2010-02-14 13:43:25

La Cuaresma y las raíces cristinas de Europa centran el Ángelus del Papa que recuerda que “Cristo responde a la sed de justicia del hombre”


Domingo, 14 feb (RV).- La justicia y las bienaventuranzas, argumentos de la lectura de hoy del Evangelio de Lucas, han sido los temas centrales de la reflexión del Papa Benedicto XVI antes del rezo mariano del Ángelus. Dirigiéndose a los numerosos fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre ha explicado el significado del anuncio de la “bienaventuranza” que Jesús hace a los doce apóstoles, acogiéndoles de este modo en su reino.

“Las bienaventuranzas – ha señalado el Papa - se basan en el hecho que existe una justicia divina, que ensalza a quien ha sido humillado, y humilla a quien ha sido ensalzado (Lc 14,11)”. Precisamente el evangelista Lucas, tras los cuatro “bienaventurados vosotros”, añade cuatro amonestaciones, porque, como afirma Jesús, las cosas cambiarán, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos (Lc 13,30).

“Esta justicia y esta bienaventuranza se realizarán en el ‘Reino de los cielos’, o ‘Reino de Dios’, que se cumplirá al final de los tiempos pero que está ya presente en la historia. Donde los pobres serán consolados y admitidos en el banquete de la vida, allí se manifiesta ahora la justicia de Dios. Éste es el deber que los discípulos del Señor están llamados a desarrollar también en la sociedad actual”.

En este sentido el Santo Padre ha evocado la visita de esta mañana al Hostal de Cáritas Romana en la estación central de trenes de Roma Termini. “De corazón –ha dicho- animo a cuantos trabajan en estas beneméritas instituciones y a cuantos, por todo el mundo, se comprometen gratuitamente en estas obras de justicia y amor”.

El tema de la justicia, que junto al de la bienaventuranza, ha tratado hoy el Pontífice, es precisamente el argumento del Mensaje para la Cuaresma de este año. Por este motivo Benedicto XVI ha hecho entrega ideal a todos de este mensaje, invitando a leerlo y a meditarlo.

Porque, ha dicho el Papa, “el evangelio de Cristo responde positivamente a la sed de justicia del hombre, pero de forma inesperada y sorprendente”: “Jesús no nos propone una revolución de tipo social y político, sino la del amor, que ya ha realizado con su Cruz y su Resurrección. En ellas se fundan las bienaventuranzas que proponen el nuevo horizonte de justicia inaugurado con la Pascua, gracias al cual podemos llegar a ser justos y construir un mundo mejor”.

Benedicto XVI ha finalizado su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, invitando a dejarnos guiar por la Virgen María en el camino de la Cuaresma, para “liberarnos de la ilusión de la autosuficiencia, reconocer que necesitamos a Dios, su misericordia, y entrar de este modo en el Reino de justicia, de amor y de paz”.

Tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, el Santo Padre se ha dirigido, como es tradicional, en varios idiomas a todos los presentes. En primer lugar se ha unidos a las celebraciones en varios países de Asia, como China y Vietnam, del fin de año lunar. “Son fiestas – ha subrayado el Pontífice- que estos pueblos viven como ocasión privilegiada para reforzar los vínculos familiares y generacionales. Deseo a todos, que mantengan y hagan aumentar esta rica herencia de valores espirituales y morales”.

En polaco, Benedicto XVI ha recordado que en este domingo celebramos la fiesta de los santos Cirilio y Metodio, patronos de Europa. “Los valores que ellos propagaron en nuestro continente, es decir el signo de la Cruz, el Evangelio de Cristo y la vida según el Evangelio, son –ha evocado el Papa- el sólido fundamento de la fuerza espiritual de los pueblos y de la unidad de Europa. Son valores importantes también para nuestros días”.

Y en español, éstas han sido sus palabras: “Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración del Ángelus, en particular a los fieles de la Parroquia de Santa María la Blanca, de Sevilla. Cercanos ya al comienzo de la Santa Cuaresma, invito a todos a acoger la Palabra de Dios con humildad y docilidad de espíritu, y a levantar los ojos hacia Cristo, resucitado de entre los muertos. Él es nuestra salvación y nuestra gloria. Confiemos en Él, que se complace en habitar en los rectos y sencillos de corazón, y pidámosle vivir de su gracia, de tal manera que merezcamos tenerlo siempre con nosotros. Que la Virgen María aliente y sostenga con su amor de Madre nuestros propósitos de vida cristiana. Feliz domingo”.








All the contents on this site are copyrighted ©.