Conmemorando el IV centenario de la muerte del jesuita Matteo Ricci, Benedicto XVI
elogia la figura del precursor del diálogo entre culturas, libre de intereses económicos
o políticos
Sábado, 29 may (RV).- Benedicto XVI ha conmemorado al padre Matteo Ricci, jesuita
y misionero, que anunció a Cristo en China, testimoniando con su vida de fe la importancia
del diálogo y la amistad entre culturas y pueblos. Al final del encuentro con el Papa,
se ha encendido la ‘Antorcha de la Paz’, de la peregrinación de Macerata al santuario
mariano de Loreto.
Benedicto XVI ha conmemorado de forma especial a Matteo
Ricci, jesuita y gran misionero, que anunció a Cristo en China, testimoniando con
su vida de fe la importancia del diálogo, vivido en la amistad entre culturas y pueblos.
Al final del encuentro con el Papa en el Vaticano, se ha encendido la ‘Antorcha de
la Paz’ de la 32 peregrinación de Macerata al santuario mariano de Loreto.
En
el Aula Pablo VI, ante más de siete mil peregrinos, acompañados del Prepósito General
de la Compañía de Jesús, padre Adolfo Nicolás, y encabezados por el arzobispo de Macerata,
diócesis italiana donde había nacido este jesuita misionero - apreciado por la cultura
y corte imperial china como ‘Maestro del gran Occidente’ - el Papa ha recordado que
este sacerdote recibió el privilegio extraordinario, ‘impensable para un extranjero’,
de ser sepultado en tierra china, siendo posible, aún hoy, venerar su tumba en Pekín.
Tras señalar que las numerosas iniciativas en su honor, promovidas en Europa
y en China muestran el gran interés que su obra sigue despertando en la Iglesia y
en diversos ambientes culturales, Benedicto XVI ha reiterado que «la historia de las
misiones católicas comprende figuras de gran estatura, por el celo y valentía de llevar
a Cristo a tierras nuevas y lejanas». Entre ellas, el padre Ricci es un caso singular
de la feliz síntesis entre el anuncio del Evangelio y el diálogo con la cultura del
pueblo lugareño. Un ‘ejemplo de equilibrio entre claridad doctrinal y prudente acción
pastoral’. En efecto, en el "Museo del Milenio" en Pekín, se recuerda sólo a dos extranjeros
entre los grandes de la historia de China. Ellos son Marco Polo y el padre Matteo
Ricci.
La inculturación china del anuncio evangélico y la presentación en
China de la cultura y ciencia occidentales, son dos vertientes inseparables de su
gran obra y apostolado misionero, ha puesto de relieve Benedicto XVI, recordando que
el padre Ricci impulsó el diálogo cristiano de la fe, ‘diálogo desinteresado, sin
afán de poder económico o político, vivido en la amistad’. ‘Su obra y la de sus discípulos
es uno de los puntos más elevados y felices en la relación entre China y Occidente’:
«En este sentido,
el ‘Tratado de la Amistad’, del año 1595, una de sus primeras y más conocidas obras
en chino, es elocuente. En el pensamiento y en la enseñanza del padre Ricci, la ciencia,
la razón y la fe encuentran una síntesis natural: ‘Quien conoce el cielo y la tierra
- escribe en el prefacio de la tercera edición del mapamundi - puede probar que Aquel
que gobierna el cielo y la tierra es absolutamente bueno, absolutamente grande y absolutamente
uno. Los ignorantes rechazan el Cielo, pero la ciencia que no se remonta al emperador
del Cielo, como a la primera causa, no es ciencia en absoluto’».
Sin embargo,
ha destacado el Papa, la admiración hacia el padre Ricci no debe hacer olvidar el
papel y la importancia de sus interlocutores chinos. «Amigos y discípulos, especialmente
los cuatro célebres convertidos, denominados ‘pilares de la Iglesia china naciente’».
Como uno de los más conocidos, ‘Xu Guangqi, nativo de Shanghai, escritor y científico,
matemático, astrónomo, estudioso de agricultura, que desempeñó altos cargos en la
burocracia imperial. Hombre de integridad, de gran fe y vida cristiana.
El
mismo que ayudó al padre Ricci a traducir al chino los ‘Elementos’ de Euclides, obra
fundamental de geometría, y que obtuvo que el emperador encomendara a los astrónomos
jesuitas la reforma del calendario chino. O como otro de los eruditos chinos que se
convirtió al cristianismo - Li Zhizao – que ayudó al P. Ricci en la realización de
las últimas ediciones del mapamundi, que iba a dar a los chinos una nueva imagen del
planeta.
«Es justo, por
lo tanto, asociar junto con el padre Matteo Ricci, también a sus grandes amigos chinos,
que compartieron con él su experiencia de fe. Queridos hermanos y hermanas, que la
memoria de estos hombres de Dios dedicados al Evangelio y a la Iglesia, su ejemplo
de fidelidad a Cristo, su profundo amor al pueblo chino, su compromiso de inteligencia
y aprendizaje, su vida virtuosa, sea ocasión de oración por la Iglesia en China y
por todo el pueblo chino. Como hacemos todos los años, el 24 de mayo, dirigiéndonos
a María Santísima, venerada en el célebre Santuario de Sheshán, en Shangai».
También
ha deseado Benedicto XVI que sean un nuevo impulso a vivir con intensidad la fe cristiana
en diálogo con las diversas culturas:
«En la certeza
de que en Cristo se realiza el verdadero humanismo, abierto a Dios, rico en valores
morales y espirituales y capaz de responder a los anhelos más profundos del alma humana.
Yo también como el padre Matteo Ricci, expreso hoy mi profunda estima al noble pueblo
chino y su cultura milenaria, convencido de que su renovado encuentro con el cristianismo
brindará abundantes frutos de bien, así como entonces favoreció una pacífica convivencia
entre los pueblos ¡Gracias!»