Audiencia General: el Papa dedica la catequesis a santa Isabel de Hungría, “verdadero
ejemplo de servicio para todos los que tienen responsabilidades de gobierno”
Miércoles, 20 oct (RV).- El Santo Padre ha dedicado la catequesis de la audiencia
general de hoy en la plaza de san Pedro a santa Isabel de Hungría, una santa, ha subrayado
el Papa, que “suscitó gran admiración durante la Edad Media y también hoy”. De sangre
real, Isabel se unió en matrimonio con Ludovico, hijo de un soberano rico e influyente.
Fue el suyo un amor mutuo y sincero, animado por el deseo de cumplir la voluntad de
Dios.
Isabel siempre manifestó gran coherencia entre la fe profesada y la
vida cotidiana, por encima de los compromisos frecuentes de la corte. Rehusó llevar
la corona, símbolo de los honores terrestres, cuando Jesús, su Rey, había llevado
una corona de espinas. “Ejerció la autoridad como servicio humilde de la justicia
y de la caridad en la búsqueda del bien común”.
Santa Isabel fue “un verdadero
ejemplo de servicio para todos los que tienen responsabilidades de gobierno”, ha dicho
el Papa. “Practicó asiduamente las obras de misericordia y dio testimonio de cómo
la fe y el amor fortalecen la familia y el matrimonio”. Su santidad brilló tanto en
la manera de gobernar, como en su vida conyugal y familiar.
Encontró su guía
en san Francisco de Asís, que se convirtió en su maestro, cuando enviudó a los veinte
años, en 1227. Donó entonces todos sus bienes a los pobres a los que consagró sus
últimos años de vida. “Fue una gran santa de la caridad”, ha afirmado el Papa: todo
a lo largo de su vida de reina, de esposa, de madre y de mujer consagrada lo dedicó
a Dios y a los demás. “Que su testimonio luminoso nos enseñe hoy a ver en los necesitados,
el rostro del Cristo crucificado, pobre y humilde”.
Este ha sido el resumen
de su catequesis en español, que ha hecho el Papa para los fieles de nuestra lengua.
Queridos
hermanos y hermanas: Hoy quisiera hablaros de santa Isabel de Hungría, que
nació en mil doscientos siete. Tras vivir los primeros años en la corte húngara fue
entregada en matrimonio a Luis de Turingia. La vida de esta santa es un verdadero
ejemplo de servicio para todos los que tienen responsabilidades de gobierno. Ella
practicó asiduamente las obras de misericordia y dio un testimonio claro de cómo la
fe y el amor hacia Dios y el prójimo fortalecen la vida familiar y hacen aún más profunda
la unión matrimonial. Isabel, en su vida espiritual, encontró apoyo en los Frailes
Menores y, a partir de aquel momento, hizo más decidido su seguimiento de Cristo pobre
y crucificado. Al morir su esposo, renunció a todas las vanidades del mundo y construyó
un hospital, en el que sirvió a los enfermos, pobres y lisiados. Murió en mil doscientos
treinta y uno. Fue canonizada por Gregorio IX y declarada patrona de la Tercera Orden
Regular de San Francisco y de las Órdenes Franciscanas Seculares. Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros de
la Cofradía escolapia del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del
mayor dolor, de Granada; a los fieles de Alcobendas, a los Oficiales del curso de
Estado Mayor de la Academia Aérea de Ecuador, así como a los demás grupos provenientes
de España, México y otros países latinoamericanos. Que la figura de Santa Isabel de
Hungría, modelo de caridad, nos inspire también a nosotros a un amor intenso hacia
Dios y hacia el prójimo. Muchas gracias.
Saludando en polaco el Papa les
ha recordado a los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro que hoy en Polonia
se celebra la memoria litúrgica de San Juan de Kety, filósofo, teólogo de la Universidad
de Jagellonica, patrono de la archidiócesis de Cracovia. Era trabajador, perseverante,
piadoso. Se distinguió por el espíritu de misericordia y por la solicitud hacia los
pobres. Aprendamos de él la fidelidad a Cristo y al Evangelio.
En eslovaco
el Santo Padre ha recordado a los peregrinos que la catequesis de hoy se nos presenta
la figura de Santa Isabel de Hungría, tan cercana a ellos. Que este extraordinario
testimonio de amor hacia los pobres suscite en vosotros un renovado compromiso en
las obras de misericordia.
Como siempre el Santo Padre se ha dirigido al final
de la audiencia a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Queridos amigos,
el mes de octubre nos invita a renovar nuestra activa cooperación en la misión de
la Iglesia. Con las frescas energías de la juventud, con la fuerza de la oración y
del sacrificio y con la potencialidad de la vida conyugal, sabed ser misioneros del
Evangelio, ofreciendo vuestra ayuda concreta a cuantos se esfuerzan por llevarlo a
quien todavía no lo conoce.