisotti:
«¡Quedamos sorprendidos al ver
que la catedral de Estrasburgo se había llenado! Más de mil personas, entre representantes,
responsables del Consejo de Europa, embajadores, jueces, miembros del Parlamento de
la Unión Europea, comisarios y una asamblea del pueblo de Dios, personas que se interesan
por Europa: comunidades de religiosas de clausura, que rezan constantemente por Europa,
grupos de parroquias y diocesanos apegados a los valores europeos. Por lo que esta
Misa fue verdaderamente un espacio en el que Dios estuvo presente en la realidad pública».
Además
de esta Misa, que muestra que Europa tiene necesidad de un alma para sostenerse, para
construir su futuro y sobre todo para no alejarse de los pueblos y de sus exigencias,
Mons. Giordano destaca el anhelo de Benedicto XVI de que Europa se ilumine impulsando
sus raíces cristianas:
«Como el Papa sigue insistiendo sobre la imagen de
la luz, creo que Europa tiene necesidad precisamente de luz. Ante la ilusión que quizá
por mucho tiempo tuvimos de tener luz, de ser unos ‘iluminados’ y sobre todo de tener
luz y razón técnica y científica, hoy - ante los grandes desafíos que Europa tiene
-, nos damos cuenta de que hay que tener quizá la valentía y la humildad de volvernos
a poner a buscar y seguir la luz. Tener necesidad de una luz es percibir que hay necesidad
de que el cielo sobre Europa no se quede cerrado, que se abra a una dimensión más
elevada, a un horizonte más grande a una trascendencia. Creo que éste sea un momento
favorable. Porque si por un lado hay mucha indiferencia y toda la intención – que
conocemos bien – de marginar a la religión, por otro, vemos que las personas en su
corazón tienen un anhelo y una sed mayor».
El uno de mayo, Benedicto XVI
beatificará a Juan Pablo II, que no desmayó en impulsar la reunificación de la gran
familia europea:
«Aquí he percibido una reacción de gran alegría – en el
Consejo de Europa y en las instituciones europeas – y una reacción de esperanza ante
la noticia de la beatificación de Juan Pablo II, porque se le reconoce como protagonista
de la nueva Europa. Fue un protagonista que vio que Europa no podía sobrevivir con
un muro que la dividía. Había que superar ese muro, respirar con dos pulmones – es
célebre su imagen de los dos pulmones. Más allá de la visión ideológica. El siglo
pasado, conocimos la tristeza de ideologías que llevaron a Europa y al mundo a la
deriva, que quería excluir a Dios y la religión. Juan Pablo II dijo: Europa tiene
necesidad de Dios, debe descubrir sus raíces cristianas, debe ser un espacio de verdadera
libertad. Ello fue el alma que llevó a superar ese muro terrible que había en nuestro
continente».