San Benito de Nurcia, patrono de Europa y del pontificado de Benedicto XVI
Domingo, 11 jul (RV).- Este domingo, como lo ha recordado el Santo Padre durante el
Ángelus, se celebra la fiesta litúrgica de san Benito de Nurcia, patrono de Europa,
y también patrono del pontificado de Benedicto XVI quien en varias oportunidades ha
dedicado comentarios y catequesis a este santo fundador del monaquismo occidental.
El Papa lo ha indicado siempre como una luz y un verdadero maestro en el arte de vivir
un verdadero humanismo, sobretodo, en el desarrollo de la civilización europea.
Enclavado
entre los siglo V y VI, una época en la que el mundo vivía una difícil crisis de valores
y de instituciones causadas por la caída del imperio romano y la invasión de nuevos
pueblos, el joven san Benito, como lo indicó el Santo Padre en su catequesis del 9
de abril de 2008, decide retirarse a modo de purificación en una gruta en las cercanías
del pueblo de Subiaco, en el sur de Italia. “Allí tenía que soportar
y superar las tres tentaciones fundamentales de cada ser humano: la tentación de la
autoafirmación y del deseo de ponerse a si mismo en el centro, la tentación de la
sensualidad, y por último la tentación de la ira y la venganza. De hecho, Benito
estaba convencido de que sólo después de haber vencido estas tentaciones, habría podido
decir a los demás una palabra útil para su situación de necesidad.
En esa
catequesis, el Santo Padre también se refirió a la decisión de San benito de fundar
los primeros monasterios y dar a sus monjes una “regla” que uniera en la oración,
el estudio y el trabajo, que él consideraba una síntesis perfecta entre acción y contemplación.
“Sin oración no hay
experiencia de Dios. Pero la espiritualidad de Benito no era una interioridad fuera
de la realidad. En la inquietud y la confusión de su tiempo, él vivía bajo la mirada
de Dios y justamente así nunca perdió de vista la vida cotidiana del hombre con sus
necesidades concretas”.
Precisamente, esta característica de estar conciente
de la realidad que lo circundaba, es resaltada por el Papa quien subrayó que san Benito
hizo mucho por la formación de la civilización europea y todavía hoy -en una época
en la que el viejo continente está buscando su propia identidad-, indica el camino
que debe recorrer. “Para crear una unidad
nueva y duradera, son ciertamente importantes los instrumentos políticos, económicos
y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual
que acuda a las raíces cristianas del continente, porque de lo contrario no se podrá
reconstruir Europa. Sin esa linfa vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir
a la antigua tentación de quererse redimir por sí mismo- una utopía que de maneras
diversas, en la Europa del novecientos causó, como lo dijo el Papa Juan Pablo II,
un retroceso sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad”.