Mensaje Urbi et Orbi: “Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia
es un constante estímulo a comprometerse en ella, porque Aquel que ha nacido en Belén
ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud”
Sábado, 25 dic (RV).- El Nacimiento de Jesús es motivo de esperanza para todos los
hombres, sobre todo para aquellos que ven ofendida su propia dignidad y libertad.
Esto es lo que ha afirmado Benedicto XVI, desde el balcón central de la fachada de
la basílica de san Pedro XVI en su tradicional Mensaje de la Navidad, transmitido
por mundovisión.
El Papa ha hecho un vibrante llamamiento para la paz, violada
en tantas partes del mundo y ha dirigido palabras de aliento a los cristianos perseguidos,
en particular en China. El Papa ha dicho que Dios no está lejano: está cerca, más
aún, es el «Emmanuel», el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro,
es el rostro de Jesús
Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente,
porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un
anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado
en la persona de Jesús de Nazaret
Y estos
testigos, ha dicho el Papa, “han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado
después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre,
era al mismo tiempo verdadero Dios”
«El Verbo se hizo carne». Ante esta
revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible?
El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna
y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor
“Y el que
ama -ha proseguido el Santo Padre- quiere compartir con el amado, quiere estar unido
a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de
Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo
Dios no cambia, desde
siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada
una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de
la creación
“La luz de
esta verdad -ha afirmado Benedicto XVI en su mensaje Urbi et Orbi- se manifiesta a
quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor”. Sólo los que se abren al amor
son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también
es hoy
La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido
en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende
una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso
y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática,
en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe,
el «sí» de nuestro corazón
El Papa ha
señalado que esta Verdad y este Amor, la busca el niño, con sus preguntas desarmantes;
la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida;
la busca el hombre en su madurez; la busca el anciano, para dar cumplimiento a su
existencia terrenal
El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos,
para el camino conjunto de la humanidad. El «Emmanuel», el Dios-con-nosotros, ha venido
como Rey de justicia y de paz. Su Reino —lo sabemos— no es de este mundo, sin embargo,
es más importante que todos los reinos de este mundo
“Creer en
el Dios que ha querido compartir nuestra historia, -ha dicho el Santo Padre- es un
constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es
motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada”
Que
la luz de la Navidad resplandezca de nuevo en aquella Tierra donde Jesús ha nacido
e inspire a israelitas y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica. Que
el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las
pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo el Medio Oriente,
dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las
Naciones a una solidaridad efectiva para con ellas. Que se haga esto también en favor
de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente
epidemia de cólera en Haití. Y que tampoco se olvide a los que en Colombia y en Venezuela,
como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades
naturales
El Papa tampoco
ha olvidado a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil para las que
ha pedido “paz y auténtico progreso”; ha pedido asimismo “la estabilidad política
y social” para Madagascar; “la seguridad y el respeto de los derechos humanos” en
Afganistán y Pakistán; “el diálogo” entre Nicaragua y Costa Rica; “la reconciliación
en la Península coreana”
Que la celebración del nacimiento del Redentor
refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la
China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de
religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan
viva la llama de la esperanza. Que el amor del «Dios con nosotros» otorgue perseverancia
a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire
a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad
religiosa de todos
El Papa ha
terminado su Mensaje de Navidad invitando a contemplar juntos este gran misterio de
amor y “a dejarnos iluminar el corazón por la luz que brilla en la gruta de Belén.
Benedicto XVI ha enviado este mensaje de luz, de paz y de esperanza a todo
el mundo felicitando a continuación la Navidad en 65 lenguas. “Que Jesucristo nacido
por nosotros -ha dicho en lengua italiana, el Papa- inspire a los responsables, en
cada decisión que adopten, y ésta sea siempre para el bien común; consuele a los enfermos
y a los que sufren y sostenga a los que ayudan a los necesitados”. Ésta ha sido la
felicitación del Santo Padre, en español
Feliz Navidad! Que la Paz
de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos los pueblos
Después
del tradicional mensaje de Navidad y de las felicitaciones, el Pontífice ha impartido
la bendición Urbi et Orbi, es decir, a la ciudad de Roma y al mundo.
La
Santa Misa de Navidad, que ha precedido el Mensaje del Pontífice, la ha celebrado
en la basílica de san Pedro el arcipreste, cardenal Angelo Comastri.