El Papa se une espiritualmente al rito cristiano de la sepultura de Manuela Camagni
Martes, 30 nov (RV9.- El Papa se unió espiritualmente, en la tarde de ayer, al rito
cristiano de la sepultura de Manuela Camagni, Memores Domini de la Familia Pontificia,
que murió el pasado día 24, como consecuencia de las gravísimas heridas que sufrió
al ser atropellada por un auto, en Roma.
Su secretario personal, Mons. Georg
Gaeswein, participó en las exequias que tuvieron lugar en la localidad italiana de
san Piero in Bagno de Romagna, llevando un mensaje pontificio, en el que Benedicto
XVI ofrece con conmoción y afecto su testimonio sobre esta querida hermana nuestra,
recordando la dimensión familiar del servicio brindado por Manuela, en el apartamento
pontificio, en los últimos cinco años.
«Por ello deseo agradecer al Señor por
el don de la vida de Manuela, por su fe, por su generosa respuesta a la vocación»,
afirma el Santo Padre, añadiendo que «la divina Providencia la condujo a un servicio
discreto pero precioso en la casa del Papa». Tras recordar también su alegría al participar
en «momentos de familia», como «en la Santa Misa de la mañana, en las Vísperas, en
las comidas y en varias y significativas celebraciones de casa», Benedicto XVI reflexiona
luego sobre el gran dolor por esta muerte, que sólo la fe puede consolar.
Meditando
sobre el nombre de la comunidad Memore Domini, de la Fraternidad de Comunión y Liberación,
a la que pertenecía Manuela, es decir de «aquellas personas que viven en la memoria
de Dios y de Jesús», el mensaje del Papa destaca que «en esta memoria cotidiana, llena
de fe y de amor, encuentran sentido en cada cosa».
«En las acciones más pequeñas
y en las grandes. En el trabajo, el estudio, la fraternidad». La memoria del Señor
llena el corazón con una alegría profunda y verdadera, reitera el Santo Padre y destaca
que por ello le gusta pensar que Manuela, como Memor Domini, es una persona que vive
en la memoria del Señor.
«Esta relación es más profunda que el abismo de la
muerte». Nada ni nadie puede separarnos del amor de Dios, en Jesucristo, nuestro Señor,
señala el Papa, reafirmando que «si nosotros recordamos al Señor es porque antes Él
se acuerda de nosotros». Y «nos recuerda con el amor de un Padre, de un Hermano, de
un Amigo, también en el momento de la muerte».
«Aunque pueda parecer que Él
está ausente, que se olvida de nosotros, en realidad siempre estamos presentes en
Él, estamos en su corazón. Dondequiera que podamos caer, caemos en sus manos. Precisamente
allí, donde nadie puede acompañarnos, nos espera Dios: nuestra Vida», concluye el
mensaje de Benedicto XVI recordando que «con esa fe llena de esperanza, que es la
fe de María a los pies de la cruz de Jesús», celebró la santa Misa de sufragio por
Manuela, la misma mañana de su muerte.