El Papa destaca el momento de crisis económica y social y pide solidaridad con quienes
viven en la indigencia para ofrecer a todos la esperanza de un futuro mejor y digno
del hombre
Miércoles, 16 jun (RV).- Ayer por la tarde Benedicto XVI inauguró los trabajos del
tradicional encuentro que clausura el año pastoral de la diócesis de Roma. El tema
elegido para esta ocasión es “Eucaristía dominical y testimonio de la caridad”. El
Papa salió de la Ciudad del Vaticano alrededor de las siete y cuarto de la tarde para
acudir a esta cita en la basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma. El acto
comenzó con una oración de apertura y, después del saludo del cardenal vicario Su
Santidad tomó la palabra.
Benedicto XVI animó a los católicos a participar
en la misa dominical con la Eucaristía, que constituye –dijo- el ''momento fundante''
y el encuentro entre el hombre y Dios''. ''Es muy importante –agregó el Papa- para
nosotros, los cristianos, encontrarnos con el Resucitado el domingo”. Además, el obispo
de Roma pidió a los sacerdotes que dediquen su máximo empeño en el aspecto trascendente
del sacramento eucarístico. “Es necesario evitar -afirmó- que el empeño apostólico
se reduzca a un estéril activismo”. Porque como subrayó el Pontífice “la Eucaristía
hace la Iglesia”.
En otro pasaje de su intervención, el Santo Padre destacó
que en un tiempo como el presente de crisis económica y social debemos ser solidarios
con quienes viven en la indigencia para ofrecer a todos la esperanza de un mañana
mejor y digno del hombre. Por otra parte, en la apertura del Congreso Eclesial Diocesano
de Roma el Papa, en su calidad de obispo de esta diócesis, añadió que “las necesidades
y la pobreza de tantos hombres y mujeres nos interpelan profundamente”, porque es
Cristo mismo quien cada día, en los pobres, nos pide ser alimentado, visitado en los
hospitales y en las cárceles, acogido y vestido.
Y la Eucaristía celebrada
–explicó el Santo Padre– nos impone y al mismo tiempo nos hace capaces de llegar a
ser, a nuestra vez, pan partido para los hermanos, saliendo al encuentro de sus exigencias
y dándonos a nosotros mismos. Por esta razón –agregó- una celebración eucarística
que no conduce a encontrar a los hombres allí donde ellos viven, trabajan y sufren,
para llevarles el amor de Dios no manifiesta la verdad que contiene". Porque como
dijo el Papa, los gestos de participación "crean comunión, renuevan el entramado de
las relaciones interpersonales, orientándolas a la gratuidad y al don, y permiten
la construcción de la civilización del amor".