2010-03-26 16:11:28

El Papa y la Curia Romana en la tercera predicación de Cuaresma del padre Cantalamessa dedicada a la necesidad de purificación en el interior de la Iglesia a partir del clero


Viernes, 26 mar (RV).- Esta mañana a las nueve, Benedicto XVI ha asistido en la Capilla “Redemptoris Mater” del Palacio Apostólico -junto a sus más estrechos colaboradores de la Curia Romana- a la tercera predicación de Cuaresma a cargo del padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia. En su predicación, el padre capuchino ha continuado sus disertaciones sobre el tema de “Dispensadores de los misterios de Dios. El sacerdote, ministro de la Palabra y de los sacramentos”, en continuidad con la reflexión sobre el ministerio episcopal y presbiteral iniciada en Adviento.

El padre Cantalamessa ha aludido a la crisis interior de Jeremías que antes de ser un profeta fue un sacerdote. Y ha dicho que “creía interpretar la preocupación tantas veces expresada en el pasado por el Santo Padre y que ha motivado, en parte, la proclamación de este Año Sacerdotal, por lo que ha dedicado esta última meditación a la necesidad de purificación en el interior de la Iglesia a partir del clero.

“¡Fidelidad!”. El Santo Padre ha puesto esta palabra como título y programa para el año sacerdotal: fidelidad de Cristo y fidelidad del sacerdote”. La palabra fidelidad tiene dos significados fundamentales. “El primero es el de la constancia y la perseverancia; el segundo, es el de la lealtad, corrección, lo opuesto a la infidelidad y al engaño”, ha señalado el padre capuchino.

A esta fidelidad ha subrayado el predicador, se opone la traición de la fidelidad de Cristo y de la Iglesia, la doble vida, el no llevar a cabo los deberes del propio estado, sobre todo lo que concierne al celibato y a la castidad. Sabemos por dolorosa experiencia cuánto daño se puede infligir a la Iglesia y a las almas por este tipo de infidelidad. Posiblemente sea la prueba más dura que la Iglesia está atravesando en estos momentos.

“La tibieza de una parte del clero, la falta de celo y la inercia apostólica”. Creo que sea esto lo que debilita a la Iglesia, más que los escándalos ocasionales de algunos sacerdotes que hacen mucho más ruido pero que son más fáciles de solucionar”, ha explicado el padre Cantalamessa. “La gran desgracia para nosotros párrocos - decía el santo cura de Ars-, es que el alma se entorpezca”.

“No se debe generalizar, la Iglesia es rica en sacerdotes santos que cumplen silenciosamente su deber, pero cuidado también en callar”, ha afirmado el predicador. “Un laico comprometido me decía con tristeza: “mientras crece la población de nuestro país, los católicos no hacemos lo mismo. Algo no va en nuestra Iglesia. Y conociendo aquel clero, supe que es lo que no iba: las preocupaciones de muchos de ellos no eran las almas, sino el dinero y la comodidad”.

El Padre Cantalessa ha finalizado su tercera predicación de Cuaresma exhortando, en este momento, a la necesidad de un impulso de esperanza. “Deberemos volver a leer la encíclica de nuestro Santo Padre “Spe salve sumus” (en esperanza fuimos salvados). La Escritura nos presenta diversos ejemplos de impulsos de esperanza, pero uno me parece particularmente instructivo y cercano a la situación actual: la tercera lamentación de Jeremías.

Perdida la confianza y la esperanza, quiero volver a esperar, porque el Señor es bueno con los que esperan en Él”. “Cristo sufre más que nosotros por la humillación de sus sacerdotes y la aflicción de su Iglesia; si permite eso es porque sabe que de ello puede surgir mayor pureza para su Iglesia”.







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