San José de Calasanz, sacerdote, fundador de las Escuelas Pías
Miércoles, 25 ago (RV).- Hoy la Iglesia celebra la memoria litúrgica del fundador
de las Escuelas Pías: José de Calasanz. Este santo español nació en Peralta de la
Sal, un pequeño pueblo situado en la actual provincia de Huesca, en el 1557. José,
era hijo de Pedro Calasanz, herrero y alcalde del pueblo, y de María Gascó.
Con
doce años, José deja su pueblo y se va a estudiar a Estadilla, a unos 20 Km. Realiza
sus estudios en el colegio de los padres Trinitarios. José, era un joven estudioso,
responsable, generoso y con una gran simpatía personal, que le permitía tener muchos
amigos entre sus compañeros de estudios.
Cuando cumple los catorce años, José
de Calasanz manifiesta la decisión de hacerse sacerdote. Su entrega, su generosidad,
su anhelo por ayudar a los demás, van unidos a una fuerte y vivencial fe en Dios,
aumentada por el ejemplo y la educación recibida por parte de su familia.
En
un primer momento no cuenta con la aprobación paterna, ya que habiendo muerto su hermano
mayor, su padre pensaba que José había de encargarse de la administración de las propiedades
de la familia. Finalmente José consigue la aprobación paterna y puede continuar el
camino escogido.
Es ordenado sacerdote en el año 1583, a los 25 años. Aconsejado
por el obispo de Urgell, Mons. Andrés Capilla, Calasanz se va a Roma en el 1592. Antes
de cumplir los 6 años de su estancia en Roma, el río Tíber, se desborda, provocando
la más catastrófica inundación del siglo. Como resultado de ésta, centenares de familias
pobres quedaron sin techo, sin alimentos y hay más de dos mil muertos. Calasanz, con
gran integridad, trabaja infatigablemente en la operación de ayuda a los afectados. Se
integra en una cofradía, grupo de personas que se dedicaban a ayudar a los enfermos,
y comienza a recorrer los barrios. A partir de este momento Calasanz empieza a pensar,
a reflexionar,... Ver tantos niños sin escuela por falta de medios económicos le impacta.
Por
su cabeza comienza a pasar la idea de crear una escuela gratuita abierta a todos los
niños, especialmente a los más necesitados. Propone su idea a las autoridades eclesiásticas,
a gente cristiana rica. Todos, pero, la rechazan. No les interesa. Calasanz no
se desanima y decide lanzarse solo a la aventura. Pide una vieja sacristía en una
parroquia de un barrio pobre de Roma, y así, en la parroquia de Santa Dorotea, comienza
en el 1597 la primera escuela gratuita de Europa.
Los alumnos, pocos en un
principio, no tienen recursos para comprar material escolar; Calasanz utiliza para
esto, el poco dinero que recibe de su trabajo con el cardenal Colonna. Con la ayuda
de otros profesores jóvenes, a los cuales contagia su entusiasmo, Calasanz dedicará
desde aquel momento toda su vida a una misma idea: abrir las puertas de las escuelas
a todos y, muy especialmente, a los más necesitados.
Calasanz nunca volvió
a su tierra. Se quedó definitivamente en Roma, pero el hecho de no volver, no significaba
que olvidara sus raíces. Sus restos mortales descansan en la Iglesia de San Pantaleón
de la Ciudad Eterna. San José de Calasanz es un ejemplo de vida que muchos jóvenes
-hombres y mujeres- han seguido y siguen aún hoy.