Vuestra tarea, queridos trabajadores de la prensa católica, es la de ayudar al hombre
contemporáneo a orientarse hacia Cristo: Benedicto XVI ante participantes de Congreso
Mundial de la Prensa Católica
Jueves, 7 oct. (RV).- El Santo Padre ha recibido con alegría, a los participantes
en Congreso dedicado a la prensa católica, promovido por el Pontificio Consejo para
las Comunicaciones Sociales. Después de su cordial bienvenida, a los delegados provenientes
de 85 países y que trabajan en diarios, periódicos, revistas semanales y en páginas
web, Benedicto XVI les ha dirigido palabras de aliento para que perseveren con renovado
impulso en su importante y cualificado compromiso.
Reflexionando en su
denso discurso sobre la profunda transformación por la que atraviesa en la actualidad
el mundo de los medios de comunicación - el desarrollo de nuevas tecnologías y, en
particular, la propagación multimedial, «que parece poner en entredicho el papel de
los medios más tradicionales y consolidados», el Papa ha destacado la acertada celebración
de este Congreso, para detenerse a considerar el papel especial de la prensa católica.
Una reflexión atenta sobre este campo, de hecho, pone de relieve dos aspectos
concretos: por un lado, la especificidad del medio, la prensa escrita - es decir la
palabra escrita y su actualidad y eficacia - en una sociedad que ha visto una multiplicación
de antenas, parábolas y satélites, que se han convertido casi en el emblema de una
nueva forma de comunicar en la era de la globalización. En segundo lugar, la connotación
"católica", con la responsabilidad que implica de ser fieles a esta característica
de forma explícita y sustancial, a través del esfuerzo diario de caminar por la calle
maestra de la verdad:
Los
periodistas católicos deben perseguir la búsqueda de la verdad con la mente y el corazón
apasionados, pero también con la profesionalidad de trabajadores competentes y dotados
de medios adecuados y eficaces. Ello es aún más importante en el actual momento histórico,
que pide a la figura misma del periodista - como mediador de los flujos de información
– que cumpla un profundo cambio. Hoy, por ejemplo, en la comunicación tiene un peso
cada vez mayor el mundo de la imagen, con el desarrollo de nuevas tecnologías. Pero,
si por una parte todo ello conlleva indudables aspectos positivos, por otro, la imagen
puede llegar también a desconectarse de la realidad, puede dar vida a un mundo virtual,
con consecuencias diferentes. La primera de ellas es el riesgo de la indiferencia
ante lo verdadero.
Poniendo en guardia ante los progresos que pueden
«hacer intercambiables lo verdadero y lo falso, que pueden llevar a confundir lo real
con lo virtual», además de presentar un acontecimiento, feliz o triste, como si fuera
un espectáculo y no como una ocasión para reflexionar, el Santo Padre ha reiterado
que «estos aspectos son señales de alarme e invitan a considerar el peligro de que
lo virtual aleje de la realidad y no impulse la búsqueda de lo verdadero, de la verdad»:
«En este contexto
– ha enfatizado Benedicto XVI - la prensa católica está llamada, de forma nueva –
a expresar hasta los más profundo sus potencialidades y a dar razón día tras día
de su irrenunciable misión. La Iglesia dispone de un elemento que facilita, desde
el momento en que la fe cristiana tiene en común con la comunicación una estructura
fundamental: el hecho de que el medio y el mensaje coinciden. En efecto, el Hijo de
Dios, la Palabra hecha carne, es al mismo tiempo, mensaje de salvación y medio por
el cual se realiza la salvación».
Y
esto no es un simple concepto, sino una realidad accesible para todos, incluso para
los que, a pesar de vivir como protagonistas en la complejidad del mundo, son capaces
de mantener la honestidad intelectual propia de los ‘pequeños’ del Evangelio. Además,
la Iglesia - Cuerpo místico de Cristo - presente contemporáneamente en todas partes,
alimenta la capacidad de relaciones más fraternas y más humanas, presentándose como
lugar de comunión entre los creyentes y, al mismo tiempo, como signo e instrumento
de la vocación de todos a la comunión. Su fuerza es Cristo, y en su nombre "sigue"
al hombre por los caminos del mundo, para salvarlo del “mysterium iniquitatis", que
insidiosamente que trabaja en él.
Tras hacer hincapié en que la Palabra
de Dios vino a los hombres y ha llegado hasta nosotros a través de un libro, la Biblia,
Benedicto XVI ha recordado una vez más que «la palabra sigue siendo la herramienta
fundamental y, en cierto sentido, constitutiva de la comunicación: se utiliza hoy
en diversas formas, y también en la denominada "civilización de la imagen", conserva
todo su valor.
Sin olvidar que es evidente que el desafío de la
comunicación es un gran compromiso para la Iglesia y para cuantos comparten su misión,
y recordando que «los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que se verifica
en la sociedad, o simplemente confiar en que el patrimonio de valores transmitido
a lo largo de los siglos pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia
humana», el Papa ha recordado la necesidad de Dios que tiene el mundo:
La
idea de vivir “como si Dios no existiera” se ha demostrado deletérea: el mundo necesita
más bien vivir “como si Dios existiera”, aunque no se tenga fuerzas para creer, de
otro modo se produce sólo “un humanismo inhumano.
El Santo Padre ha
alentado a los que trabajan en los medios de comunicación a testimoniar en el mundo
la luz y la esperanza de Cristo:
Los
tiempos que estamos viviendo, al tiempo que tienen una carga positiva y significativa
- porque los hilos de la historia están en manos de Dios y su plan eterno se revela
cada vez más - están marcados también por tantas sombras. Vuestra tarea, queridos
trabajadores de la prensa católica, es la de ayudar al hombre contemporáneo a orientarse
hacia Cristo, único Salvador, y a mantener encendida la antorcha de la esperanza en
el mundo, para vivir dignamente el presente y construir adecuadamente el futuro. Por
ello, os exhorto a renovar constantemente vuestra opción personal por Cristo, impregnándoos
en los recursos espirituales que la mentalidad mundana menosprecia, y que sin embargo
son valiosos e indispensables. Queridos amigos, os animo a continuar en vuestro compromiso
no fácil y os acompaño con la oración, para que el Espíritu Santo lo haga más fructífero.
Mi bendición, llena de afecto y gratitud, que os imparto de buen grado, quiere abrazar
a todos los presentes y todos los que trabajan en la prensa católica en todo el mundo.