2010-03-21 16:40:53

Ángelus: el Papa pide intransigencia con el pecado e indulgencia con las personas y exhorta a abatir el muro de la hipocresía y abrir las conciencias a la justicia del amor


Domingo, 21 mar (RV).- Benedicto XVI en su alocución antes del rezo mariano del Ángelus en la plaza de san Pedro, ha reflexionado sobre el episodio evangélico que nos propone la liturgia de hoy, en el cual Jesús salva a una mujer adúltera de la condena a muerte. Mientras está enseñando en el Templo, los escribas y los fariseos conducen delante de Jesús una mujer sorprendida en adulterio, para la cual la ley mosaica preveía la lapidación. Aquellos hombres -ha dicho el Papa- piden a Jesús que juzgue a la pecadora con el objetivo de “ponerlo a prueba”, de empujarlo a dar un paso falso.

La escena, ha señalado el Papa, está cargada de dramatismo: de las palabras de Jesús depende la vida de aquella persona, pero también su propia vida. Los acusadores hipócritas, de hecho, fingen confiarle un juicio, pero lo que quieren en realidad es acusar y juzgarle a Él.

“Jesús, en cambio, “está lleno de gracia y de verdad”. Él sabe lo que hay en el corazón de cada hombre, quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador y desenmascarar la hipocresía”.

El evangelista san Juan resalta un detalle, ha explicado el Pontífice: mientras los acusadores le interrogan con insistencia, Jesús se inclina y escribe con el dedo en la tierra. Observa san Agustín que aquel gesto muestra a Cristo como el legislador divino: de hecho, Dios escribió la ley con su dedo en las tablas de piedra. Jesús pues, es el Legislador, la Justicia en persona. “Quien de vosotros esté libre de pecado, tire la primera piedra”. Estas palabras están llenas de la fuerza desarmante de la verdad. Que abate el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia más grande, la del amor.

Jesús, ha proseguido Benedicto XVI, absuelve a la mujer de su pecado y la introduce en la nueva vida orientada hacia el bien. Dios desea para nosotros, ha dicho el Papa, el bien y la vida; Él provee a la salud de nuestra alma por medio de sus ministros, liberándonos del mal con el Sacramento de la Reconciliación, para que nadie se pierda y todos podamos convertirnos.

“En este año sacerdotal, deseo exhortar a los pastores a imitar al santo cura de Ars en el ministerio del Perdón sacramental, para que los fieles descubran el significado y la belleza, y recuperen la salud con el amor misericordioso de Dios, que llega al punto de olvidar voluntariamente el pecado con tal de perdonarnos. Queridos amigos aprendamos de Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo. Aprendamos a ser intransigentes con el pecado -a partir del nuestro- e indulgentes con las personas”.

Después del Ángelus, Benedicto XVI ha recordado que el próximo domingo, 28 de marzo, Domingo de Ramos, se celebra el 25 aniversario del inicio de las Jornadas Mundiales de la Juventud, queridas por el venerable Juan Pablo II. Por tal motivo, el Papa ha convocado para el próximo jueves en la misma plaza de san Pedro a los jóvenes de Roma y de toda la región del Lazio (“espero que seáis numerosos”, ha dicho) para un encuentro especial de fiesta con el Santo Padre, a partir de las siete de la tarde. Como siempre Benedicto XVI se ha despedido de los peregrinos saludando en distintas lenguas. Estas han sido sus palabras en español.

RealAudioMP3 Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de jóvenes del Instituto de Enseñanza Sofía Casanova, de Ferrol. Ante la proximidad de la semana santa, os animo a todos a intensificar vuestro camino de preparación para la pascua, mediante la oración, la limosna y el ayuno. Que la contemplación piadosa y frecuente de los misterios de la pasión del Señor suscite en todos una nueva y más profunda conversión, que nos haga vivir ya para siempre de aquel mismo amor que llevó a Cristo a entregarse en la cruz por nuestra salvación. Feliz domingo.

Saludando a los peregrinos de lengua francesa, Benedicto XVI ha dicho que esta mañana quería saludar de manera especial a los religiosos y a las religiosas así como a todas las personas consagradas: “La Iglesia tiene necesidad de vosotros para mostrar a los hombres y a las mujeres de nuestra época el camino de la verdadera felicidad. Guardad vivo en vosotros y en vuestras comunidades el ardor evangélico que ha animado a vuestros fundadores y fundadoras. Que vuestro dinamismo misionero suscite en torno a vosotros la dicha de la fe y haga germinar vocaciones entre los jóvenes”.







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