‘Luz del mundo’: un libro-entrevista en el que el Papa admite su gran conmoción por
la dimensión de los abusos sexuales en la Iglesia y define difícil de soportar 'ver
el sacerdocio ensuciado de esa forma'
Domingo, 21 nov (RV).- El próximo martes se presentará en la oficina de prensa de
la Santa Sede el libro-entrevista “Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos
de los tiempos”, del escritor alemán Peter Seewald con Benedicto XVI. Un libro donde
el Papa reconoce que el día de su elección al Pontificado estaba completamente seguro
de que no habría recibido esta enorme responsabilidad.
Según algunas anticipaciones
que se han realizado de este libro, su primer capítulo está dedicado al escándalo
de los abusos sexuales en la Iglesia, unos hechos que no cogieron del todo por sorpresa
al Santo Padre, aunque admite que las dimensiones de los mismos sí fueron de gran
conmoción. “Ver el sacerdocio ensuciado de esta forma y con él la Iglesia católica
– admite el Pontífice- ha sido difícil de soportar”.
En este sentido el Papa
subraya como evidente que “la acción de los medios de comunicación no estuvo guiada
únicamente por la búsqueda de la verdad, sino que existió la intención de desacreditar
a la Iglesia”. Al mismo tiempo Benedicto XVI reconoce que dado que se trata de hacer
que prevalezca la verdad, hay que agradecerlo porque “sólo porque el mal estaba dentro
de la Iglesia, ha sido posible dirigirlo contra ella”. El Santo Padre advierte además
contra la amenaza de que la tolerancia sea abolida en nombre de la tolerancia misma.
“Nadie –advierte el Pontífice- debe ser obligado a ser cristiano. Pero tampoco nadie
debe ser obligado a vivir según esta ‘nueva religión’ como si fuese la única y la
verdadera, vinculante para toda la humanidad”.
Otro de los temas importantes
abordados en el libro-entrevista son las relaciones con el judaísmo y sobre todo “cuanto
sucedió durante el III Reich que impactó de tal manera en los alemanes como para empujar
a contemplar al pueblo de Israel con vergüenza, humildad y amor”. En cuanto a la parte
de la liturgia donde los judíos se sentían ofendidos, Benedicto XVI explica su modificación
en base a la intención de que “no se rezase directamente por la conversión de los
judíos en sentido misionero, sino para que el Señor acelere el momento histórico en
el que todos estaremos unidos”. Con respecto a Pío XII, el Papa reafirma que hizo
todo lo posible por salvar vidas e invita a reconocer que “nadie como él salvó a tantos
judíos”.
Las relaciones con el mundo musulmán es otro tema importante de este
libro-entrevista. En el mismo Benedicto XVI subraya el carácter tolerante de los cristianos
gracias al cual “los musulmanes pueden reunirse en oración en las mezquitas”.
Entre
los muchos temas afrontados en las 248 páginas del libro también encontramos el papel
de la mujer en la Iglesia. El Papa, retomando a Juan Pablo II, subraya que la Iglesia
“no posee la facultad de conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal”. Para Benedicto
XVI “las funciones de las mujeres en la Iglesia son tan grandes y significativas que
no puede hablarse de discriminación”. Y citando algunas importantes figuras femeninas
como María, santa Mónica o Madre Teresa afirma que “en muchos aspectos las mujeres
definen mejor el rostro de la Iglesia que los hombres”.
El Santo Padre analiza
también la banalización actual de la sexualidad, porque “concentrarse únicamente en
el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad, y esta banalización representa
precisamente la peligrosa razón” por la que las personas ven en la sexualidad una
droga en vez de la expresión de su amor. No obstante, añade “pueden existir casos
individuales en los que se justifique la utilización del preservativo”. El Papa explica
que cuando una prostituta usa un condón podría ser un primer paso hacia una moralización,
un primer acto de responsabilidad para desarrollar la conciencia de que no todo está
permitido y que no se puede hacer todo lo que se quiera.
En este contexto,
esta tarde se ha hecho público un comunicado del director de la oficina de prensa
de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, sobre este mismo tema y que a su vez está
relacionado con la polémica surgida durante el viaje de Benedicto XVI a África en
2009. El texto del comunicado es el siguiente: El Papa reitera con claridad
que en aquel entonces él no había querido tomar posición sobre el problema de los
preservativos en general, sino que había querido afirmar que el problema del SIDA
no se puede resolver con la única distribución de profilácticos, sino que es necesario
hacer mucho más: prevenir, educar, ayudar, aconsejar, ser cercanos a las personas,
ya sea para que no se contagien así como a las ya las contagiadas. El Papa observa
que también en el ámbito no eclesial se ha desarrollado una análoga consciencia, como
se aprecia en la teoría denominada ABC (Abstinence – Be Faithful – Condom), en la
que los primeros dos elementos (abstinencia y fidelidad) son mucho más determinantes
y fundamentales en la lucha contra el SIDA, mientras el profiláctico aparece en último
lugar como escapatoria, cuando faltan los otros dos… Por tanto debe ser claro que
el condón no es la solución del problema. Mas adelante, el Papa amplía la mirada e
insiste sobre el hecho de que concentrarse sólo en el profiláctico equivale a banalizar
la sexualidad, que pierde su significado como expresión de amor entre personas, y
se convierte en algo así como una “droga”. Luchar contra la banalización de la sexualidad
es “parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda
ejercer su efecto positivo sobre el ser humano en su totalidad”. A la luz de esta
visión amplia y profunda de la sexualidad humana y de su problemática actual, el Papa
reafirma que “naturalmente la Iglesia no considera los profilácticos como la solución
autentica y moral” del problema de SIDA. Con ello el Papa no reforma o cambia la enseñanza
de la Iglesia, sino la reafirma colocándose en la perspectiva del valor y de la dignidad
de la sexualidad humana como expresión de amor y responsabilidad. Al mismo tiempo
el Papa considera una situación excepcional la que el ejercicio de la sexualidad represente
un verdadero riesgo para la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente
el ejercicio desordenado de la sexualidad, sino que considera que el uso del profiláctico
para disminuir el peligro de contagio sea “un primer acto de responsabilidad”, “un
primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana”, en vez de no utilizarlo,
exponiendo al otro a arriesgar su vida. El razonamiento del Papa no puede ciertamente
ser definido como un “viraje revolucionario”. Numerosos teólogos morales y válidas
personalidades eclesiásticas han sostenido y sostienen posiciones análogas; sin embargo,
es verdad que no las habíamos escuchado aun con tanta claridad de la boca de un Papa,
si bien en una forma coloquial y no magisterial. Benedicto XVI nos ofrece valientemente
una importante contribución a la clarificación y la profundización sobre un asunto
ampliamente debatido. Es una contribución original, porque, por una parte reitera
la fidelidad a los principios morales y demuestra lucidez en el rechazar un camino
ilusorio como la “confianza en el profiláctico”; y por otra manifiesta una visión
comprensiva y de largo alcance, atenta a descubrir los pequeños pasos – aunque sean
iniciales y aun confusos - de una humanidad espiritualmente y culturalmente a menudo
muy pobre, hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad.