Defender y promover la vida es una exigencia personal y social
Domingo, 18 jul (RV).- «La Iglesia, pueblo de la vida y para la vida», es la Carta
Pastoral de esta semana del arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, alentando
a los fieles cristianos a la defensa de la vida «como una exigencia social», ante
el «momento crucial» que significa la nueva ley del aborto en España.
Después
de describir en su carta cómo «en el fondo de las legislaciones que presentan la vida
como una amenaza puede apreciarse, en algunos casos, un egoísmo fuerte, y en otros,
la duda sobre el valor de la vida humana y el miedo a su futuro», monseñor Osoro subraya
que el mandamiento del Señor ‘no matarás’ es el «punto de partida de un camino de
verdadera libertad». En cambio, «entrar por otros derroteros lleva siempre a la esclavitud».
El Arzobispo de Valencia reitera que «defender la vida y promoverla no es solamente
una exigencia personal, sino también social» y por ello, invita a trabajar por «la
cultura de la vida en un tiempo histórico que, ciertamente, está marcado por múltiples
signos de muerte».
En referencia a la ley del aborto en España, Mons.
Osoro señala que estamos en «un momento crucial para que todos los cristianos recordemos
la responsabilidad que tenemos con respecto a la vida». En este sentido hace hincapié
en que «la cultura de la muerte nada tiene que ver con nosotros», sino que a los cristianos
«se nos ha de ver y distinguir siempre como un pueblo que es promotor de la vida».
Alentando
a promover la cultura de la vida sin miedos ni complejos, y recordando que «anunciar
el Evangelio es anunciar la Vida que es el mismo Jesucristo», el Arzobispo de Valencia
exhorta a «no tener miedo de realizar este anuncio en un momento de la historia, en
que se discute la vida en sí misma», así como a «no temer la hostilidad e incluso
la impopularidad».
«Tenemos que estar en el mundo, pero no con la
mentalidad que viene del mundo, sino con la mentalidad y la fuerza que nos viene de
Jesucristo», recuerda monseñor Carlos Osoro, sin olvidar que «la fuerza del amor siempre
vence al mal y a la muerte» e invitando a los cristianos a «reconocer en cada ser
humano la gloria de Dios, pues es un icono de Dios mismo tal y como nos ha sido revelado
por Nuestro Señor Jesucristo».