Editorial ‘Octavca dies’: «Demasiado grandes para que fracasen»
Sábado, 25 sep (RV).- «Demasiado grandes para que fracasen». El director de la oficina
de prensa de la Santa Sede y de nuestra emisora, p. Federico Lombardi, dedica su editorial
para el informativo semanal Octava Dies, del Centro Televisivo Vaticano, a las palabras
de Benedicto XVI a los representantes de la sociedad británica, en el marco de su
histórico viaje a Reino Unido.
El P. Lombardi se refiere a cuando
el Papa señaló que en los últimos años, ha sido «alentador percibir signos positivos
de un crecimiento mundial de la solidaridad hacia los pobres». Sin embargo, para concretar
esta solidaridad en acciones eficaces «se requieren nuevas ideas que mejoren las condiciones
de vida en muchas áreas importantes, tales como la producción de alimentos, el agua
potable, la creación de empleo, la educación, el apoyo a las familias, sobre todo
emigrantes, y la atención sanitaria básica».
«Donde hay vidas humanas
de por medio, el tiempo es siempre limitado: el mundo ha sido también testigo de los
ingentes recursos que los gobiernos pueden emplear en el rescate de instituciones
financieras consideradas “demasiado grandes para que fracasen”», recordó Benedicto
XVI, destacando luego que «el desarrollo humano integral de los pueblos del mundo
no es menos importante».
«’Demasiado
grandes para que fracasen’». En su ya célebre discurso en Westminster Hall, en Londres,
el Papa recordó una expresión que se ha vuelto corriente en el curso de la reciente
crisis económica. Cuando los gobiernos intervinieron forma masiva y tempestivamente
para salvar instituciones financieras muy importantes que estaban al borde del fracaso.
Se consideró necesario intervenir destinando sumas enormes – recordaba el Papa – porque
estas instituciones eran ‘demasiado grandes para que fracasen’. La economía de los
países interesados hubiera sufrido graves daños. El Papa quería decir que: si han
sido capaces de esas intervenciones para salvar grandes instituciones financieras
¿por qué no se aplica lo mismo también cuando se trata del desarrollo de los pueblos
de la tierra, del hambre y de la pobreza?
¡Éste sí que es en verdad
un objetivo ‘demasiado grande para que fracase’!
En esta luz se debe
enfocar la cumbre de Nueva York sobre los ‘Objetivos del Milenio’. Ciertamente, se
darán distintas valoraciones. La empresa es ciclópica y llama a la colaboración, no
sólo a los gobiernos, sino también a todas las fuerzas activas de la sociedad, tanto
del mundo desarrollado como del que está en vías de desarrollo.
Por
su parte, en ello se empeña también la Iglesia en sus articulaciones, a la luz de
una perspectiva espiritual y moral, consciente y atenta a los valores fundamentales,
bien delineada en la encíclica ‘Caritas in veritate’. Como reiteraba en Nueva York
en Card. Turkson, presidente del Consejo Justicia y Paz: la persona humana debe ser
el centro de la investigación para el desarrollo, no debe ser vista como un peso,
sino como parte activa de la solución».