El Papa se despide de Santiago de Compostela y Barcelona con sentimientos de gratitud,
pide que la fe alcance nuevo vigor en Europa y haga crecer la solidaridad y el servicio
a todos, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas
Domingo, 7 nov (RV).- Benedicto XVI se ha despedido esta tarde de España con sentimientos
de gratitud tras su visita de dos días a Santiago de Compostela y Barcelona. Una estancia
centrada en el Año Jubilar Compostelano y la dedicación del templo y el altar de la
Sagrada Familia, en la que el Papa además ha querido confirmar a sus hermanos en la
fe:
Esa fe que en los albores del cristianismo llegó a estas tierras y se
enraizó tan profundamente que ha ido forjando el espíritu, las costumbres, el arte
y la idiosincrasia de sus gentes. Preservar y fomentar ese rico patrimonio espiritual,
no sólo manifiesta el amor de un País hacia su historia y su cultura, sino que es
también una vía privilegiada para transmitir a las jóvenes generaciones aquellos valores
fundamentales tan necesarios para edificar un futuro de convivencia armónica y solidaria.
Los caminos que atravesaban Europa para llegar a Santiago eran muy diversos entre
sí, cada uno con su lengua y sus particularidades, pero la fe era la misma. Había
un lenguaje común, el Evangelio de Cristo. En cualquier lugar, el peregrino podía
sentirse como en casa. Más allá de las diferencias nacionales, se sabía miembro de
una gran familia, a la que pertenecían los demás peregrinos y habitantes que encontraba
a su paso. Que esa fe alcance nuevo vigor en este Continente, y se convierta en fuente
de inspiración, que haga crecer la solidaridad y el servicio a todos, especialmente
a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas
Y sobre los últimos momentos del Santo Padre en su décimo octavo viaje
apostólico internacional les ofrecemos el reporte de David Gutiérrez