Ángelus: el Papa recuerda la beatificación en Parma de Anna Maria Adorni, quien se
dedicó a la caridad con las mujeres encarceladas y en dificultad, para cuyo servicio
fundó dos Institutos religiosos
Domingo, 3 oct (RV).- Benedicto XVI al final de la ceremonia eucarística presidida
en Palermo, en donde han participado más de 30 mil personas, ha dirigido el rezo del
Ángelus. En su alocución previa a la oración mariana, el Papa ha subrayado el fervor
y la devoción de todo el pueblo sicilano a través de los Santuarios dedicado a la
Madre de Dios.
A la Virgen María deseo ofrecer todo el pueblo de Dios que
vive en esta amada tierra. Que sostenga a las familias en el amor y el compromiso
educativo; que haga fecundos los brotes de vocaciones que Dios siembra ampliamente
en los jóvenes; que infunda el valor en las pruebas, esperanza en las dificultades,
que renueve el impulso para hacer el bien. Que la Virgen consuele a los enfermos y
a todos los que sufren, y ayude a las comunidades cristianas para que nadie en ellas
sea marginado o tenga necesidad, sino que cada quien, especialmente los más pequeños
y débiles, se sientan acogidos y valorados
En
este contexto mariano, el Papa ha recordado la beatificación en Parma de Anna Maria
Adorni, que en el siglo XIX fue esposa y madre ejemplar y después, cuando quedó viuda,
se dedicó a la caridad con las mujeres encarceladas y en dificultad, para cuyo servicio
fundó dos Institutos religiosos. La Madre Adorni, con motivo de su constante oración,
era llamada “Rosario viviente”. El Papa lo ha puesto de relieve en el inicio del mes
dedicado al santo Rosario. “La diaria meditación de los misterios de Cristo en unión
con María, -ha dicho-, nos fortalezca a todos en la fe, en la esperanza y en la caridad”.
Después
de la misa y el almuerzo en el Palacio arzobispal con los obispos sicilianos y el
séquito papal, está previsto que en torno a las cuatro el Pontífice se asome al balcón
principal para saludar a los fieles palermitanos y sicilianos que han viajado desde
toda la isla para ver y oír al Santo Padre, que ha llegado como Pontífice a la capital
de la isla. Luego, a las cinco de la tarde el papa tendrá un encuentro con los sacerdotes,
religiosos y seminaristas en la catedral. Pero el momento más esperado será sin duda
la cita final del Santo Padre con los jóvenes en la plaza Politeama a las seis de
la tarde.
Texto completo
¡Queridos hermanos y hermanas!
En
este momento de profunda comunión con Cristo, presente y vivo en medio de nosotros
y dentro de nosotros, es hermoso, como familia eclesial, dirigirnos en oración a su
y nuestra Madre, María Santísima Inmaculada. Sicilia está sembrada de Santuarios marianos,
y desde este lugar me siento espiritualmente en el centro de esta “red” de devoción,
que enlaza todas las ciudades y pueblos de la Isla.
A la Virgen María deseo
ofrecer todo el pueblo de Dios que vive en esta amada tierra. Que sostenga a las
familias en el amor y el compromiso educativo; que haga fecundos los brotes de vocaciones
que Dios siembra ampliamente en los jóvenes; que infunda el valor en las pruebas,
esperanza en las dificultades, que renueve el impulso para hacer el bien. Que la Virgen
consuele a los enfermos y a todos los que sufren, y ayude a las comunidades cristianas
para que nadie en ellas sea marginado o tenga necesidad, sino que cada quien, especialmente
los más pequeños y débiles, se sientan acogidos y valorados.
María es el modelo
de la vida cristiana. A Ella pido sobretodo de haceros caminar expeditos y alegres
por el camino de la santidad, siguiendo las huellas de tantos luminosos testigos de
Cristo, hijos de esta tierra siciliana. En este contexto quiero recordar que esta
mañana, en Parma, ha sido proclamada beata Anna Maria Adorni, que en el siglo XIX
fue esposa y madre ejemplar y después, cuando quedó viuda, se dedicó a la caridad
con las mujeres encarceladas y en dificultad, para cuyo servicio fundó dos Institutos
religiosos. La Madre Adorni, con motivo de su constante oración, era llamada “Rosario
viviente”. Me complace ponerlo de relieve en el inicio del mes dedicado al santo Rosario.
La diaria meditación de los misterios de Cristo en unión con María, la Virgen orante,
nos fortalezca a todos en la fe, en la esperanza y en la caridad.