El Papa subraya los esfuerzos de los miembros de la asamblea parlamentaria del Consejo
de Europa para defender la libertad religiosa y contrarrestar la violencia e intolerancia
Miércoles, 8 sep (RV).- Después de la audiencia general, Benedicto XVI dirigió unas
palabras a los miembros de la oficina de la asamblea parlamentaria del Consejo de
Europa. Tras agradecer el saludo de su presidente, el honorable Çavuşoğlu, el Papa
manifestó su satisfacción al recibirlos en el sexagésimo aniversario de la Convención
Europea sobre los derechos humanos que -recordó- encomienda a los Estados miembro
del Consejo de Europa promover y defender la dignidad inviolable de la persona humana.
Benedicto
XVI destacó que en la agenda de esta asamblea parlamentaria hay importantes asuntos
a tratar relacionados con las personas que viven en situaciones particularmente difíciles
o que padecen graves violaciones de su dignidad. Personas afligidas por sus desventajas,
niños que sufren la violencia, inmigrantes, refugiados que en su mayoría pagan las
consecuencias de la actual crisis económica y financiera; sin olvidar a las víctimas
del extremismo o de nuevas formas de esclavitud, tales como el tráfico de seres humanos,
el comercio ilegal de las drogas o la prostitución. Y añadió que su trabajo también
se refiere a las víctimas de la guerra y a la gente que vive en democracias frágiles.
A la vez que destacó los esfuerzos que realizan para defender la libertad religiosa
y contrarrestar la violencia e intolerancia contra los ciudadanos no sólo de Europa
sino de todo el mundo.
Por esta razón, teniendo en cuenta el contexto de la
sociedad actual en el que diversas personas vienen juntas, el Papa afirmó que es imprescindible
desarrollar la validez universal de estos derechos humanos, así como su carácter inviolable,
inalienable e indivisible. Mientas recordó que en diversas ocasiones él mismo ha precisado
los riesgos asociados al relativismo en el ámbito de los valores, de los derechos
y de los deberes. Porque como se preguntó el Papa ¿si éstos carecen de fundamento
racional objetivo, común a toda la gente, y ha sido basado exclusivamente en culturas
particulares, decisiones legislativas o juicios de corte, cómo podrán ofrecer un substrato
sólido y duradero a las instituciones supranacionales tales como el Consejo de Europa,
y para su propia tarea dentro de esa prestigiosa institución?
Tras preguntarse
cómo podría producirse un diálogo fructuoso entre las culturas sin valores comunes,
derechos y principios estables y universales entendidos de la misma manera por todos
los Estados miembros del Consejo de Europa, el Santo Padre afirmó que estos valores,
derechos y deberes se arraigan en la dignidad natural de cada persona, algo que es
accesible al razonamiento humano. Y agregó que “la fe cristiana no impide, sino que
favorece esta búsqueda, y representa una invitación a buscar una base supernatural
para esta dignidad”.
De ahí que el Pontífice afirmara que estos principios,
mantenidos fielmente, sobre todo al ocuparse de la vida humana, del concepto de muerte
natural, con la unión -arraigada en el don exclusivo e indisoluble entre un hombre
y una mujer-, además de la libertad y la educación, son condiciones necesarias para
responder adecuadamente a los desafíos decisivos y urgentes que la historia presenta
a cada uno de los miembros de esta Oficina de presidencia de la Asamblea Parlamentaria
Europea. Y antes de impartirles su bendición, el Papa se despidió animándolos a seguir
en su misión sensible e importante con moderación y sabiduría, así como con el valor
que caracteriza el servicio al bien común de Europa.