2010-12-18 14:36:27

Benedicto XVI llama a la comunidad internacional a invertir más en estructuras sanitarias y a los jóvenes a ser puentes de amor y solidaridad para los que sufren


Sábado, 18 dic. (RV).- El mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo que se celebrará el próximo 11 de febrero, memoria de la Virgen de Lourdes, recuerda que ante el misterio del sufrimiento es necesario reflexionar sobre la necesidad de hacer más sensibles a nuestras comunidades y a la sociedad civil hacia los enfermos, para que ninguno de ellos sea olvidado o marginado. Y aludiendo a la encíclica Spes Salvi reitera que “una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a hacer que el sufrimiento sea compartido es una sociedad cruel y deshumana”.

En el mensaje hecho público este sábado, el Santo Padre hace un enérgico llamamiento a las autoridades para que inviertan en estructuras sanitarias que sean de ayuda y sostén para los que sufren, sobretodo, los más pobres y necesitados. Pero también el Papa se dirige a la comunidad cristiana, a los voluntarios y a todos los que se dedican con amor a curar y aliviar las heridas de los que sufren para que sepan ver siempre en el rostro de los enfermos el Rostro de Cristo.

Y es precisamente la frase del Apóstol Pedro: “gracias a sus heridas habéis sido curados” la que inspira este mensaje de Benedicto XVI pues le recuerda su visita pastoral a Turín, en la que pudo meditar y orar ante la Sábana Santa, “ante ese rostro sufriente que nos invita a meditar sobre Aquel que ha cargado sobre sí la pasión del hombre de hoy y de cada tiempo, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades y nuestros pecados”.

En su reflexión, el Santo Padre subraya que el Hijo de Dios ha sufrido, ha muerto pero ha resucitado, y precisamente por ello, sus llagas se hacen signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación con el Padre, se hacen una prueba de nuestra fe. El Papa explica que cuando el Señor hablaba de su pasión y de su muerte sus primeros discípulos no comprendían, lo rechazaban y se oponían, pues para ellos, como para nosotros, el sufrimiento esta siempre cargado de misterio, es difícil de aceptar y de cargar.

Es justamente a través de las heridas de Cristo que nosotros podemos ver con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad –escribe el Papa-. Resucitando, el Señor no ha eliminado el sufrimiento y el mal del mundo, sino que lo ha vencido desde la raíz. Ante la prepotencia del Mal ha puesto la omnipotencia de su Amor. Nos ha indicado, entonces, que el camino de la paz y de la alegría es el amor”. Por ello, el Santo Padre invita en su mensaje a seguir a nuestro Maestro en la disponibilidad de entregar la vida por nuestros hermanos, haciéndonos mensajeros de la alegría que no teme al dolor, la alegría de la Resurrección.

Es en este contexto, que Benedicto XVI se dirige a los jóvenes que celebrarán el próximo año en Madrid, la Jornada Mundial de la Juventud, y en especial, a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad. Y les dice que si bien la Pasión, la Cruz de Jesús con frecuencia causan miedo porque parece la negación misma de la vida, en realidad es exactamente lo contrario: “la Cruz es el “si” de Dios al hombre, la expresión más alta y más intensa de su amor y la fuente de donde emana la vida eterna”. El Papa reitera así su llamado a los jóvenes a aprender a ver y a encontrar a Jesús en la Eucaristía pero también a saberlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los que sufren y necesitan ayuda, creando un puente de amor y de solidaridad.

El Santo Padre invita a los enfermos contemplar las llagas de Jesús en el Sagrado Corazón, que es Cristo crucificado con el costado atravesado y abierto por la lanza de donde brota agua y sangre. “Sientan la cercanía de este corazón, les dice el Papa, cargado de amor y tomen con fe y con alegría de esa fuente”.

Al concluir su mensaje el Papa expresa a los enfermos que sintiéndose partícipe de los sufrimientos y las esperanzas que viven cotidianamente en unión a Cristo Crucificado y Resucitado, espera que les done la paz y la sanación del corazón. Y encomendándolos a la Madre de Dios, recordó que todas las iniciativas que serán promovidas por las diócesis en ocasión de esta Jornada serán un gran estímulo para hacer más eficaz el trabajo por los que sufren, en particular, ante la celebración solemne que tendrá lugar en el 2013, en el Santuario Mariano de Altötting, en Alemania.









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