La concepción de Dios, matrimonio y familia, y biotecnología y medicina han sido los
temas centrales del discurso del Papa al nuevo embajador de Alemania ante la Santa
Sede
Lunes, 13 sep (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al embajador de la República
Federal de Alemania, pocos días antes de las inminentes celebraciones de beatificación
de distintos sacerdotes mártires de la época del régimen nazi. Partiendo de lo que
ha denominado “oscuro periodo del terror nazi”, el Papa ha contrastado aquellos comprometidos
testimonios luminosos de fe de aquella época con muchos cristianos de hoy que “en
el lugar del Dios personal del cristianismo han situado un ser supremo, misterioso
e indeterminado, que sólo tiene una vaga relación con la vida personal del ser humano”.
Una
nueva concepción – como ha precisado el Papa- que domina cada vez más la discusión
al interno de la sociedad, y sobre todo en el ámbito de la justicia y de la legislación.
Un nuevo contexto en el que el bien y el mal no se distinguen ni están en contradicción,
sino que se complementan. “De esta forma la actuación social viene dominada cada vez
más por el interés privado o del cálculo del poder, en perjuicio de la sociedad”.
Otra
de las preocupaciones que el Santo Padre ha manifestado al nuevo embajador ha sido
el creciente intento de eliminar el concepto cristiano de matrimonio y familia de
la conciencia de la sociedad. En este sentido, el Pontífice ha mostrado la desaprobación
de la Iglesia hacia las iniciativas legislativas que implican una revaloración de
modelos alternativos de la vida de la pareja y de la familia. “Estas –ha subrayado
Benedicto XVI- contribuyen al debilitamiento de los principios del Derecho Natural
y consiguientemente de la relativización de toda la legislación y la confusión de
los valores de la sociedad”.
El último de los temas abordados por el
Santo Padre ha sido el de las nuevas posibilidades de la biotecnología y de la medicina.
Y en este sentido el Pontífice ha resaltado el deber de la Iglesia de estudiar diligentemente
hasta donde estos métodos pueden servir de ayuda para el hombre y donde, por el contrario,
se trata de manipulación del hombre, de violación de su integridad y dignidad. “Una
vez que se comienza a distinguir entre vida digna e indigna –ha advertido por último
el Papa- no se respetará ninguna otra fase de la vida, y mucho menos la vejez y la
enfermedad”.