En el IV centenario de la canonización de Carlos Borromeo, el Papa invita a los sacerdotes
a imitar el ejemplo de "fe límpida y vida sobria y pura” de este santo que no se
limitó a lamentar o a condenar, sino que empezó por reformar su propia vida
Jueves, 4 nov (RV).- Hoy se ha hecho público un mensaje del Papa dirigido al cardenal
Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán (Italia), con motivo del cuarto centenario
de la canonización de San Carlos Borromeo, el 1 de noviembre 1610.
"La época
en la que vivió Carlos Borromeo fue muy delicada para el cristianismo", escribe el
Papa. "En tiempos sombríos por numerosas pruebas para la comunidad cristiana, con
divisiones y confusiones doctrinales, con el oscurecimiento de la pureza de la fe
y de las costumbres y con el mal ejemplo de varios ministros sagrados, Carlos Borromeo
no se limitó a lamentar o a condenar, ni simplemente a desear el cambio de los demás,
sino que empezó por reformar su propia vida".
San Carlos "era consciente de
que una reforma seria y creíble debía partir precisamente de sus pastores". Para ello,
continúa Benedicto XVI, recurrió a "la centralidad de la Eucaristía, la espiritualidad
de la Cruz, la frecuencia constante de los Sacramentos, la Palabra de Dios, el amor
y la devoción por el Sumo Pontífice, en "obediencia pronta y filial a sus indicaciones,
como garantía de la comunión eclesial, verdadera y completa".
Tras manifestar
el deseo de que "el ejemplo de San Carlos nos impulse a comenzar siempre por un compromiso
serio de conversión personal y comunitaria", el Santo Padre anima, en particular,
a los sacerdotes y diáconos "a hacer de su vida un valiente camino de santidad" y
pide que la Iglesia ambrosiana encuentre en los ministros sagrados "una fe límpida
y una vida sobria y pura, que renueven el ardor apostólico que tuvieron San Ambrosio,
San Carlos y tantos santos pastores vuestros".
"San Carlos fue reconocido también
-continúa el mensaje- como un verdadero padre amoroso de los pobres. Fundó instituciones
para la atención y recuperación de las personas necesitadas, y durante la peste de
1576, el santo arzobispo quiso permanecer con su pueblo, para animarlo, servirlo y
defenderlo con las armas de la oración, de la penitencia y del amor".
El Papa
subraya que "no se puede comprender, sin embargo, la caridad de San Carlos Borromeo,
si no se conoce su relación de amor apasionado con el Señor Jesús". En este contexto
se refiere "a la mirada contemplativa al santo misterio del altar y al crucifijo,
que despertaba en él sentimientos de compasión por las miserias de los hombres, y
encendía en su corazón el ansia apostólica de llevar a todos el anuncio del Evangelio".
"¡Hagamos de la Eucaristía el verdadero centro de nuestras comunidades y dejémonos
educar y plasmar por este abismo de caridad! ¡Cada obra caritativa y apostólica se
reforzará y será fecunda gracias a esta fuente!".
El Santo Padre concluye el
mensaje con un llamamiento a los jóvenes: "Como San Carlos, también vosotros podéis
hacer de vuestra juventud una oferta a Cristo y a los demás. ¡Queridos jóvenes, no
sólo sois la esperanza de la Iglesia; formáis ya parte de su presente! Y si tenéis
la audacia de creer en la santidad, seréis el mayor tesoro de vuestra Iglesia Ambrosiana,
que se ha edificado sobre sus santos".