Lunes, 9 ago (RV).- El Santo Padre mencionó ayer durante el Ángelus en Castelgandolfo,
a santa Teresa Benedicta de la Cruz que hoy recordamos. Teresa Benedicta de la Cruz
junto a Santa Brígida de Suecia y Teresita del Niño Jesús es Patrona de Europa. De
nombre, Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 en la entonces ciudad alemana de
Breslau. Proveniente de una familia judía, Edith era la menor de 11 hermanos. Siendo
adolescente abandona la escuela y su religión porque no encuentra en ellas sentido
para la vida. Edith, de personalidad tenaz y racional, recibió el titulo de Filosofía
por la universidad de Friburgo, un gran logro para una mujer en la época.
Siendo
una mujer de gran seguridad en si misma y completamente atea, en el fondo de su corazón
sentía un profundo vacío existencial. Decidió enlistarse en la Cruz Roja durante la
Primera Guerra Mundial, la razón la escribió ella misma “si los que están en las trincheras
tienen que sufrir calamidades, por qué he de ser yo una privilegiada?”
Años
más tarde, la que se iba ganando fama de gran filosofa, acompañó a una amiga, Hedwig
Conrad, en el entierro de su marido. Le impactó ver que su amiga no sólo no estaba
desconsolada sino que tenía una gran paz y fe en Dios. Viéndola Edith desea conocer
esa fuente de paz. Mientras estaba en casa de Hedwig descubre el libro de la biografía
de Santa Teresa de Jesús. Después de leerlo durante a lo largo de toda una noche exclama
“esta es la verdad”. Desde este momento la vida de Edith da un giro sustancial. Atraviesa
crisis profundas a las que su voluntad se resiste, y finalmente, el 1 de enero de
1922 entra en una Iglesia y después de escuchar Misa le comunica a un sacerdote su
deseo de ser bautizada.
Después de su conversión emerge en ella la seguridad
de su vocación a la vida religiosa, en la que deseaba entrar casi inmediatamente,
pero su director espiritual le aconseja seguir durante un tiempo más como laica, ya
que consideraba que aún tenía mucho que hacer por medio de sus actividades en el mundo.
Y así fue. Trabajó como profesora, escribió y tradujo textos religiosos y se convirtió
en una reconocida conferenciante hasta que en 1933, el gobierno nazi decide expulsar
de las escuelas a los profesores no arios. Momento en que Edith ve concluida su labor
pastoral en el exterior y decide abrazar definitivamente la vida religiosa. Un año
más tarde toma el hábito carmelitano y cambia su nombre por el de Teresa Benedicto
de la Cruz.
Viendo las calamidades que sufrían los judíos perseguidos por los
nazis en aquellos años, como católica, la hermana Teresa vive su realidad de judía
en plenitud y quiere responder a favor de su pueblo, desea colaborar en la Pasión
de Cristo y cargar con su propia cruz.
En 1942 empiezan las deportaciones de
judíos. En este mismo año las SS invaden el convento Carmelo de Echt y se llevan a
dos monjas judías conversas: Edith y su hermana Rosa, para conducirlas al campo de
concentración de Auschwitz. Se cumple la petición que mucho tiempo antes la Hermana
Teresa había dejado por escrito en un momento de oración “dígnate, Señor, coronar
con el martirio la cabeza de tu indigna sierva”.
Durante los días que tuvo
lugar el horrendo trayecto en los trenes, los prisioneros quedaban admirados de la
serenidad de Edith. Muchos de los supervivientes la recordarían “consolando, ayudando
y tranquilizando como un ángel lleno de paz”. Muchas madres, a punto de enloquecer,
no se habían ocupado de sus hijos durante días. Edith se ocupaba inmediatamente de
los pequeños, los lavaba, peinaba y buscaba alimento. Nada más llegar a Auschwitz,
el 9 de agosto, los prisioneros son conducidos a la cámara de gas.
La hermana
Teresa muere como mártir con la oración del Padrenuestro entre los labios. Edith Stein
fue canonizada en octubre de 1998 por Juan Pablo II, quien le dio el nombre de “mártir
del amor”. En 1999 fue declarada co-patrona de Europa.