Benedicto XVI llama a la comunidad internacional a invertir más en estructuras sanitarias
y a los jóvenes a ser puentes de amor y solidaridad para los que sufren
Sábado, 18 dic. (RV).- El mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo que
se celebrará el próximo 11 de febrero, memoria de la Virgen de Lourdes, recuerda que
ante el misterio del sufrimiento es necesario reflexionar sobre la necesidad de hacer
más sensibles a nuestras comunidades y a la sociedad civil hacia los enfermos, para
que ninguno de ellos sea olvidado o marginado. Y aludiendo a la encíclica Spes Salvi
reitera que “una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir
mediante la compasión a hacer que el sufrimiento sea compartido es una sociedad cruel
y deshumana”.
En el mensaje hecho público este sábado, el Santo Padre hace
un enérgico llamamiento a las autoridades para que inviertan en estructuras sanitarias
que sean de ayuda y sostén para los que sufren, sobretodo, los más pobres y necesitados.
Pero también el Papa se dirige a la comunidad cristiana, a los voluntarios y a todos
los que se dedican con amor a curar y aliviar las heridas de los que sufren para que
sepan ver siempre en el rostro de los enfermos el Rostro de Cristo.
Y es precisamente
la frase del Apóstol Pedro: “gracias a sus heridas habéis sido curados” la que inspira
este mensaje de Benedicto XVI pues le recuerda su visita pastoral a Turín, en la que
pudo meditar y orar ante la Sábana Santa, “ante ese rostro sufriente que nos invita
a meditar sobre Aquel que ha cargado sobre sí la pasión del hombre de hoy y de cada
tiempo, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades y nuestros pecados”.
En
su reflexión, el Santo Padre subraya que el Hijo de Dios ha sufrido, ha muerto pero
ha resucitado, y precisamente por ello, sus llagas se hacen signo de nuestra redención,
del perdón y de la reconciliación con el Padre, se hacen una prueba de nuestra fe.
El Papa explica que cuando el Señor hablaba de su pasión y de su muerte sus primeros
discípulos no comprendían, lo rechazaban y se oponían, pues para ellos, como para
nosotros, el sufrimiento esta siempre cargado de misterio, es difícil de aceptar y
de cargar.
Es justamente a través de las heridas de Cristo que nosotros podemos
ver con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad –escribe el
Papa-. Resucitando, el Señor no ha eliminado el sufrimiento y el mal del mundo, sino
que lo ha vencido desde la raíz. Ante la prepotencia del Mal ha puesto la omnipotencia
de su Amor. Nos ha indicado, entonces, que el camino de la paz y de la alegría es
el amor”. Por ello, el Santo Padre invita en su mensaje a seguir a nuestro Maestro
en la disponibilidad de entregar la vida por nuestros hermanos, haciéndonos mensajeros
de la alegría que no teme al dolor, la alegría de la Resurrección.
Es en este
contexto, que Benedicto XVI se dirige a los jóvenes que celebrarán el próximo año
en Madrid, la Jornada Mundial de la Juventud, y en especial, a aquellos que viven
la experiencia de la enfermedad. Y les dice que si bien la Pasión, la Cruz de Jesús
con frecuencia causan miedo porque parece la negación misma de la vida, en realidad
es exactamente lo contrario: “la Cruz es el “si” de Dios al hombre, la expresión más
alta y más intensa de su amor y la fuente de donde emana la vida eterna”. El Papa
reitera así su llamado a los jóvenes a aprender a ver y a encontrar a Jesús en la
Eucaristía pero también a saberlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos,
en los que sufren y necesitan ayuda, creando un puente de amor y de solidaridad.
El Santo Padre invita a los enfermos contemplar las llagas de Jesús en el
Sagrado Corazón, que es Cristo crucificado con el costado atravesado y abierto por
la lanza de donde brota agua y sangre. “Sientan la cercanía de este corazón, les dice
el Papa, cargado de amor y tomen con fe y con alegría de esa fuente”.
Al concluir
su mensaje el Papa expresa a los enfermos que sintiéndose partícipe de los sufrimientos
y las esperanzas que viven cotidianamente en unión a Cristo Crucificado y Resucitado,
espera que les done la paz y la sanación del corazón. Y encomendándolos a la Madre
de Dios, recordó que todas las iniciativas que serán promovidas por las diócesis en
ocasión de esta Jornada serán un gran estímulo para hacer más eficaz el trabajo por
los que sufren, en particular, ante la celebración solemne que tendrá lugar en el
2013, en el Santuario Mariano de Altötting, en Alemania.