Carta Apostólica con forma de “Motu Proprio” del Papa para la prevención y el contraste
de las actividades ilegales en ámbito financiero y monetario
Jueves, 30 dic (RV).- Benedicto XVI firmó hoy la Carta Apostólica con forma de “Motu
Proprio”, con la que establece la Ley para prevenir y combatir las actividades ilegales
en ámbito financiero, como el blanqueo de capital proveniente de actividades criminales
y de financiación del terrorismo, auténticos peligros para la justicia y la paz en
el mundo.
Con el mismo “Motu Proprio”, el Pontífice constituye la Autoridad
de Información Financiera; aprueba su Estatuto y establece que ejerza sus tareas correspondientes
en los dicasterios de la Curia Romana y en todos los Organismo y Entes dependientes
de la Santa Sede; y delega, sólo para las hipotéticas violaciones, a los Órganos judiciales
del Estado de la Ciudad del Vaticano a ejercer la jurisdicción penal que corresponda.
“Transparencia,
honestidad y responsabilidad”. Con estas palabras de Benedicto XVI glosadas de su
Encíclica Caritas in Veritate, el P. Federico Lombardi, Director de nuestra emisora
y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, titula la Nota con la que presenta este
histórico documento pontificio, destacando que es “inusual para él pero de gran valor
y gran significado moral y espiritual”. Y que “¡Es una buena forma de acabar este
año, con un paso concreto en la dirección de la transparencia y de la credibilidad!”.
La publicación
actual de nuevas leyes para el Estado de la Ciudad del Vaticano y para los dicasterios
de la Curia Romana así como para los organismos y entidades dependientes de la Santa
Sede es un evento de gran importancia normativa pero también reviste un significado
moral y pastoral de largo alcance.
Todos los entes en conexión con el gobierno
de la Iglesia Católica y con ese "apoyo", que constituye el Estado de la Ciudad del
Vaticano, se insertan a partir de hoy, con espíritu de sincera colaboración, en el
sistema de principios e instrumentos jurídicos que la comunidad internacional está
construyendo con la finalidad de garantizar una convivencia justa y honesta en un
contexto mundial cada vez más globalizado; contexto en el que, desgraciadamente,
las realidades económicas y financieras son, no pocas veces, terreno de actividades
ilegales como el blanqueo de capital procedente de actividades criminales y de financiación
del terrorismo, auténticos peligros para la justicia y la paz en el mundo.
El
Papa afirma sin rodeos que “la Santa Sede aprueba el compromiso,” de la comunidad
internacional y “quiere hacer suyas las reglas" de las que ésta se ha dotado "para
prevenir y combatir" estos terribles fenómenos.
Desde siempre las actividades
ilegales han demostrado poseer una capacidad extraordinaria para infiltrarse y contaminar
el mundo económico y financiero, pero su desarrollo a escala internacional y el uso
de las nuevas tecnologías las han hecho cada vez más omnipresentes y capaces de camuflarse,
por lo que, para combatirlas ha adquirido la máxima urgencia constituir redes de control
y de información mutua entre las autoridades responsables de la lucha contra ellas.
Sería
ingenuo pensar que la inteligencia perversa que impulsa las actividades ilegales no
intente aprovechar sobre todo los puntos débiles y frágiles, que a veces existen en
el sistema internacional de defensa y control de la legalidad, para introducirse
en él y violarlo. Por lo tanto, la solidaridad internacional es fundamental para el
mantenimiento de ese sistema, y es comprensible y justo que las autoridades nacionales
de vigilancia y los organismos internacionales (Consejo de Europa y, en particular,
el GAFI: Grupo de Acción Financiera Internacional contra el reciclaje de capitales)
vean con ojos favorables a los Estados y los entes que ofrecen las garantías requeridas
e imponen restricciones importantes a los que no las cumplen.
Naturalmente,
esto también se aplica a la Ciudad del Vaticano y a las instituciones de la Iglesia
que llevan a cabo actividades económicas y financieras.
La nueva normativa
obedece, por lo tanto, a la exigencia de conservar el eficaz funcionamiento de de
los organismos que operan en el marco económico y financiero para el servicio de la
Iglesia Católica en el mundo, y –todavía más- a la necesidad moral de la "transparencia,
honestidad y responsabilidad" que hay que observar siempre en el ámbito social y económico
(Caritas in Veritate 36).
La aplicación de las nuevas normas requerirá sin
duda un gran esfuerzo. Hay que poner en marcha la nueva Autoridad de Información Financiera.
Hay nuevas obligaciones que respetar. Nuevas competencias que ejercer. Todo ello beneficiará
a la Iglesia. Los organismos del Vaticano serán menos vulnerables al riesgo constante
que, inevitablemente, se corre cuando se maneja dinero.
Se evitarán en futuro
aquellos errores que tan fácilmente se convierten en motivo de "escándalo" para la
opinión pública y para los fieles. En resumen, la Iglesia será más "creíble" ante
la comunidad internacional y sus miembros. Y esto es vital para su misión evangélica.
Hoy, 30 de diciembre de 2010, el Papa ha firmado un documento inusual para él pero
de gran valor y gran significado moral y espiritual. ¡Es una buena forma de acabar
este año, con un paso concreto en la dirección de la transparencia y la credibilidad!