Un viaje positivo, vibrante de fe y con gran participación popular
Lunes, 19 abr (RV).- Una barca amarilla
con una cruz blanca (los colores pontificios) surca el mar azul llevando la Buena
Nueva a la isla, estilizada en el horizonte. Es el logo del viaje, la imagen inspirada
en la peregrinación del Papa a Malta, que nos ha quedado entre las manos y que nos
da una clara idea del mismo.
Un viaje positivo, vibrante de fe, con un clima
de calor y afecto y con una gran participación popular.
Tres han sido los puntos
cruciales del mismo: san Pablo, la Iglesia maltesa, y el problema de la emigración.
Una
visita nacida del deseo de Benedicto XVI de visitar los lugares donde hace 1950 años,
sorprendido por una providencial tempestad mientras viajaba a Roma, naufragó el Apóstol,
y donde en poco tiempo logró implantar la primera semilla del cristianismo.
El
Papa se ha sentido feliz de haber vivido “en medio de una Iglesia viva, fecunda de
vocaciones, llena de fe que responde a los desafíos de nuestro tiempo”.
Con
una población de 443 mil habitantes y 13 mil inmigrantes, el archipiélago tiene mucho
que ofrecer en cuestiones como la tolerancia, la reciprocidad, la inmigración, temas
cruciales para el futuro del continente.
“No os dejéis persuadir por aquellos
que os quieren apartar de la fe. De los que dicen que no tienen necesidad de Dios
y de la Iglesia, ha dicho el Papa en la misa dominical.
El Santo Padre ha
abogado asimismo en defensa del matrimonio, la familia, la vida y la libertad religiosa
y ha asegurado que Malta debe servir como puente entre pueblos, culturas y religiones.
Los
momentos más emotivos del viaje fueron, en la primera jornada, cuando el Papa, conmovido,
saludó y bendijo a seis niños enfermos terminales saliendo del palacio presidencial.
El otro, el domingo, cuando lloró junto a las víctimas de los abusos y se estremeció
oyendo sus dramáticas historias. “Siento vergüenza y dolor”, dijo el Pontífice, y
aseguró que la Iglesia está haciendo y hará todo aquello que está en sus manos para
investigar las acusaciones y entregar a la justicia a los responsables.
Malta
es un lugar ideal desde donde hacer partir aquella “renovación de dones del espíritu
sobre el pueblo de Dios”, invocada estos días por el Pontífice. “La Iglesia herida
por nuestros pecados” ha dicho el Papa, sabrá responder con “el Evangelio, que es
la verdadera fuerza que purifica y cura”.