2010-08-24 12:42:15

Rímini: el rescate de una identidad europea a través de las raíces comunes cristianas


Martes, 24 ago (RV).- Una de las preocupaciones de Benedicto XVI desde siempre -y ahora particularmente durante sus cinco años de pontificado- ha sido el hacer emerger las raíces cristianas del continente europeo que se mueve entre la apatía y la secularización. Argumentos constantemente abordados en el magisterio pontificio, y que particularmente ayer han formado parte de las disertaciones en Rímini en el marco del XXI Encuentro para la Amistad entre los pueblos.

En la jornada de ayer de este importante encuentro al que el Papa Benedicto XVI dirigió un mensaje de saludo el pasado domingo, el Card. Peter Erdo, arzobispo de de Estrigonia-Budapest, y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, señaló que “en muchas partes del viejo continente, la presencia intelectual cristiana se ha visto debilitada fuertemente; sin embargo, y pese a la evidencia, no existe otro fundamento común típico para Europa si no es a partir del Cristianismo”.

De hecho el purpurado húngaro recordó que el intelectual europeo de hoy es una persona interesada por las grandes cuestiones de la vida y del mundo. “Es decir –señaló- es una persona que busca sentido y valores para los individuos y para la sociedad. Uno que conoce los contenidos notables de la herencia cristiana y greco romana, y que además tiene presente el conjunto de este patrimonio como elemento capaz de dar respuesta a los interrogativos fundamentales sobre el sentido de la vida”.

Al destacar que el intelectual europeo no debe ser necesariamente creyente, el Card. Peter Erdo se detuvo a reflexionar sobre la fe en Cristo que a su juicio “no es una mera conclusión producto de un razonamiento humano, sino un regalo de Dios y por ello una gracia”. Por este motivo, dijo, “se hace impelente que los que creemos, nos hagamos mensajeros y misioneros en la nueva evangelización de Europa”, subrayando que precisamente en esta convicción debemos estar unidos con nuestros hermanos, cristianos ortodoxos.

Esta unión entre cristianos católicos y ortodoxos vino afirmada por el presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, como instrumento capaz de reforzar nuestro testimonio. Sin embargo superar las dudas y encontrarnos en las raíces de nuestra fe se hace posible únicamente a través de un trabajo de conciencia viva. Tal como lo afirmó a su vez en su ponencia el Metropolitano patriarcal ortodoxo de Minsk y Slutsk, y exarca patriarcal de toda Bielorusia, Su Beatitud Filarete, quien enriqueció el tema de las raíces cristianas de Europa destacando que “la conciencia que no calla, y que por el contrario combate la mentira que amenaza el corazón, y desenmascara el pecado que asedia el alma, es imprescindible en el quehacer de quien da testimonio cristiano”.

De este modo el metropolitano ortodoxo de Minsk, aludiendo a las raíces cristianas que son el denominador común de toda Europa, observó que si se acalla la conciencia “nace el deseo de abandonar la fe que se presenta entonces como un obstáculo que impide la corrupción del alma que despojada de ataduras va en aras de pasiones fáciles y ficticias”.

Sobre estas reflexiones que marcaron uno de los momentos centrales de ayer en el marco del Encuentro de Rímini para la amistad entre los pueblos, es importante recordar lo que Benedicto XVI escribió en su mensaje para los expertos, promotores, miembros de Comunión y Liberación y participantes en el Encuentro de Rímini, en su mensaje del Domingo pasado, cuando recuerda que en el fondo de la naturaleza de todo hombre se encuentra la irreprimible inquietud que le empuja a la búsqueda de alguna cosa que pueda satisfacer este su anhelo. Y citamos: “El hombre sabe que no puede responder por si solo a sus propias necesidades”. “Necesita abrirse al otro, a cualquier cosa o a alguien, que pueda darle aquello que le falta. Debe salir de si mismo hacia aquello que esté a la altura de colmar la amplitud de su deseo”.

En el mensaje para este año 2010 el Papa se detiene a reflexionar sobre el tema del Encuentro, concluyendo que, solamente las cosas grandes son la meta última del corazón del hombre. De ahí su advertencia que el hombre se vea tentado por las cosas que satisface la inmediatez pero que al mismo tiempo se revelan limitadamente ilusorias.

Para ser más específico cita como ejemplo las tentaciones que el demonio quiere someter a la resistencia de Jesús cuando le insinúa que “el pan” como satisfacción material, puede llenar al hombre. Mentira que el Santo Padre califica de “mentira peligrosa” porque contiene solamente una parte de verdad que el mismo Jesús desvela con su respuesta: “Sólo Dios basta”. Frase que está a significar que solamente Dios es capaz de saciar el hambre profunda del hombre.

La figura contundente de la Samaritana que se ve interpelada por Jesús en la fuente, lo lleva a afirmar que Dios, tiene sed de nuestra sed de Él, y el Espíritu Santo, simbolizado por el “agua viva” de la que habla Jesús es precisamente aquel poder vital que aplaca la sed más profunda del hombre y le da la vida total, aquella vida que él busca y espera sin conocerla.







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