2010-03-09 15:06:28

La Santa Sede critica la interpretación que sólo vincula los derechos de las mujeres con la salud y la reproducción y elude sus derechos políticos, económicos y sociales


Martes, 9 mar (RV).- Reiterando el compromiso de la Iglesia católica en favor de los derechos de la mujer, la Santa Sede recuerda ante la ONU la urgencia de estrategias concertadas, en favor de las menores y de las mujeres, sobre todo de las más pobres. 'Mujer 2000: igualdad de género, desarrollo y paz para el siglo XXI'. Era el tema de ayer en la 54ª sesión de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres, del Consejo Económico y Social, con ocasión de la discusión sobre el ítem 3, Seguimiento de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer.



En su intervención, el nuncio apostólico, Celestino Migliore, hizo hincapié en que la mejora de la condición femenina y la lucha por el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de mujeres y niñas es una prioridad de la Santa Sede.



Tras señalar que se han logrado algunos avances en lo que concierne a la tutela de la dignidad y derechos femeninos, el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU lamentó ‘algunas sombras inquietantes’. Pues, «las mujeres siguen sufriendo en muchas partes del mundo». Y «no se pueden ignorar, de hecho, fenómenos escalofriantes como el aborto de niñas, el infanticidio y el abandono, como también las discriminaciones a nivel de asistencia sanitaria y de alimentación».



Recordando que la malnutrición afecta a las niñas más que a los niños, e impide su desarrollo físico y mental, Mons. Migliore puso de relieve también que las mujeres, a partir de los 15 años, representan las dos terceras partes de los analfabetos del mundo. Además las tres cuartas partes de las personas afectadas por HIV/Sida son chicas y jóvenes entre los 15 y los 24 años y en el tráfico internacional de seres humanos, la mitad de las víctimas son menores de edad, de las cuales el 70% niñas y mujeres.



«En todo el planeta, chicas y mujeres son víctimas de violencia física, sexual y psicológica, incluyendo la violación como arma de guerra, por no hablar de la explotación económica». Y el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU señaló que, entre las numerosas razones de semejante situación hay que tener en cuenta seriamente - además de ciertas ‘dinámicas sociales y culturales’ y ‘retrasos y lentitudes de las políticas’ - también los principios, las prioridades y las políticas de acción de las organizaciones internacionales.



Especialmente en las motivaciones, valores, líneas guía, metodologías e ideologías que marcan la actuación de las Naciones Unidas en lo que respecta a las mujeres. Mons. Migliore explicó que aunque la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres en la instrucción, en el empleo, en la defensa legal y en los derechos sociales y políticos es considerada ‘en el contexto de la igualdad de género’, ‘los hechos demuestran que la manipulación de este concepto está cada vez más dirigido a nivel ideológico y retrasa el verdadero desarrollo de las mujeres’.



En este contexto, la Santa Sede constata que en los documentos oficiales recientes hay interpretaciones de género que anulan ‘toda especificidad y complementariedad entre hombres y mujeres”, y que estas teorías ‘no cambiarán la naturaleza de las cosas, pero seguramente están ya ofuscando y obstaculizando todo serio y oportuno progreso en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de las mujeres’.



Asimismo casi todos los documentos de conferencias internacionales o comités subrayan el vínculo entre la consecución de los derechos personales, sociales, económicos y políticos y una noción de salud y de derechos reproductivos violenta hacia los concebidos y dañina para las necesidades integrales de las mujeres y de los hombres dentro de la sociedad, y al mismo tiempo, sin embargo, «solo raramente se mencionan los derechos políticos, económicos y sociales de las mujeres como condición y compromiso ineludibles».



Es particularmente doloroso constatar la difundida mortalidad materna en las regiones en las que los sistemas sanitarios son inadecuados. Y Mons. Migliore reiteró que una solución respetuosa de la dignidad de las mujeres no nos permite pasar por alto el derecho a la maternidad, sino que nos compromete a promoverla, invirtiendo en los sistemas sanitarios locales y mejorándolos, proporcionando también servicios obstétricos esenciales.



«En 1995, la Plataforma para la Acción de Pekín proclamó los derechos humanos de las mujeres como parte inalienable, integral e indivisible de los derechos humanos universales», enfatizó monseñor Migliore, poniendo de relieve que esto es fundamental no sólo para comprender la dignidad inherente de las mujeres y de las niñas, sino también para hacerla una realidad concreta en todo el mundo». Por lo que la Santa Sede reafirma su compromiso por la mejora de la condición femenina.








All the contents on this site are copyrighted ©.