Iniciativa para reformar el libro VI del Código de Derecho Canónico
Lunes, 6 dic (RV).- «La influencia del Cardenal Ratzinger en la revisión del sistema
penal canónico». Es el título del artículo firmado por el obispo español Juan Ignacio
Arrieta, secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, que la revista
italiana ‘Civiltà Cattolica’ publicó el pasado sábado.
En este contexto, el
Vatican Information Service – VIS - señala que en las próximas semanas, el Pontificio
Consejo para los Textos Legislativos enviará a sus Miembros y Consultores un borrador
con propuestas de reforma del Libro VI del Código de Derecho Canónico, que es la base
del sistema penal de la Iglesia. Una Comisión de expertos en derecho penal ha trabajado
durante casi dos años en la revisión del texto promulgado en 1983, a la luz de las
necesidades que han surgido en los años posteriores. Se ha pretendido mantener la
estructura general del texto y la numeración correspondiente de los cánones pero,
al mismo tiempo, modificar claramente algunas opciones que se hicieron entonces y
que después se han revelado como no del todo adecuadas.
La
iniciativa –cuya realización definitiva deberá todavía esperar hasta que se hagan
las necesarias consultas y se presente finalmente el texto a la aprobación del Supremo
Legislador – surgió del encargo específico dado por Su Santidad Benedicto XVI al Presidente
y al Secretario del Pontificio Consejo, en la primera Audiencia concedida a los nuevos
Superiores de este Dicasterio, en Castel Gandolfo, el 28 de septiembre de 2007.
En
el curso de dicho encuentro, y debido a los diversos problemas de orden técnico que
surgieron espontáneamente en la conversación, resultó evidente que dicha disposición
respondía a una convicción profunda del Pontífice, madurada a lo largo de muchos años
de experiencia directa, así como a una preocupación por la integridad y la aplicación
coherente de la disciplina dentro de la Iglesia; convicción y preocupación que han
guiado los pasos de Benedicto XVI, desde el principio de su trabajo como Prefecto
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a pesar de las dificultades objetivas
debidas, entre otras cosas, a la concreta coyuntura legislativa en la que se encontraba
la Iglesia en 1983, apenas promulgado el Código de Derecho Canónico.