El Papa llega al Reino Unido y, recordando la oposición británica a la tiranía nazi
y las asechanzas del extremismo ateo del siglo XX, exhorta a no apartar nunca a Dios
de la sociedad
Jueves, 16 sep (RV).- Benedicto XVI ha agradecido a la Reina Isabel por su gentil
invitación a visitar oficialmente el Reino Unido y por sus atentas palabras de saludo
en nombre del pueblo británico. Extendiendo luego su saludo a todas las gentes del
Reino Unido, ofreciendo su amistad a todos y cada uno, con el anhelo de fortalecer
las relaciones amistosas entre la Santa Sede y el Reino Unido, el obispo de Roma,
empezando su visita en la capital histórica de Escocia, ha hecho hincapié en que el
nombre de Holyroodhouse, la residencia oficial de su Majestad en Escocia, «recuerda
la "Santa Cruz" y evoca las profundas raíces cristianas que aún están presentes en
todos los ámbitos de la vida británica».
Recordando que los reyes de Inglaterra
y Escocia han sido cristianos desde tiempos muy antiguos y cuentan con destacados
santos, como Eduardo el Confesor y Margarita de Escocia, Benedicto XVI ha señalado
que «muchos de ellos ejercieron conscientemente sus tareas de gobierno a la luz del
Evangelio y, de esta manera, modelaron profundamente la nación en torno al bien».
«Resultó así
que el mensaje cristiano ha sido una parte integral de la lengua, el pensamiento y
la cultura de los pueblos de estas islas durante más de mil años. El respeto de sus
antepasados por la verdad y la justicia, la misericordia y la caridad, os llegan desde
una fe que sigue siendo una fuerza poderosa para el bien de vuestro reino y el mayor
beneficio de cristianos y no cristianos por igual».
Evocando los muchos
ejemplos de esta fuerza del bien que se encuentran la larga historia de Gran Bretaña,
incluso en tiempos relativamente recientes, el Papa se ha referido a la intervención
directa de Gran Bretaña para detener la trata internacional de esclavos y a las mujeres
que inspiradas por la fe, como Florence Nightingale, sirvieron a los pobres y a los
enfermos y establecieron nuevos métodos en la asistencia sanitaria que posteriormente
se difundieron por doquier. En este contexto Benedicto XVI ha hablado del cardenal
Newman, que beatificará el domingo.
«John Henry Newman,
cuya beatificación celebraré próximamente, fue uno de los muchos cristianos británicos
de su tiempo, cuya bondad, elocuencia y quehacer honraron a sus compatriotas. Todos
ellos, y como éstos muchos más, se inspiraron en una recia fe, que germinó y se alimentó
en estas islas».
Alentando a no apartar nunca a Dios de la sociedad, el
Papa ha recordado la oposición británica a la tiranía nazi y las asechanzas del extremismo
ateo del siglo XX.
«También ahora,
podemos recordar cómo Gran Bretaña y sus dirigentes se enfrentaron a la tiranía nazi
que deseaba erradicar a Dios de la sociedad y negaba nuestra común humanidad a muchos,
especialmente a los judíos, a quienes no consideraban dignos de vivir. Recuerdo también
la actitud del régimen hacia los pastores cristianos o los religiosos que proclamaron
la verdad en el amor, se opusieron a los nazis y pagaron con sus vidas esta oposición.
Al reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX,
jamás olvidemos cómo la exclusión de Dios, la religión y la virtud de la vida pública
conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto
a una visión "restringida de la persona y su destino" (Caritas in veritate, 29).
Sin
olvidar el importante papel de Gran Bretaña, hace sesenta y cinco años, en la creación
de las Naciones Unidas, marcando «el comienzo de un período de paz y prosperidad en
Europa hasta entonces desconocido», el Santo Padre se ha referido también a los acontecimientos
en Irlanda del Norte, que condujeron a la firma del Acuerdo del Viernes Santo y a
la restitución de competencias a la Asamblea de Irlanda del Norte.
«El
Gobierno de Vuestra Majestad y el Gobierno de Irlanda, junto a los dirigentes políticos,
religiosos y civiles de Irlanda del Norte ayudaron al alumbramiento de una solución
pacífica del conflicto, ha recordado Benedicto XVI animando «a todos a seguir recorriendo
juntos con valentía el camino trazado hacia una paz justa y duradera».
Tras
destacar que el Reino Unido sigue siendo, política y económicamente, una figura clave
en el ámbito internacional, el Santo Padre ha recordado que del mismo modo, dado que
sus opiniones tienen una audiencia tan amplia, los medios de comunicación británicos
tienen una responsabilidad más grave que la mayoría y una mayor oportunidad para promover
la paz de las naciones, el desarrollo integral de los pueblos y la difusión de los
auténticos derechos humanos.
«Que todos los británicos sigan viviendo en consonancia
con los valores de honestidad, respeto e imparcialidad que les han merecido la estima
y admiración de muchos», ha deseado Benedicto XVI.
«En la actualidad,
el Reino Unido se esfuerza por ser una sociedad moderna y multicultural. Que en esta
exigente empresa mantenga siempre su respeto por esos valores tradicionales y expresiones
culturales que formas más agresivas de secularismo ya no aprecian o siquiera toleran.
Que esto no debilite la raíz cristiana que sustenta sus libertades; y que este patrimonio,
que siempre ha buscado el bien de la nación, sirva constantemente de ejemplo a vuestro
Gobierno y a vuestro pueblo de cara a los dos mil millones de miembros de la Commonwealth
y a la gran familia de naciones de habla inglesa de todo el mundo. Que Dios bendiga
a Vuestra Majestad y a todos los habitantes de vuestro reino. Gracias». Crónica
del encuentro
DISCURSO
COMPLETO Majestad, Gracias por su gentil invitación
a visitar oficialmente el Reino Unido y por sus atentas palabras de saludo en nombre
del pueblo británico. Al dar las gracias a Vuestra Majestad, me sea permitido extender
mi saludo a todas las gentes del Reino Unido y ofrecerles mi amistad a todos y cada
uno. Me complace comenzar mi viaje saludando a los miembros
de la Familia Real, agradeciendo en particular a Su Alteza Real el Duque de Edimburgo
la amable acogida que me ha dispensado en el aeropuerto de Edimburgo. Expreso mi agradecimiento
igualmente a los actuales Gobiernos de Vuestra Majestad, y también a los anteriores,
y a cuantos han trabajado con ellos para hacer posible esta ocasión, incluyendo a
Lord Patten y al ex Secretario de Estado Murphy. También agradezco vivamente la labor
del grupo parlamentario de todos los partidos concerniente a la Santa Sede, el cual
ha contribuido enormemente al fortalecimiento de las relaciones amistosas entre la
Santa Sede y el Reino Unido. Al comenzar mi visita al Reino
Unido en la capital histórica de Escocia, saludo en particular al Primer Ministro
Salmond y a los representantes del Parlamento escocés. Como las Asambleas galesa y
norirlandesa, que el Parlamento escocés crezca para ser una expresión de las buenas
tradiciones y la cultura propia de los escoceses, y se esfuerce en servir a sus mejores
intereses con un espíritu de solidaridad y preocupación por el bien común. El
nombre de Holyroodhouse, la residencia oficial de Vuestra Majestad en Escocia, recuerda
la "Santa Cruz" y evoca las profundas raíces cristianas que aún están presentes en
todos los ámbitos de la vida británica. Los reyes de Inglaterra y Escocia han sido
cristianos desde tiempos muy antiguos y cuentan con destacados santos, como Eduardo
el Confesor y Margarita de Escocia. Como Usted sabe, muchos de ellos ejercieron conscientemente
sus tareas de gobierno a la luz del Evangelio, y de esta manera modelaron profundamente
la nación en torno al bien. Resultó así que el mensaje cristiano ha sido una parte
integral de la lengua, el pensamiento y la cultura de los pueblos de estas islas durante
más de mil años. El respeto de sus antepasados por la verdad y la justicia, la misericordia
y la caridad, os llegan desde una fe que sigue siendo una fuerza poderosa para el
bien de vuestro reino y el mayor beneficio de cristianos y no cristianos por igual. Muchos
ejemplos de esta fuerza del bien los encontramos en la larga historia de Gran Bretaña.
Incluso en tiempos relativamente recientes, debido a figuras como William Wilberforce
y David Livingstone, Gran Bretaña intervino directamente para detener la trata internacional
de esclavos. Inspiradas por la fe, mujeres como Florence Nightingale sirvieron a los
pobres y a los enfermos y establecieron nuevos métodos en la asistencia sanitaria
que posteriormente se difundieron por doquier. John Henry Newman, cuya beatificación
celebraré próximamente, fue uno de los muchos cristianos británicos de su tiempo,
cuya bondad, elocuencia y quehacer honraron a sus compatriotas. Todos ellos, y como
éstos muchos más, se inspiraron en una recia fe, que germinó y se alimentó en estas
islas. También ahora, podemos recordar cómo Gran Bretaña y
sus dirigentes se enfrentaron a la tiranía nazi que deseaba erradicar a Dios de la
sociedad y negaba nuestra común humanidad a muchos, especialmente a los judíos, a
quienes no consideraban dignos de vivir. Recuerdo también la actitud del régimen hacia
los pastores cristianos o los religiosos que proclamaron la verdad en el amor, se
opusieron a los nazis y pagaron con sus vidas esta oposición. Al reflexionar sobre
las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidemos cómo
la exclusión de Dios, la religión y la virtud de la vida pública conduce finalmente
a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión "restringida
de la persona y su destino" (Caritas in veritate, 29). Hace
sesenta y cinco años, Gran Bretaña jugó un papel esencial en la forja del consenso
internacional de posguerra, que favoreció la creación de las Naciones Unidas y marcó
el comienzo de un período de paz y prosperidad en Europa hasta entonces desconocido.
En los últimos años, la comunidad internacional ha seguido de cerca los acontecimientos
en Irlanda del Norte, que condujeron a la firma del Acuerdo de Viernes Santo y a la
restitución de competencias a la Asamblea de Irlanda del Norte. El Gobierno de Vuestra
Majestad y el Gobierno de Irlanda, junto a los dirigentes políticos, religiosos y
civiles de Irlanda del Norte, ayudaron al alumbramiento de una solución pacífica del
conflicto. Animo a todos a seguir recorriendo juntos con valentía el camino trazado
hacia una paz justa y duradera. Al mirar al exterior, el Reino
Unido sigue siendo, política y económicamente, una figura clave en el ámbito internacional.
Vuestro Gobierno y vuestro pueblo son los forjadores de ideas que influyen mucho más
allá de las Islas británicas. Esto les impone una especial obligación de actuar con
sabiduría en aras del bien común. Del mismo modo, dado que sus opiniones tienen una
audiencia tan amplia, los medios de comunicación británicos tienen una responsabilidad
más grave que la mayoría y una mayor oportunidad para promover la paz de las naciones,
el desarrollo integral de los pueblos y la difusión de los auténticos derechos humanos.
Que todos los británicos sigan viviendo en consonancia con los valores de honestidad,
respeto e imparcialidad que les han merecido la estima y admiración de muchos. En
la actualidad, el Reino Unido se esfuerza por ser una sociedad moderna y multicultural.
Que en esta exigente empresa mantenga siempre su respeto por esos valores tradicionales
y expresiones culturales que formas más agresivas de secularismo ya no aprecian o
siquiera toleran. Que esto no debilite la raíz cristiana que sustenta sus libertades;
y que este patrimonio, que siempre ha buscado el bien de la nación, sirva constantemente
de ejemplo a vuestro Gobierno y a vuestro pueblo de cara a los dos mil millones de
miembros de la Commonwealth y a la gran familia de naciones de habla inglesa de todo
el mundo. Que Dios bendiga a Vuestra Majestad y a todos los
habitantes de vuestro reino. Gracias. DISCURSO
DE LA REINA ISABEL II
Su Santidad:
Con gran alegría
le doy la bienvenida al Reino Unido, en particular a Escocia, en su primera visita
como Papa. Recuerdo con gran placer la memorable visita pastoral del fallecido Papa
Juan Pablo II a este país en 1982. Tengo también vivas en la memoria mis cuatro visitas
al Vaticano, y los encuentros con algunos de sus predecesores en otras ocasiones.
Me siento sumamente agradecida porque con el pasar de los años han recibido a numerosos
miembros de mi familia con una cálida hospitalidad.
Mucho ha cambiado
el mundo durante los casi treinta años desde la visita de Juan Pablo II. En este país,
apreciamos profundamente el compromiso de la Santa Sede para mejorar de manera extraordinaria
la situación en el Norte de Irlanda. En otros lugares, la caída de los regímenes totalitarios
en Europa central y del Este ha permitido una mayor libertad para cientos de millones
de personas. La Santa Sede sigue teniendo un papel importante en las cuestiones internacionales,
a favor de la paz y el desarrollo y para afrontar problemas comunes, como la pobreza
y el cambio climático.
Santidad, su presencia en este lugar nos recuerda
hoy nuestra herencia cristiana común, y la contribución cristiana al aliento de la
paz mundial, y del desarrollo económico y social de los países menos prósperos del
mundo. Todos somos conscientes de la contribución especial de la Iglesia católica,
particularmente en su ministerio con los pobres y más necesitados de la sociedad,
en su atención a las personas sin techo y en la educación ofrecida por su amplia red
de escuelas.
La religión siempre ha sido un elemento decisivo de la
identidad y de la propia conciencia histórica. Esto ha hecho de la relación entre
los diferentes credos un factor fundamental en la necesaria cooperación en los Estados
nación y entre ellos. Por este motivo es vital alentar un mayor entendimiento mutuo
y respetuoso. Sabemos por experiencia que a través de un diálogo comprometido, se
pueden superar viejas sospechas y establecerse una mayor confianza mutua.
Sé
que la reconciliación fue un tema central en la vida del cardenal John Henry Newman,
por quien usted presidirá una misa de beatificación el domingo. Luchó contra la duda
y la incertidumbre, y su contribución a la comprensión del cristianismo sigue teniendo
una gran influencia. Me agrada el que su visita ofrezca también una oportunidad para
profundizar en las relaciones entre la Iglesia católica y las Iglesias oficiales de
Inglaterra y Escocia.
Su Santidad, recientemente usted dijo que "las
religiiones nunca deben convertirse en instrumentos de odio, que no se puede justificar
nunca el mal y la violencia invocando el nombre de Dios". Hoy, en este país, estamos
unidos en esta convicción. Afirmamos que la libertad de culto forma parte del corazón
de nuestra sociedad tolerante y democrática.
En nombre de las personas
del Reino Unido, le deseo que su visita sea lo más fecunda y memorable posible.