El Papa espera que Estados y Organizaciones Internacionales puedan alcanzar un orden
social mundial basado en la paz y la cooperación a pesar de la actual crisis de las
instituciones internacionales
Viernes, 28 may (RV).- A última hora de la mañana el Santo Padre ha recibido en la
Sala Clementina del palacio Apostólico a los participantes en la Asamblea Plenaria
del Pontificio Consejo de la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. Benedicto XVI
ha comenzado su discurso saludando y agradeciendo al presidente del dicasterio el
arzobispo, Antonio María Vegliò, por las palabras que le ha dirigido así como a los
miembros del Pontificio Consejo y participantes en la Plenaria que hoy ha finalizado.
Benedicto XVI aludiendo al lema de la Asamblea, “Pastoral de la movilidad
humana hoy, en el contexto de la corresponsabilidad de los Estados y de los Organismos
internacionales” ha recordado que las circunstancias de las personas desde hace tiempo
son objeto de congresos internacionales que buscan garantizar la protección de los
derechos humanos fundamentales y combatir la discriminación, la xenofobia y la intolerancia.
El Santo Padre ha apreciado el esfuerzo que se está haciendo para construir
un sistema de normas que se puedan compartir teniendo en cuenta, en primer lugar,
la dignidad de toda persona humana, creada por Dios a su imagen y semejanza (Cfr.
Gen 1,26):
Obviamente, la
adquisición de derechos va unida a la asunción de deberes. Todos, en efecto, gozan
de derechos y deberes no de forma arbitraria, porque brotan de la misma naturaleza
humana, como afirma la Encíclica Pacem in terris del beato Papa Juan XXIII. La responsabilidad
de los Estados y de los Organismos Internacionales, por lo tanto, se ejercita especialmente
en el compromiso de incidir sobre las cuestiones que, exceptuando las competencias
del legislador nacional, comprometen a toda la familia de los pueblos, y exigen una
concertación entre Gobiernos y Organismos más directamente interesados.
“No
se debe olvidar – ha proseguido diciendo el Pontífice – el importante papel de mediación
para que las resoluciones nacionales e internacionales, que promueven el bien común
universal, encuentren acogida ante las instancias locales y repercutan en la vida
cotidiana”. A este punto el Santo Padre ha manifestado su esperanza en que los ordenamientos
a nivel nacional e internacional promuevan el bien común y el respeto de la persona
para alcanzar un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y sobre
la cooperación de todos a pesar de la fase crítica por la que atraviesan las instituciones
internacionales.
Además, no se ha
apagado todavía el anhelo de muchos por abatir los muros que dividen y ampliar el
entendimiento, también por medio de disposiciones legislativas y praxis administrativas
que favorezcan la integración, el intercambio mutuo y el enriquecimiento recíproco.
En efecto se puede ofrecer perspectivas de convivencia entre los pueblos a través
de procedimientos concertados y tendentes a la acogida y la integración, consintiendo
la ocasión de acceder a la legalidad, favoreciendo el justo derecho de reunión familiar,
de asilo y refugio, compensando las necesarias medidas restrictivas y contrastando
el deplorable tráfico de personas”.
También el Papa se ha detenido en
los derechos fundamentales de la persona como punto principal del compromiso de corresponsabilidad
de las instituciones nacionales e internacionales, estrechamente unido a la “apertura
a la vida, que es el centro del verdadero desarrollo”, como ha subrayado en su Encíclica
Caritas in veritate (cfr n.28), en la que hace un llamamiento a los Estados para que
promuevan políticas en favor de la centralidad e integridad de la familia (cfr ibid.,
n 44).
“Por otra parte
es evidente que la apertura a la vida y a los derechos de la familia deben ser confirmados
en los distintos contextos, por que “en una sociedad en vías de globalización, el
bien común y el compromiso con él tiene que asumir las dimensiones de toda la familia
humana, es decir de la comunidad de los pueblos y de las Naciones” (ibid, n.7)
Benedicto
XVI ha finalizado su discurso a los participantes en la Plenaria de Pontificio Consejo
de la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes indicándoles que el futuro de nuestras
sociedades pasa por el encuentro entre los pueblos, por el dialogo entre culturas
en el respeto de la identidad y de las legítimas diferencias y, en este escenario,
la familia juega un papel fundamental. Por ello la Iglesia, con el anuncio del Evangelio
de Cristo en todas las fases de la existencia lleva adelante “el compromiso ... en
favor no solamente de la persona migrante, sino también de su familia, lugar y recurso
de la cultura de la vida y factor de integración de valores”.