El Papa anuncia la creación de un nuevo Pontificio Consejo para reevangelizar países
donde ya se propagó la fe, pero "registran una progresiva secularización de la sociedad"
Martes, 28 jun (RV).- Ayer por la tarde el Papa presidió a las seis en al basílica
de san Pablo Extramuros la celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de
los santos apóstoles Pedro y Pablo.
En su homilía, el Pontífice recordó que
con esta celebración eucarística se entra de lleno en la solemnidad de los santos
Pedro y Pablo. Y en la basílica de San Pablo el Papa quiso orientar su breve reflexión
en la perspectiva de la vocación misionera de la Iglesia. “Y es que la figura de Pablo,
como dijo el Papa, su persona y su ministerio, toda su existencia y su duro trabajo
por el Reino de Dios, están completamente dedicados al servicio del Evangelio”.
“Si
la fiesta de los santos patronos de Roma, evoca la doble inclinación propia de esta
Iglesia hacia la unidad y la universalidad, el contexto en el que nos encontramos
hoy, añadió el Papa, nos llama a privilegiar la universalidad, dejándonos por así
decir, arrastrar por san Pablo y su extraordinaria vocación”. Además recordó que
la Iglesia es joven, abierta al futuro, es en el mundo una inmensa fuerza renovadora,
no por sus fuerzas, sino por la fuerza del Evangelio en donde sopla el Espíritu Santo
de Dios.
Además el Papa subrayó que los desafíos de la época actual están
por encima de las capacidades humanas. A veces parece, continuó, que nosotros los
Pastores de la Iglesia, revivimos la experiencia de los Apóstoles, en el milagro de
la multiplicación del pan y de los pescados, cuando Jesús demostró que con la fe en
Dios nada es imposible, y que pocos panes y peces bendecidos y compartidos, podían
saciar a todos los presentes. Pero entonces y ahora, dijo el Papa no existe sólo
el hambre del alimento material, existe un hambre más profundo que sólo Dios puede
saciar.
“El hombre del tercer milenio desea una vida auténtica y plena, tiene
necesidad de verdad, de libertad profunda, de amor gratuito, incluso en los desiertos
del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios viviente”.
Y seguidamente recordó un fragmento de la encíclica de Juan Pablo II, Redemptoris
Missio, “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse.
A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad
demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos
con todas nuestras energías en su servicio.”
Al respecto Benedicto XVII dijo
que hay regiones en el mundo que esperan aún una primera evangelización, otras la
han recibido, pero necesitan un trabajo más profundo, otras más en donde el Evangelio
ha puesto desde hace tiempo sus raíces, dando lugar a una verdadera tradición cristiana
pero sin embargo en los últimos siglos, añade el Papa, con dinámicas complejas, el
proceso de secularización ha producido una grave crisis del sentido de la fe cristiana
y de pertenencia a la Iglesia.
“En esta perspectiva he decidido crear un nuevo
organismo, en la forma de Pontificio Consejo, con la tarea primaria de promover una
renovada evangelización en los países donde ya se propagó el primer anuncio de la
fe y hay Iglesias de antigua fundación, pero sin embargo que están viviendo una progresiva
secularización de la sociedad y una especie de “eclipsis del sentido de Dios”, que
son un desafío para encontrar los medios adecuados para reproponer la perenne verdad
del Evangelio de Cristo”.
Por último el Pontífice recordó que el desafío de
la nueva evangelización interpela la Iglesia Universal y nos pide continuar con compromiso
la búsqueda de la plena unidad entre los cristianos. Y un elocuente signo de esperanza
en ese sentido es la tradición de las fiestas de los respectivos santos patronos.
Por tal motivo el Papa acogió con renovado gozo y reconocimiento a la delegación enviada
por el patriarca Bartolomé.