Audiencia general: llamamiento del Papa para que finalice la violencia contra los
cristianos en Pakistán y por la liberación de una cristiana paquistaní condenada a
muerte por blasfemia
Miércoles, 17 nov (RV).- Con un apremiante llamamiento, ante las violencias que sufren
los cristianos en Pakistán y por la pronta liberación de la señora Asia Bibi, Benedicto
XVI reza por el respeto de la dignidad humana y los derechos fundamentales de cuantos
sufren estas situaciones. El Papa ha dedicado hoy su catequesis a Santa Juliana de
Cornillon, «figura femenina, poco conocida, a la que - sin embargo - Iglesia debe
un gran reconocimiento, pues contribuyó a la institución de una de las solemnidades
litúrgicas más importantes del año, la del Corpus Domini». Además el Santo Padre ha
saludado durante la audiencia general a la Federación Mundial de las Obras Eucarísticas
de la Iglesia, cuyos miembros peregrinan a Roma en el bicentenario de su fundación.
En su audiencia general, en la que han participado unas doce mil personas
de tantas partes del mundo, Benedicto XVI ha pronunciado un apremiante llamamiento
ante las violencias que sufren los cristianos en Pakistán y por la pronta liberación
de la señora Asia Bibi:
«En estos
días, la comunidad internacional sigue con gran preocupación la difícil situación
de los cristianos en Pakistán, que a menudo son víctimas de violencias y discriminación.
En particular, hoy expreso mi cercanía espiritual a la señora Asia Bibi y a sus familiares,
al tiempo que pido que se le vuelva a dar la libertad plena lo antes posible. Asimismo,
rezo por cuantos se encuentran en situaciones semejantes, con el fin de que su dignidad
humana y sus derechos fundamentales sean respetados plenamente»
Asia Bibi,
madre de familia, fue acusada el año pasado por sus compañeras de trabajo por haber
hablado contra el profeta Mahoma, un delito que en Pakistán debido a la ley anti-blasfemia
en vigor, comporta penas carcelarias e incluso la muerte. La Iglesia en este país,
a través de la comisión “Justicia y Paz” ha iniciado una campaña de presión para salvar
la vida de Bibi y pedir la abolición de esta ley, que según declaró a la agencia católica
Asia news, el obispo de Islamabad-Rawalpindi, mons. Rufin Anthony, sólo representa
una excusa para atacar a las minorías, sobretodo a los cristianos. «La Iglesia
está viviendo ‘una primavera eucarística’, en la que muchos redescubren la belleza
de la adoración eucarística», ha exclamado Benedicto XVI, en su audiencia general,
cuya catequesis ha dedicado hoy a santa Juliana de Cornillon, que impulsó la fiesta
litúrgica en honor de la Eucaristía.
También esta mañana, el Papa ha presentado
a «una figura femenina, poco conocida, a la que - sin embargo – la Iglesia debe un
gran reconocimiento, no sólo por su santidad de vida, sino también porque, con su
gran fervor, ha contribuido a la institución de una de las solemnidades litúrgicas
más importantes del año, la del Corpus Domini».
Esta religiosa agustina, que
vivió cerca de Lieja, en el siglo XIII, de gran inteligencia y cultura, cultivó la
oración contemplativa y una profunda devoción a la presencia de Cristo en la Eucaristía,
ha destacado Benedicto XVI, añadiendo que, en una visión, el Señor le hizo comprender
a santa Juliana que «debía promover una fiesta litúrgica en la que los creyentes pudieran
adorar la Eucaristía para aumentar su fe, avanzar en la práctica de las virtudes y
reparar las ofensas al Santísimo Sacramento».
Tras señalar que, como resultado
de esta visión, la fiesta del Corpus Christi se empezó a celebrar en la diócesis de
Lieja, donde el Papa Urbano IV conoció a esta santa y luego instituyó la solemnidad
para la Iglesia universal, encargando a Santo Tomás de Aquino que compusiera los textos
del oficio litúrgico, Benedicto XVI ha recordado que el mismo Urbano IV celebró esta
solemnidad en Orvieto, donde se conserva la reliquia de un milagro Eucarístico, que
había tenido lugar un año antes.
Subrayando que «el amor de santa Juliana hacia
la Eucaristía ha donado a la Iglesia el Corpus Domini», el Santo Padre ha alentado
en distintas lenguas, a los numerosos peregrinos - que han llegado de tantas partes
del mundo para escuchar su catequesis - «a fortalecer nuestra fe en la presencia de
Cristo en la Eucaristía, a detenernos a menudo ante Jesús en el tabernáculo, en adoración
y oración al Señor eucarístico». Éstas han sido las palabras de Benedicto XVI en nuestra
lengua:
Queridos
hermanos y hermanas: Está mañana nos detenemos en la figura de Santa Juliana
de Cornillon. Nació cerca de Lieja, en Bélgica, a finales del siglo doce. Huérfana
a los cinco años, fue confiada al cuidado de las religiosas del convento-leprosería
de Monte Cornillon tomando más tarde el hábito agustino y llegando a ser priora del
mismo. Poseía una notable cultura e inteligencia que se unía a la contemplación y
al sentido profundo de la Eucaristía. Sus visiones la llevan a comprender la necesidad
de instituir la fiesta litúrgica del Corpus Domini, para que los creyentes glorifiquen
el Santísimo Sacramento, acrecienten su fe, avancen en la práctica de la virtud y
reparen las ofensas realizadas al Señor. Dicha solemnidad se celebró por primera vez
en la diócesis de Lieja, extendiéndose después a toda la Iglesia Universal. Santa
Juliana muere en Fosses-La-Ville en mil doscientos cincuenta y ocho. Hoy también en
muchos lugares se vive una primavera eucarística en la que muchas personas descubren
la belleza de rezar en adoración ante la Santa Eucaristía. Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros de
la Federación Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia, a los misioneros del
Verbo Divino, así como a los demás grupos provenientes de España, El Salvador, Venezuela
y otros países latinoamericanos. Siguiendo el ejemplo y enseñanza de Santa Juliana
de Cornillon, os invito a ser fieles al encuentro con Cristo en la Misa dominical
y a la adoración del Santísimo Sacramento, para experimentar el don de su amor. Muchas
gracias.
El Papa ha saludado durante la Audiencia General a la Federación
Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia, cuyos miembros peregrinan a Roma
en el bicentenario de su fundación. Hemos hablado con uno de los consejeros, el padre
español Agustín de la Vega, de los legionarios de Cristo.
“Es probable
que muchas de las personas que se encontraron en Santiago y Barcelona con el Papa
Benedicto XVI hayan visto fortalecer su fe y su adhesión a la Iglesia” nos ha dicho
también el padre Agustín de la Vega comentando el reciente viaje papal a España.
En sus saludos,
después de la catequesis el Papa se ha dirigido también a un grupo de peregrinos italianos
de la región de Basilicata, sur de Italia, a quienes acompañaban los obispos, sacerdotes
y autoridades civiles de la zona, que han peregrinado a Roma en el 30 aniversario
de un terremoto que asoló esas tierras.
Recordando que ante «ese dramático
evento, cuyas heridas son todavía profundas y están vivas en la mente y el corazón
de estas queridas poblaciones, llegaron de tantas partes de Italia ayudas generosas»
y que «en ámbito local, cada uno se empeñó en intervenir donde había necesidad», Benedicto
XVI ha querido «subrayar, en particular, la obra de la Iglesia, que ofreció, además
de la ayuda material, la luz de la esperanza de Cristo resucitado, en un momento de
desconsuelo y oscuridad».
El Santo Padre ha concluido sus palabras con la
esperanza de que «el encuentro de hoy y el recuerdo de la visita paternal, que realizó
en aquellos días el Siervo de Dios Juan Pablo II, reavive en el pueblo cristiano el
don de la fe y la alegría de compartirla en la gran familia de la Iglesia».
Como
es tradicional, el Santo Padre ha saludado también a los jóvenes, a los enfermos y
a los recién casados que participaban en esta audiencia general.
Alentando
a los jóvenes a «mirar a Jesús como centro de su existencia, para volverse constructores
de un mundo de auténtica paz y de solidaria esperanza», Benedicto XVI ha deseado a
los «queridos enfermos, que están experimentando la fatiga y el sufrimiento, que perciban
a su lado a Cristo y cooperen con Él en la salvación del mundo entero».
A los
recién casados, que acaban de «recibir en el sacramento del matrimonio la efusión
del Espíritu del amor», el Papa los ha exhortado a «encontrar cotidianamente fortaleza
y valentía en Dios, para vivir así su vocación plenamente».