Sínodo: los padres sinodales denuncian el negocio del comercio de armas y piden a las Iglesias unir su voz para denunciar este flagelo que mantiene el estado de guerra y terrorismo en Oriente Medio

Martes, 12 oct (RV).- Contando con la presencia del Papa Benedicto XVI se desarrolló esta mañana la III Congregación General en el aula Nueva del Sínodo. La sesión comenzó con la recitación de la hora tertia siguiendo el rito copto, luego de lo cual se dio inicio a la participación de los Padres Sinodales que se inscribieron para esta sesión, 25 en total, cada uno disponiendo de un tiempo máximo de 5 minutos. Después del breve receso, a mitad de la mañana, se realizo la elección de la comisión para la elaboración del mensaje, conformada por 10 miembros electos por votación de la asamblea, y que representan a las Iglesias Orientales, con un representante de la Unión de Superiores Generales, y se espera el nombramiento de otros dos miembros por parte del Santo Padre. La comisión del mensaje será de 12 personas.



Las intervenciones de los padres sinodales abordaron una amplia temática, algunas de ellas sugeridas en el Instrumentum Laboris. Las ideas centrales de la mayoría de las intervenciones se referían a los temas fundamentales del Sínodo, a saber, la comunión y el testimonio. Uno de los padres sinodales, de hecho, habló que la comunión era la primera exigencia que los cristianos de Oriente Medio deben sentir en la compleja realidad en la que viven, en especial por las duras pruebas que deben soportar. Entre los temas no faltó la referencia al conflicto en la región entre Palestina e Israel, deseándose que exista pronto una solución dialogada. Un padre sinodal hizo alusión a la contribución que pueden hacer los medios de comunicación para contribuir a esa solución si se presenta a la colectividad la experiencia de comunión que existe entre las Iglesias. El tema de la educación también estuvo presente, porque a las escuelas católicas asisten cerca de 600.000 alumnos, muchos de los cuales son niños de familias de emigrantes árabes y de otras nacionalidades, y se habló de la contribución que en este sector pueden ofrecer los fieles de lengua hebrea para la formación catequística y también para contribuir a la paz. También se insistió mucho en el dialogo que debe haber con los hermanos musulmanes para la consecución de la anhelada paz. Pero también se denunció el hecho del negocio del comercio de armas, y se pidió a las Iglesias unir su voz para denunciar este flagelo que contribuye al mantenimiento del estado de guerra y terrorismo que se vive en la zona.



Durante esta tercera congregación tomo la palabra Mons. Vartan Boghossian, obispo de San Gregorio de Narek en Buenos Aires y exarca apostólico para los fieles de rito armenio residentes en América Latina y México. Mons Boghossian se refirió en sus palabras a la gran movilidad humana que ha llevado a emigrar a muchos fieles fuera de los territorios patriarcales, para formar lo que se conocen como las comunidades de la Diáspora, reconociendo que no siempre han sido acompañados desde el punto de vista pastoral. Y planteó la necesidad de que se dé a los pastores de las Iglesias Orientales la facultad de jurisdicción sobre las personas de sus respectivos ritos y cultos donde se encuentren, ya que hasta el momento el derecho canónico tanto de la Iglesia latina como de las Iglesias Orientales plantea para ellos el concepto de jurisdicción territorial, con lo que se limita el pastoreo para los fieles que viven fuera del Oriente Medio. El exarca de los armenios de América Latina y México dijo que desde el punto de vista ecuménico, la jurisdicción plena sobre los propios fieles en todos los continentes sería para los hermanos separados una anticipación concreta de una situación de comunión plena.



La discusión general y la presentación de aportaciones libres continuara esta tarde, a partir de la 4 y media hora de Roma, con la realización de la cuarta congregación general de esta Asamblea Especial para el Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.



Desde el Aula Nueva del Sínodo en el Vaticano, David Gutiérrez