2010-11-30 17:09:27

El Papa se une espiritualmente al rito cristiano de la sepultura de Manuela Camagni


Martes, 30 nov (RV9.- El Papa se unió espiritualmente, en la tarde de ayer, al rito cristiano de la sepultura de Manuela Camagni, Memores Domini de la Familia Pontificia, que murió el pasado día 24, como consecuencia de las gravísimas heridas que sufrió al ser atropellada por un auto, en Roma.

Su secretario personal, Mons. Georg Gaeswein, participó en las exequias que tuvieron lugar en la localidad italiana de san Piero in Bagno de Romagna, llevando un mensaje pontificio, en el que Benedicto XVI ofrece con conmoción y afecto su testimonio sobre esta querida hermana nuestra, recordando la dimensión familiar del servicio brindado por Manuela, en el apartamento pontificio, en los últimos cinco años.

«Por ello deseo agradecer al Señor por el don de la vida de Manuela, por su fe, por su generosa respuesta a la vocación», afirma el Santo Padre, añadiendo que «la divina Providencia la condujo a un servicio discreto pero precioso en la casa del Papa». Tras recordar también su alegría al participar en «momentos de familia», como «en la Santa Misa de la mañana, en las Vísperas, en las comidas y en varias y significativas celebraciones de casa», Benedicto XVI reflexiona luego sobre el gran dolor por esta muerte, que sólo la fe puede consolar.

Meditando sobre el nombre de la comunidad Memore Domini, de la Fraternidad de Comunión y Liberación, a la que pertenecía Manuela, es decir de «aquellas personas que viven en la memoria de Dios y de Jesús», el mensaje del Papa destaca que «en esta memoria cotidiana, llena de fe y de amor, encuentran sentido en cada cosa».

«En las acciones más pequeñas y en las grandes. En el trabajo, el estudio, la fraternidad». La memoria del Señor llena el corazón con una alegría profunda y verdadera, reitera el Santo Padre y destaca que por ello le gusta pensar que Manuela, como Memor Domini, es una persona que vive en la memoria del Señor.

«Esta relación es más profunda que el abismo de la muerte». Nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios, en Jesucristo, nuestro Señor, señala el Papa, reafirmando que «si nosotros recordamos al Señor es porque antes Él se acuerda de nosotros». Y «nos recuerda con el amor de un Padre, de un Hermano, de un Amigo, también en el momento de la muerte».

«Aunque pueda parecer que Él está ausente, que se olvida de nosotros, en realidad siempre estamos presentes en Él, estamos en su corazón. Dondequiera que podamos caer, caemos en sus manos. Precisamente allí, donde nadie puede acompañarnos, nos espera Dios: nuestra Vida», concluye el mensaje de Benedicto XVI recordando que «con esa fe llena de esperanza, que es la fe de María a los pies de la cruz de Jesús», celebró la santa Misa de sufragio por Manuela, la misma mañana de su muerte.







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