Benedicto XVI recibe a los obispos de Filipinas y destaca “con profundo reconocimiento
la importante labor de la Iglesia para abolir la pena de muerte” en el país
Lunes, 29 nov (RV).- Acogiendo cordialmente a los obispos de Filipinas, al final de
su visita ad limina Apostolorum, Benedicto XVI les ha asegurado que reza para que
puedan perseverar en su importante misión de pastores, que es la de impulsar el encuentro
de todos los filipinos con la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo. Con la Constitución
Pastoral, del Concilio Vaticano II, ‘Gaudium et spes’ - Los gozos y las esperanzas
– sobre la Iglesia en el mundo actual, el Santo Padre ha reiterado, precisamente,
que «la Iglesia, predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de
la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y
promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano» (Gaudium
et spes n.76).
Al mismo tiempo, ha recordado el Papa «es de justicia, que pueda
la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad,
enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y
dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo
exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando
todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según
la diversidad de tiempos y de situaciones» (Gaudium et spes n.76):
«A la luz de esta
tarea profética, encomiendo a la Iglesia en las Filipinas que persevere en desempeñar
su papel en favor de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural,
y en defensa de la integridad del matrimonio y la familia. En estos ámbitos vosotros
estáis promoviendo las verdades acerca de la persona humana y de la sociedad, que
mana no sólo de la revelación divina, sino también de la ley natural, un orden que
es accesible a la razón humana y, por lo tanto, proporciona una base para el diálogo
y el discernimiento más profundo por parte de todas las personas de buena voluntad.
Asimismo, destaco con profundo reconocimiento la importante labor de la Iglesia para
abolir la pena de muerte en vuestro país». En lo que respecta a
los medios de comunicación, el Papa ha recordado la tarea de la Iglesia y de toda
la comunidad católica de «transmitir una visión de la fe llena de esperanza de virtud,
para que los filipinos pueden encontrar estímulo y orientación en su camino hacia
una vida plena en Cristo»: «Se debe presentar
una voz única y positiva, en todos los medios de comunicación - tanto antiguos como
nuevos - para que el mensaje del Evangelio pueda tener un impacto cada vez más profundo
en el pueblo de la nación. Es importante que los laicos católicos competentes en las
comunicaciones sociales tengan su propio lugar, para proponer el mensaje cristiano
de una manera convincente y atractiva. Para que el Evangelio de Cristo pueda ser levadura
en la sociedad filipina, toda la comunidad católica debe impulsar la fuerza de la
verdad proclamada con amor». También ante los problemas económicos
y sociales, la Iglesia, en su misión de proclamar a Cristo, reitera su compromiso
en favor de los más pobres y débiles de la sociedad, ha subrayado una vez más Benedicto
XVI, alentando a los obispos filipinos: «En la segunda
Plenaria de Filipinas, la Iglesia en vuestro país dedicó una atención especial a su
misión en favor de los pobres. Es alentador ver que este compromiso ha dado sus frutos,
con la participación activa de las instituciones católicas de caridad en todo el país.
Sin embargo, muchos de vuestros conciudadanos, siguen sin empleo, sin servicios adecuados
de educación o de base. Por lo tanto, vuestro anuncio evangélico y vuestra acción
caritativa en favor de los pobres siguen siendo muy apreciada. Además de este esfuerzo,
estáis preocupados con razón, en impulsar un compromiso permanente en la lucha contra
la corrupción, con la conciencia de que el desarrollo de una economía justa y sostenible,
sólo se logrará cuando se logre una aplicación clara y coherente de la justicia y
del derecho en todo el país». Concluyendo su denso discurso a los
obispos de Filipinas y recordando que el Venerable Juan Pablo II les había dicho que
son «los pastores de un pueblo enamorado de María» (14 de enero de 1995), Benedicto
XVI ha encomendado su misión pastoral a la Madre de Dios, extendiendo su bendición
a todo el amado pueblo filipino.