"Que la Madre de Dios nos ayude a salir al encuentro de Cristo, para que 'el futuro
del mundo pueda ser la civilización del amor y de la vida'». Benedicto XVI en el ángelus
del Primer Domingo de Adviento
Domingo, 28 nov (RV). En este día en que la Iglesia comienza un nuevo Año Litúrgico,
Benedicto XVI hizo hincapié en el Tiempo del Adviento, de la espera de Nuestro Señor,
deteniéndose en la característica, profundamente humana, en la que nuestra fe se vuelve
una cosa sola con nuestra carne y nuestro corazón.
«Nuestra estatura moral
y espiritual se puede medir sobre lo que esperamos», recordó el Santo Padre, que introdujo
el rezo a la Madre de Dios de este I Domingo de Adviento, reiterando que «hay una
misteriosa correspondencia entre la espera de Dios y la de María, la criatura ‘llena
de gracia totalmente trasparente al diseño de amor del Altísimo».
Invitando
a aprender «de María, Mujer del Adviento, a vivir nuestros gestos cotidianos con un
espíritu nuevo, con el sentimiento de una espera profunda, que sólo la venida de Dios
puede colmar», en sus palabras en polaco, Benedicto XVI destacó la celebración de
ayer de las Vísperas con la Vigilia de oración por la vida naciente, con la que comenzó
el Adviento, que nos prepara a la Navidad del Señor, alentando a perseverar en la
oración, el Papa deseó que «el futuro del mundo pueda ser la civilización del amor
y de la vida». Éstas eran las palabras de Benedicto XVI en nuestra lengua:
Saludo con
afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana,
así como a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. Al iniciar
el santo tiempo de Adviento, invito a todos a intensificar la oración y la meditación
de la Palabra de Dios, para que se avive el deseo de salir al encuentro de Cristo,
cuya primera venida recordamos con gozo, mientras nos preparamos a su segunda venida,
al final de los tiempos, con atenta vigilancia y ardiente caridad. Que a ello nos
ayude la amorosa protección de María Santísima, Virgen y Madre. Feliz Domingo.