En el 65 aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, el Papa recuerda
la necesidad de perseverar en los esfuerzos en favor de la no proliferación de las
armas nucleares y el desarme
Sábado, 27 nov (RV).- Benedicto XVI ha recibido en audiencia esta mañana al nuevo
embajador de Japón ante la Santa Sede, Hidekazu Yamaguchi, quien le ha presentado
sus cartas credenciales. En su discurso, el Papa se ha congratulado por las excelentes
relaciones existentes desde hace 60 años, entre la Santa Sede y el gobierno japonés,
marcadas por la cordialidad y la comprensión mutua. “Tras su entrada en la organización
de las Naciones Unidas, ha señalado el Pontífice, Japón es un actor importante en
la escena regional e internacional y ha contribuido de manera significativa en la
expansión de la paz, de la democracia y de los derechos del hombre en Extremo Oriente
y en particular en los países del mundo en vías de desarrollo”.
En efecto,
la Santa Sede, ha dicho el Santo Padre, por medio de sus misiones diplomáticas presentes
en esos estados, ha comprobado con satisfacción los acuerdos financieros que Japón
ha estipulado para el desarrollo y otras formas de asistencia con cada uno de estos
países, “que son esenciales, no sólo por sus repercusiones inmediatas, sino para la
instauración de una paz sólida y de prosperidad en el concierto de las naciones del
mundo”. El Papa apoya esta política de cooperación al desarrollo en particular en
los ámbitos que afectan a los más débiles y los más pobres.
Benedicto XVI recuerda,
luego, que este año se cumple el 65 aniversario del trágico bombardeo atómico contra
las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki. “El recuerdo de este episodio sombrío de
la historia de la humanidad se hace cada año más doloroso a medida que van desapareciendo
los testimonios de aquel horror”. “Esta tragedia -explica el Papa- nos recuerda con
insistencia cuán necesario es perseverar en los esfuerzos en favor de la no proliferación
de las armas nucleares y el desarme”. “Las armas nucleares, indica el Papa, siguen
siendo una fuente de gran preocupación. Su posesión y el riesgo de su eventual uso
crean tensiones y una desconfianza en muchas partes del mundo”.
Benedicto
XVI ha vuelto a insistir una vez más que hay que “evitar que la guerra sea considerada
como un medio de resolución de conflictos entre las naciones y entre los pueblos”.
Y ha aseverado que “una parte de las cantidades aprobadas para comprar armas podría
ser utilizada en proyectos de desarrollo económico y social, de educación y de salud.
Contribuyendo así a la estabilidad interior de los países y de los pueblos”.
Otro
punto que ha abordado el Papa ha sido el de la recesión económica mundial. Japón ocupa
una parte importante en la economía internacional, y debido a la mundialización creciente
del sistema comercial y los movimientos de capital, las decisiones tomadas por el
gobierno japonés continuarán teniendo un impacto más allá de sus fronteras.
Finalmente,
respecto a la libertad de conciencia y de culto, el Santo Padre ha confirmado al nuevo
embajador japonés, que en su país se goza de estas libertades y que la Iglesia católica
en Japón tiene asimismo la posibilidad de vivir en paz y en fraternidad. Sus miembros
son libres no sólo de participar en la cultura y en la sociedad japonesa, sino que
juegan un papel vivo y activo en el Japón contemporáneo a través sobre todo de sus
universidades, escuelas, hospitales e instituciones caritativas que la Iglesia pone
gustosa al servicio de toda la comunidad.
Por último Benedicto XVI ha confirmado
al pueblo japonés la alta consideración que tiene la Iglesia católica por el diálogo
interreligioso, comprometiéndose firmemente y animando la confianza mutua, la comprensión
y la amistad en el interés de toda la familia humana”.