Al recibir a los nuevos embajadores de Nepal, Zambia, el Principado de Andorra, República
de Seychelles y Malí ante la Santa Sede el Papa reitera la necesidad de impulsar la
fraternidad de la familia humana
Jueves, 16 dic (RV).- En su cordial bienvenida a los nuevos embajadores de Nepal,
Zambia, el Principado de Andorra, República de Seychelles y Malí, ante la Santa Sede,
Benedicto XVI ha reflexionado, en especial, sobre la importancia de impulsar la fraternidad
de toda la familia humana, reiterando el apremiante llamamiento para ayudar a Haití,
nación que quedó devastada, primero por un trágico terremoto y luego por la epidemia
de cólera. Sin olvidar otras tragedias, que lamentablemente, han asolado a otros
países durante este año.
Alabando la ayuda brindada por estos países, por la
comunidad internacional y por las asociaciones de voluntarios, el Papa ha expresado
el anhelo de que las acciones de socorro urgente, conlleven también la ayuda y asistencia
necesarias, para afrontar las necesidades y sufrimientos que surgen a raíz de las
emergencias. Como ofrece la Iglesia, a través de sus diversas instituciones, aportando
una contribución multiforme, que se extienden a lo largo del tiempo.
Benedicto
XVI ha hecho hincapié en el importante principio de la fraternidad humana y en sus
estrechos lazos con los ideales de libertad, igualdad, progreso y unidad. Recordando
que la fraternidad tiene un significado especial para los cristianos, debido al diseño
de amor fraterno de Dios, revelado por Cristo, el Papa ha reiterado, como escribió
en su última encíclica Caritas in veritate, que es un «tema indispensable para alcanzar
una armoniosa cohabitación para toda la humanidad».
«Todo ser humano, para
vivir dignamente, necesita respeto y, al mismo tiempo, necesita que se le rinda justicia
y que sus derechos sean reconocidos concretamente», ha reafirmando una vez más el
Papa, añadiendo que, «sin embargo, todo ello no es suficiente para poder tener una
vida plenamente humana, pues, en efecto, la persona tiene necesidad también de fraternidad».
Fraternidad que es indispensable asimismo a escala planetaria, ha recordado también
hoy el Santo Padre, volviendo a señalar que el proceso de globalización que vivimos
puede acercar a los seres humanos entre sí, pero no los hace hermanos. Alentando a
promover la igualdad de todos los hombres y la necesidad de eliminar las disparidades,
Benedicto XVI ha reiterado la vocación de la Iglesia:
«Si, junto con la misión
específicamente espiritual que Cristo le ha confiado, la Iglesia suscita entre sus
discípulos una cercanía particular, lo hace con el anhelo de aportar su contribución,
sincera y firme, a la formación de una comunidad más fraterna entre todos los seres
humanos. Po este motivo, la Iglesia se prohíbe a sí misma actuar a la manera de un
lobby, que persigue obtener sus propios intereses, sino que obra, bajo la mirada de
Aquel que es el Creador de todos los hombres, con el anhelo de honrar la dignidad
de todos y de cada uno. La Iglesia se esfuerza, por lo tanto, en poner el amor y la
paz como base de los múltiples lazos humanos que enlazan a las personas entre sí,
como Dios quiso en su sabiduría creadora».