2010-02-14 13:42:26

Benedicto XVI señala en su visita a un Centro de Caritas diocesana, que en los pobres y en los marginados, la Iglesia reconoce el rostro de Jesús


Domingo, 14 feb (RV).- Pobres, inmigrantes, médicos y voluntarios, han sido los protagonistas de la visita que el Papa ha realizado esta mañana a los servicios que ofrece Caritas diocesana de Roma, en la estación de trenes de Roma Termini. “La Iglesia ama a los pobres y jamás les abandona”. Benedicto XVI lo ha vuelto a confirmar con fuerza encontrando a los marginados de la sociedad, los últimos, pero que son los primeros en el diseño del amor de Dios. Una visita, llena de emociones y momentos de sincera conmoción, iniciada con el encuentro, en el dispensario, con los médicos y con los voluntarios de la acogida.

El Santo Padre ha podido intercambiar algunas palabras con los huéspedes del Hostal, donde ha sido acogido con aplausos y coros entusiastas. En el comedor de Caritas, tras la bendición de la placa conmemorativa del acontecimiento, el Papa ha recibido el saludo del cardenal vicario Agostino Vallini que ha definido la Caritas diocesana, como un “pequeño pueblo de la caridad” en el corazón de Roma. Un lugar, ha dicho, donde se demuestra concretamente que “la marginación puede contrastarse y vencerse con el amor”. El purpurado ha hecho también un llamamiento a las instituciones, “para que el estado social no sufra un dimensionamiento injusto, y los estratos más débiles de la población no sean mortificados”.

Seguidamente se ha procedido a la entrega al Santo Padre del Crucifijo restaurado de la Iglesia de san Pedro de Onna, el pueblo más afectado por el terremoto en los Abruzos del pasado año. Se lo ha entragado al Papa, Giovanna Contaldo, un huésped del Hostal “Don Luigi Di Liegro” que con estas palabras ha subrayado el significado de este don:

“En esta Cruz partida por el terremoto –ha dicho- está el dolor de los que habitamos el Hostal, de la gente de los Abruzos, de los pequeños de Haití, el doloroso martirio de los padres y de las madres que en la muerte de sus hijos renuevan cada día el dolor de María. Un dolor inexplicable, desgarrador, pero no desesperado. Por lo tanto, la Cruz que le damos restaurada, no es la imagen del sufrimiento, sino la esperanza del alba y de la liberación”.

Precisamente de esperanza ha hablado el Papa en su discurso, un verdadero himno a la caridad en la Verdad. Benedicto XVI se ha dirigido directamente a los pobres, a los marginados acogidos por el Centro Caritas: “Sabed que la Iglesia os ama profundamente y no os abandona, porque reconoce en el rostro de cada uno de vosotros, el de Jesús: Él ha querido identificarse de manera particular con aquellos que se encuentran en la pobreza y en la indigencia. El testimonio de la caridad, que en este lugar encuentra especial concreción, pertenece a la misión de la Iglesia junto con el anuncio de la verdad del Evangelio”.

El hombre, ha sido la reflexión del Papa, “no tiene solamente necesidad de ser alimentado materialmente, o ayudado a superar los momentos de dificultad, tiene también necesidad de saber quién es y de conocer la verdad sobre sí mismo, sobre su dignidad”. El Papa ha rememorado su Encíclica Deus Caritas est, para reafirmar que “sin la verdad, la caridad cae en el sentimentalismo”: “La Iglesia, con su servicio está en favor de los pobres, y por lo tanto comprometida en anunciar a todos la verdad sobre el hombre, que es amado por Dios, creado a su imagen, redimido por Cristo y llamado a la comunión eterna con Él.

Por medio de este amor que se concreta en la Caritas, ha proseguido el Papa, tantas personas han descubierto la propia dignidad “perdida a veces por trágicos acontecimientos, y encuentran confianza en si mismos y esperanza en el mañana”. Experimentan de esta manera que “sus vidas están custodiadas por el Amor, que es Dios, y gracias a ello tienen sentido e importancia”: “Esta certeza profunda, genera en el corazón del hombre una esperanza fuerte, sólida y luminosa, una esperanza que da la valentía de proseguir en el camino de la vida, a pesar de las desgracias, las dificultades y las pruebas que la acompañan”.

Por lo tanto, dirigiéndose a los que trabajan en Caritas y a los voluntarios, el Pontífice les ha invitado a considerar a los pobres “uno de los tesoros más preciosos” de su vida. A mismo tiempo, en el Año europeo de la lucha contra la pobreza, el Papa ha animado a todos los hombres de buena voluntad, y en particular a cuantos tienen las responsabilidades institucionales, “a comprometerse en la construcción de un futuro digno del hombre, redescubriendo en la caridad, la fuerza para un auténtico desarrollo” y para realizar una sociedad “más justa y fraterna”.

“Para promover una pacífica convivencia que ayude a los hombres a verse como miembros de la única familia humana, es importante que las dimensiones del don y de la gratuidad, se redescubran como elementos constitutivos del vivir cotidiano y de las relaciones interpersonales. Todo ello se convierte día a día, de forma cada vez más urgente, en un mundo en el que, al contrario, parece prevalecer la lógica de la ganancia y de la búsqueda del propio interés”.

El Hostal Caritas, ha confirmado una vez más, “tiene una preciosa ocasión para educar en los valores del Evangelio”. La experiencia del voluntariado es, en efecto, “una autentica escuela en la que se aprende a ser constructores de la civilización del amor, capaces de acoger al otro en su unicidad y diferencia”. Y pone el acento sobre la utilidad de la colaboración entre la comunidad cristiana y las instituciones civiles.

“Confío que la fecunda sinergía que aquí se realiza se extienda también a otras realidades de nuestra ciudad, en particular en las zonas donde más se advierten las consecuencias de la crisis económica, y mayores, son los riesgos de la exclusión social”.

“En su servicio a las personas en dificultad –ha subrayado el Papa– la Iglesia se mueve solamente por el deseo de expresar su propia fe en aquel Dios que es el defensor de los pobres, y que quiere a cada hombre por aquello que es, y no por aquello que tiene o realiza”. Por esto, “en el respeto de las competencias propias del Estado”, la Iglesia “trabaja para que a cada ser humano le sea garantizado aquello que le corresponde”. El Hostal de la Caritas diocesana, ha concluido el Papa con palabras de ánimo, “es un lugar donde el amor no es solamente una palabra o un sentimiento, sino una realidad concreta, que consiente en hacer entrar la luz de Dios en la vida de los hombres y de toda la comunidad civil”.

“Que esta luz nos ayude a mirar con confianza al mañana, seguros de que también en el futuro nuestra ciudad permanecerá fiel al valor de la acogida, enraizado fuertemente en su historia y en el corazón de sus ciudadanos”.








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