Audiencia general: el Papa dedica su catequesis a S. José Cafasso, sacerdote turinés,
patrono de los encarcelados y condenados a muerte, en el 150 aniversario de su fallecimiento
Miércoles, 30 jun (RV).- Benedicto XVI en el ámbito del Año Sacerdotal que acabamos
de clausurar y recordando la estela ejemplar del cura de Ars, Juan María Vianney,
ha aprovechado el marco solemne de la Audiencia General para recordar la figura y
la obra de otro sacerdote contemporáneo del francés, el italiano San José Cafasso,
sacerdote, patrono de los encarcelados y condenados a muerte, en el 150 aniversario
de su fallecimiento.
Nacido en Asti, este presbítero piamontés llegó al Internado
turinés de san Francisco de Asís cuatro meses después de su ordenación, a la edad
de 22 años, para perfeccionarse en pastoral. Ya no abandonó nunca más este lugar,
en el que se convertirá en profesor de teología moral, en director espiritual y finalmente
lo dirigirá como rector. Animado por una rica vida interior y un gran celo apostólico
acompañó en su formación a numerosos sacerdotes, entre ellos algunos santos y fundadores
como san Juan Bosco, fundador de los salesianos. Durante 25 años le ayudó a dar una
respuesta personal que el Señor esperaba de él.
Especialista competente en
teología moral, adquirió un profundo conocimiento en ese campo del mismo corazón humano
durante las innumerables horas que pasaba en el confesionario. Desarrolló asimismo
un apostolado muy fecundo entre los encarcelados en las prisiones ya que muchos encontraron
gracias a él la misericordia de Dios, lo que le valió más tarde el título de patrono
de los encarcelados italianos. Muerto en 1860, el Papa Pío XII lo propuso como modelo
a todos los sacerdotes que se dedicaban intensamente a la confesión y a la dirección
espiritual.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho en español
Benedicto XVI para los fieles de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: A la luz del recién clausurado Año sacerdotal,
quisiera hoy recordar la figura de un presbítero ejemplar, San José Cafasso, del que
hace una semana celebramos el ciento cincuenta aniversario de su fallecimiento. Había
nacido en Castelnuovo d’Asti. Estudió filosofía y teología en el Colegio de Chieri.
Cuatro meses después de ser ordenado sacerdote, ingresó en el Convictorio Eclesiástico
“San Francisco de Asís”, de Turín, para perfeccionarse en la pastoral. Allí desarrolló
grandes cualidades como predicador y director espiritual, estudiando con ahínco la
teología moral y pasando muchas horas en el confesionario. Formó a numerosos sacerdotes,
entre ellos san Juan Bosco. Destacó también por su ardiente caridad, en particular
hacia los encarcelados. Saludo con afecto a los peregrinos de
lengua española, en particular a los Señores Arzobispos metropolitanos de Medellín
y Nueva Pamplona, en Colombia; de Cuenca, en Ecuador; de Sevilla, Oviedo y Valladolid,
en España; de Chihuahua y Acapulco, en México; y de Panamá. Ayer, en la solemne Misa
de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, tuve el gozo de imponerles el palio, como signo
de estrecha comunión con el Papa, Sucesor de San Pedro y Pastor de la Iglesia universal.
Invito a todos los que los acompañan a pedir a Dios por ellos, para que ejerzan su
ministerio episcopal con los mismos sentimientos de Cristo, Buen Pastor. Muchas gracias.
Como
siempre el Santo Padre ha saludado, antes de concluir la audiencia general a los jóvenes
a los enfermos y a los recién casados. A la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro
y Pablo celebrada ayer, sigue hoy la de los Primeros Mártires Romanos. Queridos jóvenes
imitad su heroico testimonio evangélico y sed fieles a Cristo en todas las situaciones
de la vida. Animo a vosotros, queridos enfermos a acoger el ejemplo de los protomártires
para transformar vuestro sufrimiento en acto de donación por amor a Dios y a los hermanos.
A vosotros, queridos recién casados, sabed adheridos al proyecto que el Creador ha
establecido para vuestra vocación, de manera que os ayude a realizar una unión familiar
fecunda y duradera.