El mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2011 se centrará en
la libertad religiosa como camino para la paz
Martes, 13 jul (RV).- «Libertad religiosa, vía para la paz». Es el tema elegido por
Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz del 2011 y que se
ha hecho público hoy. En la presentación se recuerda que la jornada – que se celebra
desde 1968 el primer día de cada año – pondrá por tanto el acento sobre el tema de
la libertad religiosa. Ello, mientras en el mundo se registran diversas formas de
limitación o de negación de la libertad religiosa, de discriminación y marginación
basadas en la religión, llevadas hasta la persecución y la violencia en contra de
las minorías religiosas.
La libertad religiosa, estando arraigada en la misma
dignidad humana, y orientada a la búsqueda de la «verdad inmutable», se presenta como
la «libertad de las libertades». La libertad religiosa, por tanto, es auténticamente
tal cuando es coherente con la búsqueda de la verdad y con la verdad del ser humano.
Este enfoque nos ofrece un criterio fundamental para el discernimiento del fenómeno
religioso y de sus manifestaciones. Así como excluir la «religiosidad» del fundamentalismo,
de la manipulación y de la instrumentalización de la verdad y de la verdad del ser
humano.
Así que todo lo que se opone a la dignidad del ser humano se opone
a la búsqueda de la verdad y no puede ser considerado como libertad religiosa. Esta
visión profunda de la libertad religiosa amplía los horizontes de «humanidad» y de
«libertad» del hombre y le consiente establecer una relación consigo mismo, con sus
semejantes y con el mundo. La libertad religiosa es en este sentido una libertad para
la dignidad y para la vida del ser humano.
Como han enseñado los Padres del
Concilio Vaticano II, en la Declaración sobre la Dignidad Humana: «Dios hace partícipe
al hombre de ésta su ley, de manera que el hombre, por suave disposición de la divina
Providencia, puede conocer más y más la verdad inmutable. Por lo tanto, cada cual
tiene la obligación y por consiguiente también el derecho de buscar la verdad en materia
religiosa» (Declaración Dignitatis Humanae, 3). Es ésta una vocación que debe por
tanto ser reconocida como derecho fundamental del ser humano, presupuesto para el
desarrollo humano integral (Caritas in veritate, 29) y condición indispensable para
la realización del bien común y la afirmación de la paz en el mundo.
Como afirmó
Benedicto XVI ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: «los derechos humanos
deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una
dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria, una visión que manifiesta
la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre la dimensión de ciudadano
y la de creyente» (Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas, 18 abril
2008).
En la presentación del tema elegido por Benedicto XVI para la Jornada
Mundial de la Paz 2011, se hace hincapié en que representa la realización de un «
camino de la paz » en el cual el Santo Padre ha tomado la humanidad de la mano, conduciéndola
paso a paso hacia una reflexión cada vez más profunda. Desde 2006 hasta hoy los temas
han sido: la verdad (« En la verdad, la paz », 2006), la dignidad de la persona humana
( « La persona humana, corazón de la paz », 2007), la unidad de la familia humana
(« Familia humana, comunidad de paz », 2008), el combate contra la pobreza (« Combatir
la pobreza, construir la paz », 2009) y finalmente la custodia de la creación («Si
quieres promover la paz, protege la creación », 2010). Un recorrido que hunde sus
raíces en la vocación a la verdad del ser humano (capax Dei), y que teniendo como
estrella polar la dignidad humana, alcanza la libertad de buscar la verdad misma.
Actualmente
son muchas las áreas del mundo en las que persisten formas de limitación a la libertad
religiosa, ya sea donde las comunidades de creyentes son una minoría, como donde las
comunidades de creyentes no son una minoría y sufren también formas más sofisticadas
de discriminación y marginación, en el plano cultural y de la participación en la
vida pública civil y política. « Es inconcebible por tanto – reiteró Benedicto XVI
ante la ONU – que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos – su fe
– para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder
gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección
sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante
o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva» (Discurso a la
Asamblea General de las Naciones Unidas, cit.)
También se recuerda que el ser
humano no puede ser fragmentado, dividido por aquello que cree, porque aquello en
lo que cree tiene un impacto sobre su vida y sobre su persona. «El rechazo a reconocer
la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa y en la
búsqueda del Absoluto – expresión por su propia naturaleza de la comunión entre personas
– privilegiaría efectivamente un planteamiento individualista y fragmentaría la unidad
de la persona » (Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cit.). Por
ello: « Libertad religiosa, vía para la paz».