Benedicto XVI subraya la necesidad de apoyar, con todos los medios posibles, a los
cristianos de Oriente Medio para que estas antiguas Iglesias puedan vivir en paz y
prosperidad
Sábado, 5 jun (RV).- A última hora de la mañana Benedicto XVI ha realizado una vista
de cortesía a Su Beatitud Chrysostomos II, arzobispo ortodoxo de Chipre. Después de
saludarle con fraternal afecto a él y a toda la Iglesia de Chipre y recordarle su
visita a Roma hace tres años, el Santo Padre le ha agradecido su hospitalidad que
la Iglesia de Chipre dispensó generosamente a la Comisión Conjunta Internacional para
el Diálogo Teológico con ocasión del encuentro del año pasado en Pafos así como el
apoyo que la Iglesia de Chipre ha dado siempre a los trabajos del diálogo, mediante
la claridad y apertura de sus aportaciones.
“Que el Espíritu Santo dirija
y consolide esta gran iniciativa eclesial, que pretende restaurar la comunión plena
y visible entre las Iglesias de Oriente y Occidente, una comunión que debe ser vivida
en fidelidad al Evangelio y a la tradición apostólica, apreciando las legítimas tradiciones
de Oriente y Occidente, y abierta a la diversidad de dones con los que el Espíritu
edifica la Iglesia en unidad, santidad y paz.
Seguidamente el Papa ha recordado
la generosa contribución, que en nombre de al Iglesia de Chipre Su Beatitud tuvo
con los afectados por el terremoto de L´Aquila y en este mismo espíritu me uno a su
oración para que todos los habitantes de Chipre encuentren, con la ayuda de Dios,
la sabiduría y la fuerza necesaria para trabajar juntos por una solución justa de
los problemas pendientes, luchar por la paz y la reconciliación, y construir para
las futuras generaciones una sociedad que se distinga por el respeto de los derechos
de todos, incluyendo los derechos inalienables de libertad de conciencia y de culto.
“Tradicionalmente,
se considera a Chipre parte de Tierra Santa, y la situación de conflicto permanente
en Oriente Medio es, sin duda, un motivo de reflexión para todos los fieles cristianos.
Nadie puede quedar indiferente ante la necesidad de apoyar, con todos los medios posibles,
a los cristianos de esta atormentada región, de manera que estas antiguas Iglesias
puedan vivir en paz y prosperidad. Las comunidades cristianas de Chipre pueden encontrar
un campo muy fructífero para la cooperación ecuménica en la oración y el trabajo conjunto
por la paz, la reconciliación y la estabilidad en la tierra bendecida por la presencia
terrena del Príncipe de la Paz”. Crónica DISCURSO
COMPLETO Beatitud Le saludo con afecto
fraterno en el Señor Resucitado y le agradezco su amable recibimiento. Recuerdo
con gratitud su visita a Roma hace tres años, y me alegro de encontrarlo hoy de nuevo
en su querida patria. A través de usted, quiero hacer llegar mi saludo al Santo Sínodo,
y a todos los sacerdotes, diáconos, monjes, monjas y fieles laicos de la Iglesia de
Chipre. Antes que nada, quisiera expresar mi gratitud por la
hospitalidad que la Iglesia de Chipre dispensó generosamente a la Comisión Conjunta
Internacional para el Diálogo Teológico con ocasión del encuentro del año pasado en
Pafos. De la misma manera, agradezco el apoyo que la Iglesia de Chipre ha dado siempre
a los trabajos del diálogo, mediante la claridad y apertura de sus aportaciones. Que
el Espíritu Santo dirija y consolide esta gran iniciativa eclesial, que pretende restaurar
la comunión plena y visible entre las Iglesias de Oriente y Occidente, una comunión
que debe ser vivida en fidelidad al Evangelio y a la tradición apostólica, apreciando
las legítimas tradiciones de Oriente y Occidente, y abierta a la diversidad de dones
con los que el Espíritu edifica la Iglesia en unidad, santidad y paz. Este
espíritu de fraternidad y comunión se manifiesta también en la generosa contribución
que, en nombre de la Iglesia de Chipre, Vuestra Beatitud envió a quienes el año pasado
se vieron afectados por el terremoto de L’Aquila, cerca de Roma, cuyas necesidades
están muy presentes en mi corazón. En este mismo espíritu, me uno a su oración para
que todos los habitantes de Chipre encuentren, con la ayuda de Dios, la sabiduría
y la fuerza necesaria para trabajar juntos por una solución justa de los problemas
pendientes, luchar por la paz y la reconciliación, y construir para las futuras generaciones
una sociedad que se distinga por el respeto de los derechos de todos, incluyendo los
derechos inalienables de libertad de conciencia y de culto. Tradicionalmente,
se considera a Chipre parte de Tierra Santa, y la situación de conflicto permanente
en Oriente Medio es, sin duda, un motivo de reflexión para todos los fieles cristianos.
Ninguno puede quedar indiferente ante la necesidad de apoyar, con todos los medios
posibles, a los cristianos de esta atormentada región, de manera que estas antiguas
Iglesias puedan vivir en paz y prosperidad. Las comunidades cristianas de Chipre pueden
encontrar un campo muy fructífero para la cooperación ecuménica en la oración y el
trabajo conjunto por la paz, la reconciliación y la estabilidad en la tierra bendecida
por la presencia terrena del Príncipe de la Paz. Con estos sentimientos,
agradezco una vez más a Vuestra Beatitud su fraterna acogida, y le aseguro mi oración
por usted y por todo el clero y los fieles de la Iglesia de Chipre. Que la alegría
del Señor resucitado esté siempre con vosotros.