Benedicto XVI subraya el papel de la Biblioteca Vaticana, ‘lugar eminente de la memoria
histórica de la Iglesia universal’ y de su anhelo de impulsar la cultura, la mente
y el espíritu al servicio del hombre
Jueves, 11 nov (RV).- Benedicto XVI ha dirigido una carta al cardenal Raffaele Farina,
archivero y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, destacando que sigue con particular
interés la reapertura de la Biblioteca Vaticana, después de tres años de importantes
trabajos.
Reapertura - señala el Papa - que se celebra con una muestra titulada
«Conocer la Biblioteca Vaticana: una historia abierta al futuro» y con un encuentro
sobre el tema «La Biblioteca Apostólica Vaticana como lugar de investigación y como
institución al servicio de los estudiosos». Con el anhelo de proseguir la secular
atención de sus predecesores para con esta benemérita Institución e impulsado asimismo
por su personal cercanía a la investigación y estudio, Benedicto XVI recuerda que
«desde sus comienzos, la Iglesia de Roma está ligada a los libros. Empezando por los
de la Sagrada Escritura y siguiendo luego con los teológicos y relacionados con la
disciplina y el gobierno de la Iglesia».
Tras subrayar la profunda verdad de
la continuidad de una historia bimilenaria, el Papa añade que «en efecto, la Biblioteca
Vaticana nace en el siglo XV, en el corazón del Humanismo – del que es una espléndida
manifestación - y es la expresión, la realización institucional ‘moderna’ de una realidad
mucho más antigua, que acompañó desde siempre el camino de la Iglesia».
Con
esta conciencia histórica, Benedicto XVI hace hincapié en que la misma Biblioteca
Apostólica, al igual que el Archivo Secreto, son parte integrante de los instrumentos
necesarios para el desarrollo del Ministerio petrino, así como medio precioso «al
cual el Obispo de Roma no puede y no tiene intención de renunciar, para tener – en
la consideración de los problemas – aquella mirada capaz de percibir en una perspectiva
de largo plazo, las raíces remotas de las situaciones y sus evoluciones en el tiempo».
«Lugar eminente de la memoria histórica de la Iglesia universal, que custodia
venerables testimonios de la tradición manuscrita de la Biblia, la Biblioteca Vaticana
tiene también otro motivo para ser objeto del cuidado y de las preocupaciones de los
Papas, pues conserva desde sus orígenes la inconfundible apertura, verdaderamente
acatólica, universal, a todo lo bello, bueno, noble y digno que la humanidad ha producido
en el curso de los siglos». Abarcando en su colección los frutos más elevados del
pensamiento y de la cultura humana, desde la antigüedad a la Edad Media, pasando por
la época moderna al siglo XX.
Reiterando la centralidad de Jesucristo, alfa
y omega, verdadero Libro de la vida, al cual tiende y anhela todo avatar humano, el
Papa señala la apertura de la Biblioteca Vaticana a todo lo humano. A la maduración
humana, como crecimiento interior y espiritual. A la cultura, como elevación hacia
Dios Creador. Por lo que el anhelo de la Iglesia es el de impulsar la cultura, mente
y espíritu al servicio de todos los hombres, en su misión evangelizadora y redentora.
«Apertura que se refiere no sólo al pasado, sino también al presente», destaca
también Benedicto XVI, recordando que «en la Biblioteca Vaticana, todos los investigadores
de la verdad han sido acogidos siempre con atención y respeto, sin discriminación
confesional o ideológica alguna. Lo único que se requiere es buena fe y una investigación
seria, desinteresada y cualificada».
En este contexto, una vez más, el Papa
recuerda que la Iglesia y sus predecesores perciben en esta investigación un profundo,
aunque no siempre consciente anhelo de encontrar a Dios. Pues la búsqueda de Dios
requiere, por intrínseca exigencia, una cultura de la palabra - escribe Benedicto
XVI y, recordando lo que dijo en París al mundo de la cultura, evocando la gran
experiencia del monaquismo occidental, añade que «el deseo de Dios, incluye el amor
por la palabra, ahondar en todas sus dimensiones. Porque en la Palabra bíblica Dios
está en camino hacia nosotros y nosotros hacia Él, hace falta aprender a penetrar
en el secreto de la lengua, comprenderla en su estructura y en el modo de expresarse».