2010-05-01 17:03:43

Editorial ‘Octava Dies’: «¡'Aquí tenéis al hombre'!»


Sábado, 1 may (RV).- Mañana domingo Benedicto XVI viaja a Turín para arrodillarse y rezar delante de la Sábana Santa, igual como han hecho en estas últimas semanas miles de personas y fieles que han visitado la catedral de Turín para poder ver la Síndone, que según la tradición envolvió el Cuerpo de Jesucristo en el Sepulcro de Jerusalén. Sobre la autenticidad del Santo Sudario, la Iglesia no se ha pronunciado y continúan los estudios y exámenes, pero para el Papa cuenta sobre todo, como él mismo ha dicho, la veneración “que ayuda a todos a buscar el Rostro de Dios, que fue la íntima aspiración de los Apóstoles, como también es la nuestra”. “La Síndone es un extraordinario llamado hacia el sufrimiento de Cristo”.

La capital piamontesa está preparada para tributar mañana a Benedicto XVI una gran acogida: más de 100 mil personas le esperan y participarán en los distintos actos públicos junto al Papa. El arzobispo de Turín, cardenal Severino Poletto ha dicho que la llegada del Pontífice “será un momento de gracia, el cumplimiento de una promesa, una ventada de impulso a la fe”. Eran ya 12 años, desde la Ostensión de la Sábana Santa en 1998, que un Papa no venia a la ciudad. La breve visita del Santo Padre, de apenas 10 horas, tendrá un programa intenso concentrado en cuatro citas públicas y 5 discursos, además del homenaje al Sagrado Sudario.

En este mismo contexto se inscribe el editorial semanal Octava Dies que habitualmente nos brinda el padre Federico Lombardi director de la Oficina de la Santa Sede y de Radio Vaticano, centrado hoy en una reflexión sobre la Sábana Santa de Turín, que lleva por título: «¡'Aquí tenéis al hombre'!».

«Cientos de miles de peregrinos afluyen en estas semanas a Turín, para pasar pocos minutos en recogimiento silencioso ante la Sábana Santa, contemplando la imagen del cuerpo martirizado de un hombre crucificado. El hecho se repite cada vez que la gran y antigua sábana se expone al público y también los últimos Papas se han unido a los peregrinos devotos.

Lo que atrae no es tanto el origen misterioso de esta imagen, sino cómo corresponde de forma impresionante - en numerosísimos particulares - a la narración de la Pasión de Cristo de los Evangelios: las llagas, la sangre derramada, las heridas de la corona de espinas, los golpes de la flagelación. ‘¡Aquí tenéis al hombre!' decía Pilato, presentando a Jesús al gentío. He aquí al hombre muerto en la cruz por nosotros, nos repetimos a nosotros mismos, deteniéndonos conmocionados, hasta admirados, ante la imagen más concreta de la Pasión.

Y, en el centro, el rostro solemne del crucificado, un rostro que corresponde a los esquemas más antiguos de la iconografía cristiana y, a su vez, la confirma e inspira. Deseamos conocer a Dios y lo podemos conocer a través del rostro de Cristo, nos recuerda continuamente Benedicto XVI. Por ello amamos las imágenes que la tradición acredita como caminos preciosos para entrever aquel rostro, tanto en Manoppello, como en Turín. Sabemos que debemos mirar más allá de la imagen, anhelar ver cara a cara el rostro del Resucitado. Pero nos sentimos humildemente gratos por la ayuda ofrecida a nuestros ojos terrenales para contemplar el amor sin reservas hacia nosotros, hasta la muerte de cruz».







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