Audiencia general: Benedicto XVI pide a los fieles oraciones por la Iglesia de China
que “está viviendo momentos particularmente difíciles”
Miércoles, 1 dic (RV).- Antes de finalizar la habitual Audiencia General de los miércoles,
con el canto del Padre Nuestro, Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a los fieles
para recen por la Iglesia de China.
“Encomiendo a vuestras
oraciones y a las de los católicos de todo el mundo a la Iglesia en China, que, como
sabéis, está viviendo momentos particularmente difíciles. Pidámosle a la Bienaventurada
Virgen María, auxilio de los cristianos, que sostenga a todos los obispos chinos,
tan queridos para mí, para que den testimonio de su fe con valentía, poniendo toda
esperanza en el Salvador que esperamos. Confiemos además a la Virgen a todos los católicos
de aquel amado país, para que, con su intercesión, puedan realizar una auténtica existencia
cristiana en comunión con la Iglesia universal, contribuyendo de esta manera también
a la armonía y al bien común de su noble pueblo”.
“La ternura, la solicitud
y la dulzura de la bondad de Dios para con nosotros, peregrinos en la tierra, es tan
grande que, nos evocan el amor que tiene una madre por sus propios hijos”. Lo ha afirmado
esta mañana Benedicto XVI en el curso de la audiencia general en el Aula Pablo VI
del Vaticano. La catequesis la ha dedicado el Papa a la mística inglesa, Juliana de
Norwich, que vivió entre 1342 y 1430 y que describió sus visiones místicas en el libro
‘Revelaciones del Amor divino’.
“Este libro -ha dicho el Santo Padre- contiene
un mensaje de optimismo fundado en la certeza de que somos amados por Dios y protegidos
por su Providencia”. “El tema del amor divino vuelve a menudo en las visones de Juliana
de Norwich, que con cierta audacia, no dudó en compararlo -ha dicho el Papa- al amor
materno”. Este fue uno de los mensajes más característicos de su teología mística.
Juliana,
considerada una de las más grandes escritoras místicas de Inglaterra, responde incluso
a cuantos se preguntan por qué existe el mal y el sufrimiento, si Dios es sumamente
bueno y sabio. ““Iluminados por la fe -afirma el Pontífice- los santos nos dan una
respuesta que abre nuestro corazón a la confianza y a la esperanza: en los misteriosos
designios de la Providencia, incluso del mal, Dios obtiene un bien mayor, como escribió
Juliana de Norwich. “Las promesas de Dios son siempre más grandes que nuestras esperanzas.
Si damos a Dios, a su inmenso amor, los deseos más puros y más profundos de nuestro
corazón, nunca seremos decepcionados.
“Los hombres y las mujeres que se retiran
del mundo y se hacen anacoretas como Juliana de Norwich, ha explicado el Papa “gracias
a esta opción, adquieren un gran sentido de compasión por las penas y las debilidades
de los demás”. “Adquieren una sabiduría que el mundo del cual se alejan no posee y,
con amabilidad, la comparten con aquellos que llaman a su puerta”.
A este
respecto, ha dicho Benedicto XVI, “sabemos que Juliana recibió frecuentes visitas
de personas” que buscaban sugerencias o ayudas para su vida espiritual. Su mensaje
era: “Dios es amor y sólo cuando nos abrimos totalmente a este amor y permitimos que
él sea únicamente nuestro guía en la existencia, todo viene transfigurado, se encuentra
la verdadera paz y la verdadera alegría y nosotros somos capaces de difundirlas”.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI:
Queridos
hermanos y hermanas: Esta mañana quiero hablaros de Juliana
de Norwich, mística inglesa que vivió aproximadamente entre mil trecientos cuarenta
y dos y mil cuatrocientos treinta. Optó por una vida anacoreta, entregándose plenamente
a la oración, a la meditación y al estudio; se distinguió por una gran sensibilidad
humana y religiosa, que causaba admiración en las personas que la visitaban, a muchas
de las cuales ayudaba con sus consejos espirituales. Uno de los mensajes centrales
de Juliana de Norwic, recogido en su libro Revelaciones del Amor Divino, consiste
en la certeza de que somos amados por Dios y asistidos por su Providencia. Dios es
amor, y sólo quien le corresponde, dejando que su existencia sea guiada por tal amor,
experimenta la paz verdadera y la alegría auténtica. “Madre Juliana”, como era llamada
en su tiempo, alude con frecuencia al amor materno para anunciar la ternura, la solicitud
y la totalidad de la bondad de Dios, que se manifiesta en la creación y en toda la
historia de la salvación, teniendo su culmen en la encarnación del Hijo. Saludo
con afecto a los grupos de lengua española, provenientes de España, México y otros
países latinoamericanos. Las promesas divinas son más grandes que nuestras expectativas.
Si entregamos a Dios, a su inmenso amor, los deseos más puros y profundos de nuestro
corazón, nunca nos sentiremos defraudados. “Todo estará bien”, “cada cosa será para
bien”. Esto lo vivió con gran intensidad Juliana de Norwich. Que su ejemplo os ayude
en vuestra vida cristiana, para que siempre seáis signos vivos de la caridad de Cristo
y transmitáis a los demás con serena alegría la belleza de su mensaje de salvación.
Muchas gracias.
Como es habitual el Santo Padre ha saludado a los jóvenes,
a los enfermos y a los recién casados. El tiempo de Adviento, recién iniciado, nos
presenta en estos días el ejemplo resplandeciente de la Virgen Inmaculada. Que Ella
os estimule queridos jóvenes, en vuestro camino de constante adhesión a Cristo; que
para vosotros, queridos enfermos, María sea el apoyo para una renovada esperanza;
y para vosotros, queridos recién casados, la Madre de Jesús sea la guía en la construcción
de vuestras familias sobre la sólida roca de la fe.