Mensaje Urbi et Orbi: "El éxodo espiritual es fuente de una liberación integral, capaz
de renovar cualquier dimensión humana, personal y social”
Domingo, 4 abr (RV).- “Cantemus Domino: gloriose enim magnificatus est” Con estas
palabras de la Liturgia de hoy que evocan el antiquísimo himno de alabanza de los
israelitas después del paso del Mar Rojo, Benedicto XVI ha iniciado su Mensaje Pascual
2010 del Domingo de Resurrección ante miles peregrinos congregados, a pesar de la
lluvia, en la plaza de San Pedro para escuchar su felicitación y recibir la Bendición
Urbi et Orbi.
"Queridos hermanos y hermanas. La Pascua no consiste
en magia alguna. De la misma manera que el pueblo hebreo se encontró con el desierto,
más allá del Mar Rojo, así también la Iglesia, después de la Resurrección, se encuentra
con los gozos y esperanzas, los dolores y angustias de la historia. Y, sin embargo,
esta historia ha cambiado, ha sido marcada por una alianza nueva y eterna, está realmente
abierta al futuro. Por eso, salvados en esperanza, proseguimos nuestra peregrinación
llevando en el corazón el canto antiguo y siempre nuevo: ‘Cantaré al Señor, sublime
es su victoria’”
Éste
canto es precisamente el que repiten todos los cristianos en el mundo. Es decir, que
Jesucristo con su muerte y resurrección ha liberado al hombre de aquella esclavitud
radical que es el pecado, abriéndole el camino hacia la verdadera Tierra prometida,
el Reino de Dios, Reino universal de justicia, de amor y de paz. Este “éxodo”, ha
explicado el Papa, se cumple ante todo dentro del hombre mismo, y consiste en un nuevo
nacimiento en el Espíritu Santo, fruto del Bautismo que Cristo nos ha dado precisamente
en el misterio pascual.
“El hombre viejo deja el puesto al hombre
nuevo; la vida anterior queda atrás, se puede caminar en una vida nueva (cf. Rm 6,4).
Pero, el “éxodo” espiritual es fuente de una liberación integral, capaz de renovar
cualquier dimensión humana, personal y social”
Porque
como ha señalado Benedicto XVI, la Pascua es la verdadera salvación de la humanidad.
Si Cristo, el Cordero de Dios, no hubiera derramado su Sangre por nosotros, no tendríamos
ninguna esperanza. Por lo que la resurrección de Cristo es una nueva creación, como
un injerto capaz de regenerar toda la planta. En este sentido el Papa ha exclamado:
“¡Somos libres, estamos salvados! Por eso, desde lo profundo del corazón exultamos:
Cantemos al Señor, sublime es su victoria”. Porque el pueblo cristiano está llamado
a testimoniar esta salvación, del mismo modo que a lo largo de la historia lo han
hecho los santos.
“También hoy la humanidad necesita un “éxodo”,
que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual
y moral. Necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que,
por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias”
Seguidamente
el Santo Padre ha realizado una serie de llamamientos por la paz y la estabilidad
en diferentes partes del mundo. En particular para Oriente Medio ha invitado a los
pueblos a que lleven un “éxodo” verdadero y definitivo de la guerra y la violencia
a la paz y la concordia. Asimismo el Papa ha dirigido su pensamiento a las comunidades
cristianas que sufren en Irak y en Pakistán, enviándoles las palabras de consuelo
y de ánimo con que saludó a los Apóstoles en el Cenáculo: “Paz a vosotros” (Jn 20,21).
Benedicto
XVI ha tenido también palabras de aliento para los países Latinoamericanos, y para
Haití.
“Que la Pascua de Cristo represente, para aquellos Países
Latinoamericanos y del Caribe que sufren un peligroso recrudecimiento de los crímenes
relacionados con el narcotráfico, la victoria de la convivencia pacífica y del respeto
del bien común. Que la querida población de Haití, devastada por la terrible tragedia
del terremoto, lleve a cabo su “éxodo” del luto y la desesperación a una nueva esperanza,
con la ayuda de la solidaridad internacional. Que los amados ciudadanos chilenos,
asolados por otra grave catástrofe, afronten con tenacidad, y sostenidos por la fe,
los trabajos de reconstrucción”
El
Santo Padre no ha querido olvidar al continente africano, pidiendo que se alcance
la paz y la reconciliación imprescindibles para el desarrollo. En modo particular,
el Pontífice ha confiado al Señor el futuro de la República Democrática del Congo,
de Guinea y de Nigeria. Pero también el Papa se ha dirigido a los responsables de
todas las naciones, para que la actividad económica y financiera se rija finalmente
por criterios de verdad, justicia y ayuda fraterna.
“Que la potencia
salvadora de la resurrección de Cristo colme a toda la humanidad, para que superando
las múltiples y trágicas expresiones de una “cultura de la muerte” que se va difundiendo,
pueda construir un futuro de amor y de verdad, en el que toda vida humana sea respetada
y acogida”
Como
es tradicional Benedicto XVI ha felicitado después las pascuas en 66 lenguas. Ésta
ha sido su felicitación en español y latín
El
Santo Padre ha finalizado este acto impartiendo la Bendición Urbi et Orbi, es decir
a la ciudad de Roma y al Mundo